Qué Portento es la Portillo
No, ella no es una bomba erótica como Penélope Cruz. Tampoco tiene un rostro peculiarmente extraño como Rosy de Palma, ni (estamos casi seguros) es una transexual como Antonia San Juan. Físicamente, Blanca Portillo es más bien sentimental, o quizás, poderosa.
Lejos de reflectores y paparazzis, y a pesar de los Óscares de Pe, hay quienes dicen que las sólidas actuaciones de la Portillo hablan por sí solas para hacerla destacar como la chica Almodóvar que mejores interpretaciones ha legado a la historia reciente del cine español.
Originaria de Madrid, disfrutó de un eco notable en Iberoamérica a partir de la entrañable película argentina “Elsa y Fred” (Marcos Carnevale, 2005), en la que ofrece un creíble y tempestuoso retrato de la hija cuarentona y desconsiderada de un hombre anciano que inicia un amor intenso. Su desempeño actoral es sobresaliente y muy loable, tomando en cuenta la dificultad de eclipsar a un monstruo actoral como la protagonista: la uruguaya China Zorrilla, quien en Elsa encontró al personaje de su vida.
La Portillo es experta en absorber cámara y robar atención sin utilizar más armas que su impactante poderío histriónico. Así fue en “Volver” (Pedro Almodóvar, 2006), cuando con su cabeza rapada y su cruda cara lavada acabó de arrebatarnos el corazón con ese acento perfecto de española pueblerina al interpretar a Agustina, una estoica e insegura enferma de cáncer. Esto le valió el premio de mejor actriz en Cannes junto al resto del reparto y una merecida nominación al Goya.
Su consagración fue en 2009 con la esperadísima “Los Abrazos Rotos”, una decepción para muchos fanáticos de Almodóvar pero un placer para los seguidores de la Portillo, en cuyo personaje – Judith García – recae el peso de la historia, con lo cual repite su acostumbrada hazaña de echarse la cinta a la bolsa. Al margen de la trama, el filme cobra vida cuando la Portillo entra en escena: para muchos, es su profunda y memorable actuación lo que hace que merezca la pena.
Sin pena y con mucha gloria: indudablemente, Blanca es una de las artistas dramáticas más destacadas de los últimos tiempos. Una prueba fehaciente de que fama desmesurada y talento a veces no se llevan. Sólo hace falta invocar el personaje y – aunque quizás no recordemos datos de la vida real de la actriz – tendremos la certeza de intensidad e impacto en la interpretación. A sus 46 años, quizá no veamos a la Portillo en muchas portadas de revista, pero sin duda será maravilloso continuar siendo receptores de sus impecables actuaciones.