Qué sí y qué no ver en Netflix
Buen fin de semana para todos los lectores de este bendito recinto dedicado al bonito arte del cine y a que usted, gente bonita, con principios cinematográficos y buen gusto, no desperdicie su precioso tiempo en buscar y terminar viendo algo que no vale la pena.
La quincena se siente todavía fresca; sin embargo, nunca falta el que ya se la gastó y hará penitencia cuaresmeña aprovechando estos días de guardar. Así que para ellos y todos los que tenemos la dicha de tener Netflix en nuestras vidas, aquí les van sus recomendaciones palomeras hechas en casa.
¡La mala!
Tuve mis reservas de poner a La vida inmoral de la pareja ideal dentro de las malas películas, pero analizándola fríamente no merece estar dentro de lo mejor que nos ofrece Netflix. Porque sí bien es cierto que el soundtrack es muy bueno (para aquellos chavorrucos que como yo, gustan del rock de los 90) no le alcanza para decir: qué buena movie.
¿Sabe por qué? Porque no sé usted, pero yo me esperaba más, porque la historia tiene un inicio interesante hasta pero por ahí del minuto 10, donde uno ya predice que el amor vencerá. Y ya lo demás, la historia del romance que vivieron Ceci Suárez y Manuel García Rulfo, se predice. O sea, empieza como una buena propuesta y me atrevo a decir que las actuaciones de los chavitos Ximena Romo y Sebastián Aguirre, llegan a cautivar.
Pero de ahí en más, termina siendo una historia revuelta de la misma pendejada que les ha dado por vendernos como comedia romántica hecha en México. Y uno se pregunta ¿Por qué?
¡La buena!
El mudo del Stand Up no es algo que precisamente se nos dé a los mexicanos. Desde que esa corriente o moda, o como usted quiera llamarle, llegó a nuestro país, muchos “comediantes” han intentado a diestra y siniestra lograr la risa a base de los chistes que se inspiran en la cotidianidad, en nuestros modos y costumbres y en lograr salir airoso de no quedar como un Teo González. Un Jojo-Jorge Falcón o un Polo Polo.
Pues bien, ahí tiene que entre tanto Adal Ramones de pacotilla, la odiosa Sofía Niño de Rivera y demás personitas nefastas y wanabes, me puse a ver con cierta reserva a Carlos Ballarta y su original: El amor es de putos. Tenía ganas de reírme y de no pensar, estar en la compañía de mi persona favorita y dejar de lado la seriedad. No me lo va a creer, pero me encantó, me gustó porque a reservas de que este muchacho sea o no ese greñudo, dark, emo, e inadaptado, su comedia mueve y resulta.
¿Por qué? Porque aborda la mexicanidad de una forma única, porque cuestiona, porque se sorprende a sí mismo y porque crea las situaciones más divertidas a partir de la desgracia y la miseria que nos rodea a diario.
Ballarta no es un niñito mimado que un día se levantó y dijo: ¡Aiññ quiero ser comediante standupero! No, cayó ahí por casualidad y por su genio (que es grande). Enseñándonos que el humor ácido es nuestra mejor aspirina para los dolores de cabeza que nos da vivir.
Anímese y ría sinceramente. ¡Véalo!
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