Paddington in Peru: El Oso se pierde en Perú con todo y magia
Y así como sale Paul King de la dirección, así de sencillo Paddington pierde la mayoría de su gracia y magia. Una lástima, pues todo aquel movimiento socio fílmico generado a partir de sus dos antecesoras, llamadas “las mejores películas del muno” por cientos y miles de entusiastas, se esfuma así nomás, con unas vacaciones a Perú apenas entretenidas, y que si bien conservan algunos de los gags y el humor tan británico que distingue al oso, deja de lado esa entrañable chispa generada por algunos cuantos factores que ya no están aquí.
Quizá lo que más afecte a la narrativa de Paddington es que al bab-oso de Dougal Wilson se le pierde el Paddington por momentos. Aunque ya era tradición mantener una coralidad entre los integrantes de la familia, secundarios y villanos en turno, Wilson se esfuerza mucho por intentar dar relevancia a una familia que en esta ocasión no logra conectar ni con el oso, ni con el público, ni con el mensaje familiar de la unión. Wilson quiere abarcar temas como la adolescencia, la soledad, el nido vacío, la dependencia tecnológica, el conservadurismo y hasta la depresión, pero en ningún momento puede dar un equilibrio de gracia a ninguno de ellos. La comparativa con King es inevitable, pues mientras este lograba manifestar mucho con muy poco, Wilson no comunica nada en mucho tiempo.
Los cortes de locación tan característicos de las aventuras de Paddington siguen ahí, y de cierta manera siguen proveyendo de buen dinamismo al relato, pero quizá las transiciones aquí se sientan demasiada fallidas y fugaces, afectando el ritmo y aún más el mensaje familiar.
Por otro lado, la creatividad en sus gags disminuye de manera casi escandalosa, optanto por construir dentro de un par de giros simpáticos, pero predecibles, una aventura tradicional ya vista, ya abordada y mejor ejecutada en otros productos infantiles y/o del mismo género. Si algo distinguía a Paddington era que su personalidad, torpe, tierna y sofisticada, se aliaba con dichos momentos o situaciones absurdas para causar al menos un par de risas en cada uno de sus niveles o cortes narrativos, pero aquí el forzamiento se hace presente muy a pesar de que King sigue involucrado en el guion, dejando en claro que el oso sufre problemas de dirección.
Aunque Paddington in Peru pierde en la comparativa, el mismo oso y sus villanos alcanzan para que Wilson encause una aventura mediocremente simpática y disfrutable, y que guarda en estos tres personajes sus mejores momentos. Mientras Antonio Banderas carga con la otra línea argumental y con un protagonismo accidentado, su trasfondo es cómico y bien estructurado para con la motivación de los héroes por encontrar “El Dorado”, y con este el paradero de la Tía Lucy, perdida en la selva. Mención aparte merece Olivia Colman, sin duda el mejor elemento del filme y que con su capacidad cómica y de gesticulación, consigue una desquiciada y adorable monja, foco de atraccción principal de todo el relato.
Un cierre flojo y convencional a la trilogía, es notable que Wonka terminó por joder lo que hubiera sido un trío perfecto (King dirigió aquel proyecto, dejando la dirección de Paddington in Peru en otro), sin embargo, esta aventura selvática en búsqueda del tesoro dorado de la unión guarda ciertos pasajes, episodios y personajes que harán pasar a la familia un momento unido, objetivo principal de su mensaje y taquilla.