¿Qué hacemos con Toy Story 4?
A 10 años del que creíamos era el final de la franquicia animada Toy Story, llega una cuarta e inesperada entrega que se encarga de profundizar las temáticas existencialistas planteadas en los filmes originales. Es momento de aprender, otra vez, a dejar ir y adaptarse al presente, una lección de vida que bien podría ser para tanto los creadores y productores que han hecho de todo con tal de mercantilizar la nostalgia por los años 80 y 90 como para quienes están más enfocados en el pasado y lo que fue que con el futuro. Es un círculo vicioso: lo que está probado genera más dinero son las franquicias y sagas que fueron un parte-aguas en su momento y que son favoritas del público, por lo que buscan regresar a éxitos probados para generar ganancias en lugar de arriesgarse con historias y conceptos nuevos. Y es así que las carteleras de cine terminan viéndose así:
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En fin, lo que sigue. Ambientada poco después del final de la tercera entrega, Woody y sus amigos se han ido acostumbrando a los juegos y ritmo de la pequeña Bonnie, y aunque Woody se siente delegado por otros juguetes, está al pendiente de las emociones de Bonnie. Cuando ella comienza kínder, el vaquero le ayuda, indirectamente, a crear a un nuevo amigo, Forky, un tenedor-cuchara vuelto muñeco con fuertes tendencias suicidas porque, pues, está bien difícil ganar conciencia de un día para otro. Lo que sigue es una historia dedicada por completo a las dudas existenciales de los juguetes, sus frustraciones al no poder cumplir con sus metas o lo que creían debían ser, y las libertades que conlleva ser un “juguete perdido”.
El guion de Andrew Stanton y Stephany Folsom -y trabajado por Rashida Jones, Will McCormack, Martin Hynes, y Folsom- profundiza en los personajes conocidos mientras introduce a personajes nuevos bien delineados, que sirven para tratar mejor el tema central de la película. Además del neurótico Forky -que obvio ya ganó el corazón de muchísimos Millennials llenos de ansiedad que constantemente se hacen menos a través del humor negro-, la muñeca Gabby Gabby es un reflejo directo de Woody, ansiosa por hacer feliz a una niña en específico y determinada a lograr su meta; por otro lado, el regreso de Bo Peep como “juguete libre” obliga a Woody a replantearse qué quiere con el resto de su vida. El drama es balanceado con la subtrama de Buzz Lightyear y el resto de los juguetes (conocidos y nuevos) buscando a Woody y Forky mientras hacen tiempo para asegurar que lleguen de vuelta.
Al final, Toy Story 4 es una película sumamente entretenida y divertida, buena alternativa para escapar del calor veraniego un par de horas en el cine (si encuentras asientos: desde su estreno he visto filas kilométricas en los cines para entrar a verla, a todas horas). También nos pareciera decir que como cultura, estamos atorados en las glorias del pasado, igual que Woody. Ojalá también aprendamos a dejar ir y adaptarnos de la mejor forma para avanzar a otros futuros posibles; personalmente, no creo que esta tendencia desaparezca pronto, y a lo más que podría aspirar es a historias nuevas.