Problemista: Sobrecarga de problemas

Desde hace unos años para acá que van varios proyectos dirigidos, escritos o protagonizados por varios actores. Pero entre destapar el alma y obsesionarse con el ego hay un paso de diferencia, a veces funciona y a veces no (basta ver la filmografía de Woody Allen), pero siempre estará la duda de si esta visión es auténtica o una excusa para la petulancia. Con esta interrogante en mente, le ha tocado al comediante y escritor de “Saturday Night Live”, Julio Torres, el turno de contar sus anécdotas personales con la ayuda de mi querida Emma (Stone funge como productora), en la comedia surrealista “Problemista”.

Empieza como una metáfora a la inmigración y la intromisión burocrática y financiera que dificulta la obtención de una visa para el “mojado”, y por ende, tener acceso a una mejor vida en Estados Unidos.

Torres envuelve a su relato en un tono optimista con mucho humor seco y absurdo que resalta la perseverancia y la fe cuando estás rodeado de personas y sistemas que no están interesados ??en ayudarte. Sin embargo, conforme avanza va introduciendo ideas sobre temas como la sobreprotección maternal, la presión laboral, qué se considera arte, su valor y calidad, la perpetuidad del amor y el robo de ideas por parte de las grandes corporaciones. La película no da para desarrollar ninguno de estos puntos, y aunque las situaciones surgidas a partir de ellos pueden ser graciosas por su cuenta (en especial una serie de pinturas relacionadas a huevos o la necedad de usar FileMaker Pro para archivar esas pinturas), juntas sólo terminan abultando el metraje, lo que ocasiona que el ritmo se caiga cerca del comienzo del final.

La puesta en escena está mejor cuidada, con una riqueza visual que le da forma a la imaginación de un niño mediante colores vibrantes. Pero llegada la adultez, si bien conserva este aporte, también denota que Torres se engolosina con la estética y la vuelve muy teatral y estática. Por si esto fuera poco, el enfoque surrealista que tan bien funcionó durante parte de la historia con escenas oníricas que recuerdan al trabajo de Gilliam y Kaufman y la locura de las tareas de Craigslist (una app estadounidense diseñada para encontrar trabajo y ganar dinero haciendo cosas mundanas que nadie quiere hacer, como vender volantes publicitarios, limpiar ventanas y lavar los baños), pierden sustento narrativo y comete el error que ninguna película de este estilo debe hacer: explicar sus simbolismos o hacerlos tan confusos y abstractos que son inentendibles, al punto de darle importancia a momentos irrelevantes o quitarle tiempo a otros que necesitaban más desarrollo (como la insistencia de la galerista por hacer prevalecer el arte de su esposo [que técnicamente está en estado vegetativo] o una amante interpretada por Greta Lee que, fuera de un par de escenas y 5 líneas de diálogo, no tiene peso en la trama).

Cabe aclarar que este es otro de los muchos casos recientes donde el reparto secundario es más interesante, carismático y mejor estructurado que el protagonista, ya que de no ser por Tilda Swinton como una extravagante e histérica artista y galerista viuda, la trama iría perdiendo interés e hilaridad. Esto se debe a que el alter ego del comediante recurre a obviedades simples que nunca permiten mostrar algún defecto de carácter, incluso pareciendo una victimización que por más que se agradece no caer en momentos lacrimógenos para causar lástima, no tiene nada que llame la atención.

Todo esto nos lleva a la siguiente pregunta: ¿acaso los autores actuales no tienen algo interesante qué valga la pena contar? ¿Por qué sus auto inserciones son los personajes más planos y sosos del elenco? ¿Su vida personal será tan aburrida que esa monotonía traspasa el guion y queda plasmada en el proyecto?

Esta cinta es el ejemplo perfecto del problema que está permeando la gran mayoría de producciones indies: estilo sobre sustancia, está hueca, pero la estética hace creer que es más profunda de lo que en realidad es. Los realizadores se preocupan más por la fotografía y la edición que por el guion y todo lo que involucra (diálogos, coherencia, lógica interna), y no es que el apartado técnico no importe, pero debe complementarse a la escritura para no convertirse en una fetichización del ego.

Con un humor mixto y un final que por lo menos concreta sus ideas, se aprecia el intento de Julio Torres, pero faltó pulirse más para quedar como algo memorable.

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Acerca del autor

Uriel Salvador     twitter.com/UrielSalvadorGS

Escritor, analista, crítico, gamer, investigador, actor (especializado en doblaje), fotógrafo. Pero ante todo, soy un amante del cine.


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