Pride Movie Fest: “Retrato de una mujer en llamas”, la historia de un amor imposible

Como bien saben (o aunque no lo sepan), desde hace 51 años al rededor de todo el mundo durante el mes de junio se conmemora el “Mes del orgullo LGBT” o el mes del “Pride”, en conmemoración de los disturbios sucedidos en Stonewall en la ciudad de Nueva York en 1969. Por eso aquí en Cinescopia, al menos de mi parte empezaremos un mini ciclo de películas que girarán en torno a temáticas de la comunidad y cada semana iremos explorando un título nuevo en base a las siglas LGBTTTIQA, así este primer post estará dedicado a la letra “L” de las siglas.

La palabra “Lesbiana” proviene de la isla griega de Lesbos, situadas en las costas de Turquía, que fue un importante punto de encuentro para la cultura de la antigua Grecia; en esa isla fue donde la poetisa Safo vivió y creció durante el siglo VII, y fue una de las primeras mujeres que se dedicó a la literatura además de tomar las riendas del negocio familiar. Después de su exilio y de ser perseguida por sus fuertes opiniones políticas, Safo fundó una de las primeras escuelas exclusivas para mujeres donde se enseñaba música, literatura, arte y danza, además de que se rendía culto a la diosa Afrodita. A pesar de que Safo se casó y tuvo hijos, ella es la primera mujer de la que se sabe que mantuvo relaciones con otras mujeres, en diferentes trabajos de ella deja en claro su atracción y relación con otras mujeres. Es por esto que se le atribuye al lugar de su nacimiento “Lesbos” al significado del amor homosexual entre mujeres.

El tema del lesbianismo en el cine es algo que se ha retratado de diferidas formas, desde la más sutil historia coming of age como la película de Netflix “Si supieras” (The Half of It) o el drama con tintes a cine clásico lleno de nostalgia como lo es “Carol” de Todd Haynes (con una Cate Blanchett contenida en su actuación y con Rooney Mara muy por encima de su rango actoral), que si bien es una bella película, no será de la que hablaremos en esta ocasión.

Siendo estrenada en Cannes de 2019, la nueva película de Céline Sciamma es sin duda la mejor película que explora el tema del lesbianismo en el cine, “Retrato de una mujer en llamas” (Portrait de la jeune fille en feu) cuenta la historia de Marianne y Héloïse a finales del siglo XVIII. Marianne es contratada por una noble adinerada para realizar el retrato de su hija que está por contraer matrimonio. El obstáculo que enfrentará Marianne es que Héloïse, la chica a la cual tiene que retratar, no quiere ser pintada y se ha rehusado a posar con antiguos pintores. Con esto, la madre le pide a Marianne que se haga pasar por su dama de compañía para observarla y así ella pueda realizar la obra.

El talento de Sciamma al llevar esta puesta en escena es brillante, la elegancia de sus tomas denotan todo el trabajo previo que ha hecho en algunas de sus películas anteriores. El poder de la observación se vuelve un acto de vital importancia, Marianne tiene que usar todas sus capacidades para poder captar toda la esencia de Héloïse; y nosotros con ella vamos descubriendo poco a poco quién es esta mujer misteriosa, cubierta por una gran capa que la protege del fuerte viento.

Con un guion escrito por la misma directora, Sciamma pone a sus dos protagonistas tan diferentes una de la otra, Marianne como una pintora experta y próxima a heredar el negocio de su padre, como una mujer de mundo e independiente, y Héloïse como la chica de familia, hija menor y que estaba recluida en un convento, pero que se ve incapaz de controlar su propia vida, ya que por un accidente familiar se ve obligada a contraer matrimonio con un desconocido adinerado. Así la historia juega con la intriga por descubrir a Héloïse. La secuencia donde Marianne conoce por primera vez a Héloïse es hermosa.

Estando confinadas en una isla en medio del mar, las únicas que habitan ese lado de la isla son Héloïse, Marianne y Sophie, quien es la ama de llaves del lugar. Así las tres entrelazaron lazos de amistad, y Sophie será la única testigo de la pasión y el deseo que inundará a Marianne y a Héloïse. En este misterio por descubrir quien es la otra, se jugará al observador siendo observado, ya que en un punto de la película Héloïse siendo también inteligente y astuta se dará cuenta del trabajo que está haciendo su “dama de compañía”, y cuando se confrontan la una con la otra, descubrimos que no solo Marianne es la única que ha observado con lujo de detalle a la otra, sino que Héloïse también la ha estado observado muy de cerca. Con un juego de miradas, entre las dos empezarán in crescendo una historia de amor imposible.

Y el único que será testigo de ese amor será el espectador, cuál voyerista viendo por la rendija, presenciará el inicio de algo único; la fotografía se encarga de dotar el relato de una atmósfera de complicidad entre las dos, además de que la cinefotografa Claire Mathon toma claras referencias pictóricas de la época para enriquecer cada fotograma, como la escena donde vemos a Héloïse con un gran vestido verde frente al agitado mar que golpea las grandes rocas, toma que es un retrato perfecto de la obra de Friedrich de 1818 llamada “Caminante sobre más de niebla”. Sciamma con esta película reta y confronta la mirada que tienen los hombres del amor, y sobre todo del amor entre dos mujeres, con sutileza nos cuenta una historia de amor trágico, no solo por su estrujante desenlace, si no porqué su relación está destinada a fracasar por los convencionalismos de la época en la que viven.

https://youtu.be/PcKm3bC7wV4

La historia que vemos es una que se cuece al fuego lento, donde casi no hay diálogos pero hay miradas y detalles que guían al espectador a sentir completa empatía por las dos protagonistas, tanto que al llegar a ese final, convierte los últimos diez minutos de la película en lo mejor de la misma, tan sutil como Sciamma ha estado creando toda la película, un close up continuo y con “Las cuatro estaciones” de Vivaldi, una combinación que te hace temblar de emoción y te romperá por completo.

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