Perfect Days: Oh, such a perfect day, you just keep me hanging on
Wim Wenders es indiscutiblemente uno de los cineastas más influyentes de los últimos años, siendo uno de los pilares del cine contemplativo e inspirando a toda una generación de directores a replicar su sello. Sin embargo, pocos han tenido la maestría de ejecutar ese estilo sin sentir que buscan rellenar los huecos de una ambigüedad narrativa o parecer una calca superficial.
Su regreso ha venido acompañado del cobijo del país nipón, que en su historia tiene referentes de historias parsimoniosas, pero de gran belleza estética, buscando expresar su mensaje a través de la sutileza y la calma (Ozu, Kobayashi, Kurosawa y hasta Hamaguchi), por lo que parecía que el vínculo Wenders-Japón podría crear la obra maestra del siglo XXI. Aunque “Perfect Days” no está ni de cerca de ser la mejor cinta del director alemán, tampoco es una obra menor y tiene sus cualidades.
“Perfect Days” es un relato coral de un hombre (Hirayama) que vive en la ciudad de Tokio, calmado, reservado, feliz con su trabajo como limpiador de retretes y con una pasión increíble por las vidas y la música. La cinta nos relatará la belleza de “vivir el momento” a través de la cotidianidad de la rutina de su protagonista.
Aunque la cinta cuenta con una narrativa limitada, Wenders compensa esto con un manejo de cámara impecable. A pesar de recurrir a planos fijos que muestran las costumbres del personaje principal, la fotografía no es completamente estática, acompañando los movimientos y acciones, especialmente en los primeros planos o en espacios cerrados, creando una atmósfera más intimista. Wenders también muestra rigidez milimétrica en la iluminación para que cada episodio de la vida de Hirayama sea una reflexión y apreciación de lo simple.
Quizás los mejores momentos de la película son aquellos donde Hirayama muestra cierta frustración ante la interrupción de su rutina o atisbos de una soledad electiva, reflejando de cierta manera la idiosincrasia de la cultura japonesa, un pueblo de costumbres fuertes que, como se ha mostrado constantemente en su arte del siglo XXI, se ancla demasiado a la soledad.
Otro de los mejores momentos es cuando el personaje interactúa con su sobrina. A través de cierta experimentación con la escala de los fotogramas, incluyendo un plano en formato 9:16 (Wenders ya es Tik Toker), el director crea el simbolismo de un paso de antorcha o de herencia, quizás dirigida a la nueva generación de cineastas que han crecido bajo su escuela y estilo, demostrado en varios planos paralelos donde la sobrina de Hirayama imita a su tío.
No importa que ni siquiera esté en el radar de las entregas de premios gringas, Koji Yakusho ofrece una de las mejores actuaciones del año, especialmente por el grado de dificultad de su personaje; no habla la mitad de la película, y todo lo tiene que expresar a través de la gesticulación y la emoción. Al interpretar a un individuo parco, no se puede dar el lujo de caer en la exageración, por lo que sus expresiones tienen que ser sutiles. Un trabajo impecable que refleja por qué ganó el Mejor Actor en Cannes 2023.
Por desgracia, el enfoque más interesante de la cinta (la relación con la sobrina) apenas ocupa 20 minutos. Salvo los fragmentos finales donde Wim da el testarazo existencialista final con tendencias nihilistas, pesimistas y hasta deprimentes, la falta de contexto y exploración de sus personajes principales (e incluso terciarios) termina siendo la mayor carga de una cinta que, a pesar de su hermosa fotografía e interesantes reflexiones sobre la cotidianidad y el legado, no otorga ciertas explicaciones, haciendo que sea una película que únicamente conecte por lo estético, más no por lo narrativo. Un Wim Wenders pasándose de Wim Wenders al punto de terminar devorándose el guion.
CALIFICACIÓN
Dirección: 3.3 – Wenders demuestra lo bien que ejecuta la fotografía y su dirección de actores.
Guion: 2.0 – Por desgracia, con todo y sus buenos mensajes, es un guion a medio cocer.
Actores: 1.9 – La actuación de Yakusho es de las mejores del año
Extras: 0.5 – Quizás hable más del corazón, pero “Perfect Day” es una de mis canciones favoritas y se complementa perfecto con la cámara y el mensaje de la cinta.
Calificación: 7.7 – Buena a secas.
Entendemos que debido al tema de la cinta que refleja la idiosincrasia japonesa (y más desde un punto de vista moderno), “Perfect Days” haya sido elegida la representante de los Oscar en Japón. Sin embargo, de las cuatro candidatas principales (El Niño y la Garza, Monster, Godzilla: Minus One), es la más débil debido a su narrativa limitada. Es un error de la Academia Nipona principalmente por la calidad y, a nivel secundario, porque cualquiera de estas tres habría generado más impacto mediático.
Con todos los defectos notorios, en un nivel modesto Wenders genera una cinta a nivel sensorial impecable. Quizás, como la vida misma, no todas las películas de un director sean perfectas, pero hay que agradecer que, con todos sus contras, Wenders siga dando ciertas pinceladas de buen arte. Solo queda decirle a este director alemán: “I’m glad I spent it With you, this Thursday in Morelia, oh, what a perfect day”.
PD: “Next Time is Next Time, Now is Now”. Ni el coach motivacional más perro lo diría mejor.