Qué sí y qué no para ver en Netflix
Qué ganitas de volver a escribirle y compartir con usted después de tanto. Vamos allá.
Pues ahí tiene que ahora que todos dejamos la televisión y nos convertimos a la religión de Netflix, pensé que sería buena idea obsequiarle a usted cada semana dos recomendaciones de películas que se encuentran ahí. Una para que la evite por lo que más quiera, y la otra, para que la disfrute en cuanto tenga oportunidad.
Y es que si no está usted siguiendo alguna serie en particular ¿Ha intentado buscar una buena película y terminar por apagar el control y mandar al carajo todo porque no se decide? Pues ya no sufra más. El propósito de esta sección será evitarle la pena de gastar tiempo para que aterrice en una de las peores opciones.
¡Bienvenido! Y gracias por dejarme entrar a sus ojos.
¡La mala!
Empezamos con un poquito de cine español y para mi sorpresa, mal. “Embarazados” es una comedia romántica del 2016, protagonizada por el grandísimo (pero aquí ínfimo) Paco León y Alexandra Jiménez, bajo la dirección de Juana Macías.
Fran (Paco León) y Alina (Jiménez) son una pareja que ya rebaza los 35, súper guay, que parecen tener la vida resuelta y un amor que es supuestamente sólido. Pero qué cree, que todo se empieza a ir al carajo a causa de la búsqueda desesperada por convertirse en padres.
Mire, si usted se anima a verla, (que espero que no, que ya para eso me sacrifiqué yo por usted) observará que tiene una fotografía muy rica, de esas que se antojan para meterse en ellas y que incluso nos suelta por ahí musiquita muy linda, pero no es suficiente. Las actuaciones rayan en lo simplonas y pasada la hora de cinta, uno se aburre y empieza a pensar que podría haber aprovechado el tiempo para otras cosas, como dormir, ir a hacer la compra o contemplar el techo.
Es una cinta bien mediocre ¿y sabe por qué? Porque cuando se pudo haber dado un twist fantástico que hubiera dejado a esta peli en la opción de ¡La buena! A su directora le dio miedo no cerrar la historia con un final por demás pendejo. Las actuaciones secundarias se quedan en eso y no aportan un carajo. Pena por el reparto y por esos directores que en su afán de querer reflejar una historia personal, no terminan por entender que hasta para eso, hay que tener gracia y un poquito de por favor.
Hágame caso y cuando la vea en su menú opcional, pase de ella. Créame, es UNA HORA Y 40 de su vida que no querrá desperdiciar.
¡La buena!
Si usted como yo no tuvo la oportunidad de ver en el cine “Sing Street”, hágase el favor. Ésta cinta también del 2016, de John Carney, tiene como protagonistas a puro chavito fantástico y desconocido que nos entrega actuaciones pueriles y bellas. Hay tanto bueno qué decir de la película que se me atrabancan las palabras… mire, la historia es tan bella como simple. Un adolescente que se enamora de una chica mayor que él, un colegio opresor y las ganas por hacer algo que lo cambie todo, desembocan en una banda musical que conquistará su corazón.
Desarrollada en plena época de los ochentas, Sing Street nos ofrece por un lado, el panorama de la Inglaterra pobre, con desestructuración familiar y dientes horribles. Y por otro, la eterna dadora de la que es quizá, la mejor música.
Retroceder a la adolescencia propia y suspirar con un soundtrack por demás espectacular (no solo por los éxitos de The Cure o Duran Duran) que revive los recuerdos mejor guardados que usted y yo podamos tener, es parte del encanto de esta película por demás deliciosa, divertida y esperanzadora.
Sing Street es fresca y nos confirma muchas cosas. Como que el bullying siempre ha existido y nosotros (los mayores a los 30 y tantos) sobrevivimos a él sin ningún tipo de trauma, que el amor nos obliga a hacer locuras que muchas veces resultan la razón de nuestra vida, que la imaginación no tiene límite cuando uno así lo desea y que el lazo que todos aquellos que tenemos un hermano mayor, podemos lograr, está lleno de magia, de ésa que uno siente cuando desempolva los casetes y escucha su pasado en una grabadora.
¡Nos leemos la siguiente semana!
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