Posesiones: Possession
Cuenta la leyenda que, después de ser vetado de Polonia, su país natal, y tras romper su matrimonio con la actriz Malgorzata Braunek, Andrzej Zulawski viajó a Nueva York con el único propósito de suicidarse. Sin embargo, fue Andy Warhol quien lo persuadió de que no lo hiciera. Y fue en esos días de oscuridad dónde Zulawski escribió el screenplay de Possession, su obra más reconocida y a su vez, irónicamente, más infravalorada. El retrato de una disolución romántica dolorosa con tonos de surrealismo y body- horror que la hacen única en su especie.
Mark (Sam Neil) ha regresado a casa después de realizar un trabajo secreto para el gobierno, solo para encontrarse con su esposa Anna (Isabelle Adjani) quien, con un comportamiento muy extraño le exige el divorcio. Mark, desconcertado y obsesionado por la situación, sospecha que su esposa le es infiel. Y sus sospechas se hacen ciertas cuando conoce al amante, Heinrich (Heinz Bennet), y lo confronta, solo para enterarse que Heinrich y Anna tienen tiempo sin estar juntos, y es aquí donde el verdadero misterio sobre el comportamiento tan errático de Anna comienza.
El guión y la puesta en escena funcionan como una metáfora para la culpa, la vergüenza, la infidelidad, la sexualidad y la obsesión, mientras explora el estrés y los traumas de vivir en una relación disfuncional. Al haber escrito la película justo después de su rompimiento con Malgorzata, podemos intuir que Zulawski quizá incluyó algunos aspectos personales de su relación en la película. La estética húmeda y fría de Berlín, acompañada de una cinematografía magnífica de Bruno Nuytten solo contribuyen para destacar los aspectos profundamente emocionales de la cinta, como los psicológicamente terroríficos de la misma.
¿Es Possession una cinta de horror disfrazada de un drama romántico, o un drama romántico disfrazado de cinta de terror? De cualquiera de las dos formas la cinta funciona de manera brillante. Hay películas que se niegan a esclarecer todas las dudas del espectador y esta es una de ellas, y es en esa ambigüedad dónde Possession encuentra su espectacularidad.