Parasite: El nuevo Maestro del Suspenso es surcoreano
Bong Joon-ho clama venganza de Cannes llevándose la preciada Palma de Oro con una cinta de singular maestría y que sin duda se posiciona hasta ahora no solo como lo mejor del año, sino también como una compleja amalgama de tonos narrativos que denota el sorpresivo pináculo artístico de un director que hasta antes de esto había jugueteado con el horror, la ciencia ficción y la fantasía con tan buenos como mezquinos resultados (alguien borre Okja por favor). Insistiendo con ese análisis y metáfora social basado en las clases, base de su lenguaje y obra, el surcoreano ha alcanzado su madurez cambiando de registro hacía el drama y el suspenso en su más fina esencia.
Parasite cuenta la historia de una familia coreana pobre y estafadora que usa todos sus talentos en el engaño para infiltrarse como empleados de una de las familias más ricas de su región, controlando a la pareja de clase alta y mejorando su estatus de vida.
La primera gran virtud es que Bong utiliza su argumento para proyectar una distinción amplia de clases y así construir como base una comedia negra exquisita, jugando con la perspectiva y experimentando con la propia audiencia al empatizar de inmediato con los “parásitos” por su mero “estatus” y por ende eliminando el mote de víctima a sus “ricos”, a los cuáles pinta de una manera tan ingenua que rayan en la estupidez, teniendo a “la esposa” como principal manjar de este nexo y conflicto (una adorable y destacable Yeo-jeong Jo). Así pues Bong utiliza la mitad de su metraje para boicotear a la clase alta y ensalzar a la baja, enriqueciendo, estructurando y preparando a sus personajes para trastocar el rumbo del relato; todo esto dejando asentado un punzante y satírico choque de clases, donde el parásito logra camuflarse y pasar de ficha en ficha, de familia en familia, de clase en clase.
En una especie de “relief” narrativo completamente propositivo hacía la mitad del relato, Bong ejecuta lo que a continuación podría definir como uno de los lapsos de suspenso más efectivos de los que he sido testigo en el nuevo milenio; dando un giro no completo pero si significativo a su sátira, el coreano inyecta thriller a partir de un timing poco más que soberbio, entrelazando diálogos brillantes con pausas de silencio, picos de suspenso rico y exasperante, erotismo y por supuesto un par de recursos estéticos adeptos a la violencia gráfica que ya es común ver en el cine surcoreano. Si a esto le sumamos la claustrofobia, un manejo de espacios excelso dentro de una misma casa y la ayuda de una conveniente tormenta que surtirá el efecto dramático necesario para el clímax por venir, créanme cuando digo que Bong se ha convertido en 2019 y para la historia en un (otro) Maestro del suspenso.
Otro rubro a ensalzar es el manejo directivo – actoral y la comunión que hace Bong con su cast de tres generaciones; tanto adultos, adolescentes y niños actuando al unísono y en perfecta química; todos en ese aspecto coqueto de la comedia negra durante la primera hora, pero perfectamente sincronizando para cambiar de manera coherente y de acuerdo al cause que toma el relato hacía los requerimientos dramáticos de su final y “falso” clímax, donde el choque de culturas verá consecuencias que rayan en lo surrealista, pero aun así acordes al tono y al rumbo que ha decidido tomar Bong.
Destacan aquí las actuaciones de su actor fetiche Song Kang-ho, del joven revelación Woo-sik Choi y por supuesto de la ya mencionada Yeo-jeong Jo.
Quizá tres aspectos a reclamar en el trabajo de Bong que aunque no rebajan su formidable trabajo, si lo alejan de la perfección: el primero es la cierta previsibilidad del relato, pues aunque uno no se espera ciertos elementos muy enterrados y sorpresa, Bong juega tal vez propositiva y progresivamente hacia la segunda mitad a avisarnos cuándo y cómo sucederán ciertas cosas; la segunda son las omisiones de personajes hacia el clímax, dejando olvidados a un par de fichas que suponían una mayor correlación con el clímax; y el tercero es un tercer cambio de registro hacía la conclusión del film, que discutible o no, es algo que Bong ha mantenido durante toda su carrera, como una firma final a su pintura que se encuentra bien justificada, pero que puede gustar o no (siempre más cercano a un tono más redentor o de moraleja occidental).
De una agilidad narrativa tremenda, con un desarrollo coherente y alegórico hacía su título, de notorios y fastuosos momentos de suspenso (que evocan al mejor de los Hitchcocks con ese excelso manejo de espacios) y giros extravagantes pero bien cimentados en el choque de sus clases, Bong Joon-ho firma con justicia su mejor obra y la mayor pincelada de cine que hasta ahora nos ha regalado el 2019, justa ganadora de Cannes y su Palma.
7 Comments
Y los mortales tenemos que esperar hasta Navidad para ver esta joyita en cines… Productoras de mierda!
Distribuidoras quise decir.
Quien la va a distribuir en México?
Aun no se sabe estimado
Pues esperemos que sea en navidad y no hasta el otro año ¡pero estimado! Ya está online 😉
Creo que la distribuyeGoogle
Jajajaja, muy cierto