¡Que viva México!: Mucho pedo para cagar aguado
Por ahí hay una máxima que dice “entre más ruido hace la película, más mala es”, y desgraciadamente esto pasa con la nueva entrega del director Luis Estrada. Si bien Estrada tiene una reputación aceptable con los temas políticos y sociales que toca, esta en particular ha llamado más la atención por los problemas que tuvo para su distribución.
Les platico rápidamente el chisme, pues cuenta Estrada que tardó algunos años para escribir este guion y otros tantos en conseguir los recursos para hacer la película. Ya no tuvo oportunidad de aplicar para el desaparecido FIDECINE, le agarró la pandemia y por fin, recibió el apoyo de Netflix. Para ese momento la película ya salía más cara porque se filmó en épocas de pandemia y había que pagar muchos protocolos y esas cosas. Por fin, se terminó, y se iba a estrenar en la plataforma el año pasado, sin embargo, estaba a la par de dos grandes directores, Guillermo del Toro con su Pinocho, y Alejandro González Iñarritu con su Bardo. Al parecer, las tres obras iban a estrenarse solo en la plataforma, pero de última hora, se decidió que Bardo y Pinocho fueran a salas de cine para que pudieran participar en la carrera del Oscar y diferentes premiaciones, cosa que molestó mucho a Estrada. Se peleó con Netflix, les pagó los derechos de su película y se la llevó a ofrecerla al mejor postor. Este fue Sony Pictures, y así fue como llega ahora a las pantallas de cine.
Esto elevó las expectativas sobre la película, además de un buen trailer de promoción. Todo parecía indicar que la película sería una crítica al gobierno actual de la llamada 4T, y de alguna manera si lo es, pero Estrada va un poco más allá y hace una crítica a la sociedad mexicana, que puede ser toda la de latinoamericana. Nos dice que no importa quién nos gobierne, si lo que no cambia es el pueblo. Por medio de una familia intenta representar los diferentes estratos sociales y como es que interactúan. Una muy buena idea, pero el problema es que nos los explica tan detallado y minuciosamente que nos entrega una película de 3 h 11 minutos que se sienten como el doble.
¿De qué va? Pues todo empieza en una colonia elegante que, al principio, no se sabe si es México o Estados Unidos, donde vive Francisco Reyes (Alfonso Herrera) con su esposa Mary (Ana de la Reguera), y están celebrando una elegante cena para el jefe de Francisco. De repente entran dos tipos que parecen de la época de la revolución con escopeta en la mano diciendo que son el padre y el abuelo de Francisco. Arman un zafarrancho e intentan fusilarlo, peeero esto es un sueño y ahí nos explican que Francisco tiene años sin ver a su familia, no porque no pueda, sino porque no quiere, y esto lo atormenta. Al día siguiente empieza a recibir llamadas de su padre, a las cuales se niega todo el día, hasta que en la noche, toma la llamada y este le avisa que su abuelo Pancho ha muerto y necesitan que vaya al pueblo porque no se puede leer el testamento al menos que este la familia completa reunida. Mas por ambición que por otra cosa, Francisco va al pueblo con su esposa, dos hijos y hasta la muchacha del servicio.
Desde el primer acto, la película se siente demasiado lenta, las escenas se estiran mucho y pareciera que suceden cosas, pero no sucede nada. Los conflictos están como flotando en el aire, mientras se repiten las mismas situaciones. Se siente como una especie de Deja Vu y empiezas a recordar otras películas del mismo director. Entonces, caes en cuenta que son los mismos actores haciendo los mismos papeles con los mismos nombres y diciendo los mismos diálogos en diferentes situaciones, ósea ¡todo está reciclado! Quiero pensar que es una metáfora de lo que nos quiere decir Estrada, que en México seguimos repitiendo los mismos errores a la hora de escoger los gobernantes y sigue pasando lo mismo, solo que ahora peor. O, por otro lado, Estrada se está convirtiendo en lo que pretende criticar. No sé, espero que sea lo primero, porque entonces no se explica cómo fue que tardó tanto en escribir un guion que prácticamente ya tenía.
Pretende ser una comedia negra y casi lo logra, pero ahora se va por la fácil, haciendo chistes vulgares de pedos, haciendo pipí, cacas o enseñando las nalgas, perdón, pero siento que esto le baja mucho la calidad a la comedia y que, por lo menos yo, hubiera preferido el pastelazo.
Hay referencias a sus propias películas pero, también a Un lugar sin límites y particularmente a Los Tres Huastecos, porque Joaquín Cosío y Damián Alcázar hacen cada uno, tres papeles diferentes. Resalto el de Alcázar, que hace de unos trillizos, un padre de familia, un político y el otro un sacerdote. Hay que decirlo, a pesar de que está muy bien en sus papeles, no tiene tan buena producción como lo fue en su momento la de los Tres Huastecos, y se nota mucho el doble y la edición no es tan buena. Alfonso Herrera y Ana de la Reguera están muy bien en sus papeles. También actúan Ana Martin (muy desperdiciada), Angelina Peláez, Luis Fernando Peña, Mayra Hermosillo, Silverio Palacios (también, muy desperdiciado), Sonia Couoh, Adriana Louvier, Salvador Sánchez ( que también hace dos papeles) y otros tantos más, ya que si algo hay en esta película, son un montón de personajes.
No es lo mejor de Luis Estrada, si bien es alguien que siempre ha sido crítico del sistema y muchas veces lo ha logrado, esta vez se siente engolosinado más con la producción que con la trama o lo que quiso decir.