¡Que Viva México! = Michel Franco + La Parodia + Derbez
Después de toda la polémica, llega a las salas “¡Que Viva México!”, que con su exceso de metraje (3 horas) y la necedad de su director por ser exhibida en salas de cine a nivel masivo, confirman que más que una película, es una oda al ego estólido de un hombre que se cree el Alejandro Galindo/Luis Buñuel/Ismael Rodríguez en su burdo intento de hacer una crítica social a través del cine, pero que termina siendo una fusión espantosa de Michel Franco y el humor de la Hora Pico con la Parodia.
Pero estamos hablando de Luis Estrada, uno de los hombres cuyo cine tenía una discursiva interesante e ingeniosa, y que de manera satírica reflejaba la vida política y social de México ¿cómo es posible que haya caído tan bajo?
Critico social a través del cliché.
¡Que Viva México! habla de un hombre (Francisco) que, tras la muerte de su abuelo, regresa a su lugar de origen, un pueblo ruinoso llamado “La Prosperidad” para el entierro y la lectura de su testamento, dónde se produce un caos por la herencia.
Estrada a través de esta trama intenta hacer una crítica a la idiosincrasia de la sociedad mexicana desde una figura tan tradicional como es la familia. Hubiera sido ingenioso, de no ser porque utiliza todos los clichés dignos de una telenovela para dibujar a sus personajes, todos desarrollados desde el estereotipo; desde la familia de clase mediera (a la cual pertenece Francisco), clasista, volada, que se comporta como si fuera de un nivel socioeconómico más alto, hasta el retrato de la gente menesterosa (representada por la familia de Pancho), que no se les baja de ser una bola de arribistas y aprovechados, no hay ni un personaje contrapeso. El escritor poco se ha preocupado por pintarles una cualidad positiva, pero lo peor, la película se está vendiendo como una reflexión de nuestras vicisitudes cómo mexicanos ¡perdón! pero si planeas que el público intente hacer conciencia de sus comportamientos sociales, o construir un reflejo de una institución relevante, desarrollar a tus personajes de forma artificial y sin ningún matiz es patético, indulgente y hasta da la impresión que el escritor tiene cierto asco o recelo hacia este tipo de personajes.
Si, Estrada tiene razón en algunas cosas que plantea (familias con miembros abusivos, peleas por herencias, celos, envidias, resentimiento social, presunción), pero el problema es la abstracción de Estrada de estos conceptos, que parece sacada de un programa de televisión de quinta por un hombre que vive en una burbuja. Es difícil empatizar con ese tratamiento, siendo peor el hecho de que son escenarios comunes y ni siquiera tendría que ser tan complicado, lo que refleja a Estrada como un pésimo guionista.
Un humor corriente
Estrada tenía otra opción, podría haber seguido con este diseño de personajes clichés y hacer una sátira de estos estereotipos a través de un humor hábil e inteligente. Por desgracia, el “genio” utiliza la comedia más vulgar y corriente con chistes de pedos, caca, sexo, albures de pubertos de secundaria y prácticamente todos aquellos estereotipos de las películas básicas del cine mexicano, y por la cual cierta parte del público crítica, juzga y rechaza el cine nacional.
Las pocas partes que hacen una crítica social y política son poco sutiles e ingeniosas y con el hándicap de ser precedidas por un chiste de bajo nivel y que ni siquiera se articula con la discursiva de las escenas. Otro detalle es la repetición constante de gags o de chistes que funcionan a la primera, pero que posteriormente se vuelven fastidiosos y terminan por darle en la torre a la escena (el ejemplo perfecto es lo de los mariachis)
Literalmente parece que la cinta no la escribió un hombre mentalmente maduro, sino un mocoso que con solo oír la palabra “caca” o “pene” se carcajea y que cree que la vulgaridad sin sentido es lo más “edgy” y “cool”.
Una duración larga
Lo peor de este “carnaval de errores” es que dura 3 horas. Estrada se ha creído Peter Jackson y cree que su película es una “épica aventura, profunda” que merece ser contada en 3 horas, cuando gran parte del metraje pierde su tiempo en banalidades que no llevan a nada o ni siquiera contribuyen a explorar algún personaje. Por cierto, hablamos de que la mayoría de los protagonistas son unidimensionales y que quizás levemente presentan una distinción entre cada uno ¿cómo es posible que hayas desperdiciado el tiempo una hora y media en presentar el problema central de la película cuándo la mayoría de tus personajes son de una sola línea? La cinta es una pérdida de tiempo, de situaciones que no sirven para nada en la trama y que arranca ya casi transcurrido la mitad. El problema es que tampoco esas escenas presentan algún distintivo técnico en edición y fotografía, por lo que su justificación en el metraje suena más a capricho del director.
El final igual igualmente es largo, y termina reculando las muchas situaciones que la cinta ya había repetido (la secuencia final es un ejemplo).
Copiándose de otras películas
Otro detalle es que la discursiva de Estrada se siente sumamente repetitiva. Podría excusarse en qué gran parte del país no ha cambiado desde que filmó “La ley de Herodes”, pero él tampoco ha hecho algo por agregar una perspectiva o enfoque “diferente” (el ejemplo perfecto es el discurso de los gringos aprovechándose de los mexicanos, un tema que convirtió en una analogía situacional estupenda en la Ley de Herodes y que aquí termina por ser tan directo que pierde su gracia). El tema de la afectación de las clases medias siendo el sándwich entre el poder y la gente en situación de pobreza, lo manejó mucho mejor en ese estupendo e impactante final de “Un Mundo Maravilloso”, pero aquí la metáfora es construida de una manera sosa y quebrada, por lo que es menos impactante.
Estrada se había distinguido en tener un buen discurso en sus cintas, articulado, hábil e inteligente, pero su problema es que es un director que, en cuanto a edición y fotografía, es sumamente estático y poco propositivo. La falta de una narrativa poderosa termina por volver visualmente simplona a la película.
Algo positivo
El trabajo actoral es lo más rescatable, destacando a Cosío y a Alcázar, quienes interpretan a tres personajes distintos en la película y de los cuales establecen las diferencias de manera decente. De ahí el papel que más resalta es el de Angelina Peláez como “La Abuela”, quien tiene los momentos más ocurrentes.
Calificación
Guion: 1.4 – Discursiva repetitiva, tiene un humor horrendo y un desarrollo de personajes inexistente.
Dirección: 1.5 – El timing de la cinta es horrible y solo demuestran el ego de Estrada, sin una discursiva interesante.
Actuaciones: 1.6 – Lo más rescatable
Extras: 0.4 – Diseño de producción decente
Calificación – 4.9 Mala
Lo malo y que aún demuestra el ego de este director es el berrinche que le hizo a Netflix porque la distribuidora prefirió darle una exhibición masiva a Bardo y apoyar más a Pinocho que a él. Tremendo ego maníaco tienes que ser para creer que tu trayectoria es igual a la de dos ganadores del Oscar y reconocidos mundialmente cómo Del Toro e Iñarritu, y tremendo cinismo debes de tener para creer que con la calidad de esta película mereces el mismo apoyo o difusión que otras propuestas.
En pocas palabras, estamos ante una película excesiva en todos los sentidos, mediáticamente inflada, con una duración insoportable y con un hombre que en su burbuja, sin ningún tacto, sagacidad y desde el estereotipo, nos dice que como mexicanos que “no valemos verga”, y que desde su pedestal “porque es un hombre sensible e inteligente”, nos dará un reflexión profunda de lo mal que estamos como sociedad con el humor de excusado más barato que te puedes encontrar (algo así como los morros de prepa insoportables que por leer dos páginas del “El Anticristo” se sienten con la superioridad intelectual de cambiar la sociedad insultándote de una forma vulgar y patética).
Estrada ha intentando ser “provocador”, metiéndose con todos los sectores sociales (desde lo de ideología de izquierda, derecha, comunidad LGBT, feministas, clases desfavorecidas), el problema es que a sus “reflexiones aguadas” le han faltado (o más bien no tienen) “materia gris”, por lo que desde la estigmatización más rancia, la crítica sin argumentos suena más arrogancia y la sátira sin ingenio se vuelva una apología. Cuando te metes con ese tipo de temáticas delicadas sin el mínimo cuidado, puedes terminar cruzando la delgada línea entre el comentario y la ofensa (incluso accidentalmente).
Estrada nos hizo creer con su polémica de quinta (que ni siquiera era una censura sino un pleito entre Netflix y el) que estaba escondiendo un tesoro fílmico, pero por desgracia cuando lo encontramos descubrimos que en lugar de lingotes de oro, había polvo y piedras. Lo peor es que les aseguro que se va curar en salud diciendo que: “Esta película no es para todos “, “Ya sabía que nos íbamos ofender porque no sabemos afrontar la realidad”.
¿Qué le paso a este director tan acertado que en su momento nos regaló joyas como “El Infierno”, “La Ley de Herodes”, ¿“Un Mundo Maravilloso”? ¿Por qué cuando le tocó criticar a una institución que no fuera la iglesia, el gobierno o cualquiera de los símiles en cuestiones de poder no pudo hacerlo de manera acertada? ¿Será que en el fondo su visión de la sociedad mexicana (quitando a las elites y a las autoridades) está basada en los clichés más añejos, recalcitrantes? ¿O quizás su estilo ya está demasiado desgastado y tras 23 años y 4 sexenios Estrada ya no tiene nada más que decir y solo es un “malabarista de un solo truco”?
Solo nuestro estimado Luis Franco Derbez o Eugenio Michel Estrada lo sabrá.
1 Comment
A Luis Estrada se le acabaron los argumentos, esta pelicula debia haber sido una de dos, o esa pelicula que muestra que Mexico podia salir adelante con los discursos de su Mecenas, o de que Mexico estaba igual o peor, era su momento y decidio atacar por otro lado y cuando no tiene un argumento para criticar o alabar al gobierno actual como lo hizo en las cintas anteriores, Que Viva Mexico pasa a ser como un automovil sin motor… frente a los estupendos autos deportivos que hizo con sus historias de izquierda