Películas para ver con Papá: A Perfect World
Si analizamos la obra de Eastwood como director, podemos apreciar con ciertos saltos de tiempo un simbolismo muy escondido en su narrativa, la de la figura paterna; como pistolero, como coach de boxeo, cabecilla del hampa o como un cascarrabias anciano retirado, dicho elemento ha acompañado al cineasta en algunos de sus mejores films y en la mayoría de las ocasiones fungiendo este como sustituto, una especie de elemento paternalista adoptivo ya sea por parte del mismo, del individuo que busca resguardo o bien de ambos, un “daddy issue” curioso de analizar.
Dentro de este contexto existe una gran injusticia en el casi olvido de uno de sus mejores films: A Perfect World, sin duda el epitome de su tema patriarcal y una de sus más crudas historias relatadas con un detallismo sobrecogedor.
Tras haber ganado el Oscar por Unforgiven y en su cúspide como narrador, Eastwood le haría los honores al mejor guion de un “familiar” John Lee Hancock. El relato es engañosamente sencillo: un prófugo de la justicia toma como rehén a un niño mientras este huye de sus captores por todo Texas. El niño y el criminal formarán en este lapso de tres días un lazo entrañable gracias a la necesidad y el apego de ambos consecuencia de la ausencia de una figura paterna.
Emotiva y minuciosamente desarrollada por un Eastwood adicto al western, la road movie transcurre con singularidad habilidad entre el árido oeste americano mientras la paleta de personajes es ágilmente estructurada: Por un lado tenemos a la pareja principal del prófugo y el infante, y por el otro a los captores, conformados por dos rangers, un agente del FBI y una investigadora criminal. El cineasta sabe que la química entre los dos bandos es esencial, por lo que presta mayor atención a las relaciones humanas que a la investigación criminalística sin que esta sea ajena a la historia, siendo soportada incluso por cuadros de diálogos sumamente realistas e interesantes con respecto a la psicología del prófugo y protagonista, fuente de su estructura y trasfondo.
La cacería es complementada con secuencias que incrementan el suspenso con persecuciones y un ligero y efectivo humor (relacionado al tema político curiosamente situado previo a la visita del presidente Kennedy a Dallas), no perdiendo nunca el realismo que la distingue.
Pero el verdadero valor del film recae en el tema patriarcal que nos atañe este mes. En su truqueada sencillez, Eastwood establece tres líneas paternalistas que no juzga pero si cuestiona: un niño abandonado por su padre con una educación religiosa estricta, que al ser secuestrado, adopta al violento y traumado, pero también afable y carismático prófugo como figura paterna (Un Kevin Costner en el mejor papel de su carrera), el cual le hace saber con sus relatos, trato y acciones hostiles, que también cuenta con el mismo pero más evolucionado y mal sobrellevado problema, siendo su escape al final una especie de búsqueda patriarcal redentora. Finalmente tenemos al ranger interpretado por el mismo Clint, el cual funge como otro accidental padre sustituto que dentro del giro del film contiene una fuerte influencia en los hechos que los llevan hasta la final consecuencia de esta cacería.
Conmovedora y cruda, una road movie con tintes de western rica en simbolismos políticos, paternales y hasta de empoderamiento femenino (Con una Laura Dern también sorpresivamente genial), A Perfect World se ha convertido con el tiempo en una de las mejores y más olvidadas piezas directivas de Clint Eastwood, que colateralmente ha afectado también a un Costner, que aunque allá por los finales de 80’s y comienzos de los 90’s labraba su fama (The Untouchables, Dance with Wolves, JFK), no cabe duda que en este mundo perfecto entregó la mejor participación de su vida