Radical: Desgraciadamente tiene a Eugenio Derbez
Supongo que una “ganadora” de Sundance debe tener algo de calidad para ser considerada con ese mote, incluso si ese galardón fuera otorgado por la audiencia en algo llamado “La Favorita del Público”. Con ese precepto y a pesar de mi aversión hacía la figura de Eugenio Derbez, tomé el riesgo solo para toparme y corroborar dos realidades de este mundo fílmico: en efecto, hay cierta calidad en una “ganadora” de Sundance, y más que una realidad, Derbez es una presencia repugnante para las artes fílmicas.
Radical no es una película mala, dista de serlo, pero su desarrollo es tan convencional, cliché y mediocre que se asemeja a cualquier telefilm del montón. Su director, Christopher Zalla, persigue un solo un objetivo, que es el hacer que con cada plano, diálogo y momento dentro de un aula, se te corra la lágrima ¡Y lo consigue! El punto negativo es que el forzamiento es tan cínico que ningún diálogo o interacción se siente natural y/o creíble, como si una serie de niños y adultos deletrearan algo en un salón de clase sin ninguna pizca de sensibilidad, impuestos u obligados a una tarea que no quieren hacer.
El problema se agrava –dentro del aula– cuando es notable que el único que se quiere hacer “el natural” es el maestro, un actor que no da para más que sus ya acostumbrados registros “tragicómicos” con las mismas expresiones, y una notoria incapacidad por transmitir tanto el conflicto como su contexto. Lo irónico es que Eugenio lo ha hecho un poco mejor en el mismo papel (CODA), pero sin un guion al menos “adecuado” y con una dirección vaga, el pobre “Lonje Moco” solo lleva a cabo otro de sus insolentes arquetipos.
Pero nada es radical con “Radical”, pues Zalla de manera curiosa hace que su relato mejore tanto en dinamismo como en credibilidad –fuera del aula-, cuando la película adquiera un contexto social centrándose en los tres vehículos protagónicos infantiles. La dirección mejora de manera impresionante alejada de la adulación a Armando Hoyos, e incluso por momentos encausando buenos cuadros y actuaciones dramáticas de sus niños actores y las tres construcciones de sus entornos y/o conflictos.
Aunque Zalla explora la realidad en la que muchos niños mexicanos se encuentran gracias a la precariedad del sistema educativo, la corrupción política y el narco, desgraciadamente no profundiza en ninguno de los tres conflictos para solo enfocarse en el microcosmos de cada uno de los protagonistas. Aunque esto ayuda a la cinta en un principio, también es cierto que al final la perjudica al hacer que su clímax tenga una resolución bobalicona y cliché. Ya todos la hemos visto, parte del folclor del mismo subgénero de aulas, pero que a diferencia de muchas otras (algunas de ellas joyas) queda como algo insignificante dado el peso del contexto propuesto. En otras palabras, Zalla “se echa la soga cuello”.
Pero espere “¡Óigame no!” Hay que decir las cosas como son, y es que una lloradita hacía el final de la cinta (arma promocional para engrandecer a un producto) no te convierte en un buen actor. Lo de Eugenio es deplorable. No solo su incapacidad es obviada en sus escenas compartidas con Daniel Hadaad (un rescatable elemento de la cinta), sino también con todos y cada uno de los niños. No es que se demerite la labor del director y de los actores infantes (pues estos son lo mejor de la película), pero se esperaría que alguien con la “EXPERIENCIA” de Derbez pudiera al menos equiparar la naturalidad del reparto, incluso tomando en cuenta “lo privilegiado” que son estos al estar a su lado ¿O acaso no es lo que parte del público ha hecho? Endiosar a un mezquino cómico, actor, productor y payaso.
El nepotismo impuesto por su madre (Silvia Derbez, excelente actriz, que descanse en paz) se extiende y se entiende cuando ves que “Radical” tiene otros dos grandes favores, el de “Garantía Cinépolis” y el de Videocine, organizaciones en donde Derbez tiene mucho peso.
Radical no es una mala película. Zalla logra momentos interesantes cuando su cinta no es secuestrada por Derbez ¿Pero saben qué? Radical pudo haber sido mejor con cualquier otro actor interpretando al Maestro Sergio. No es ningún privilegio estar a lado de Eugenio, es un castigo.
P.D.: En estas películas moralinas, mediocres y telenoveleras, repletas de clichés y forzadas a causarte la risa o la lágrima con todos los elementos histriónicos, de guion, sonoros y visuales posibles, existe un ejemplo mexicano mejor que esto. Se llama “El Profe”, que incluso dentro de la total decadencia de Cantinflas es infinitamente mejor a esta cinta
1 Comment
Pues me parece que si “su desarrollo es tan convencional, cliché y mediocre que se asemeja a cualquier telefilm del montón.” Entonces sí es mala. No hay porque disfrazar en vestimentas de falsa empatía la objetividad de una crítica. Si la película es mala, es mala. Simple y real.