Ramona Flowers Takes Off: Nos timaron
Imaginen que van a un restaurante por una hamburguesa, eso es lo que se les antoja comer. La piden al camarero y al momento de que les entregan la hamburguesa, resulta que lo que les dan es sushi “porque es lo que hay y te jodes”. Podrían irse a otro restaurante que les dé lo que quieren, pero el dueño del lugar sabe que esa sería la salida fácil, de modo que les exige que se queden hasta que se acaben el sushi. Sabiendo que no ocurrirá algo diferente, sólo se lo comen y ya. El sushi sabe bien y los llena, pero están insatisfechos porque eso no era lo que querían, pero “es lo que hay y te jodes”.
Pues bueno, eso acaba de pasar con este spin-off del cómic de Bryan Lee O’Malley, que a pesar de ser entretenido, es un producto embustero que se aprovecha de la fama del material original para entregar una serie que, de haber tenido otro título y una mejor escritura, tendría un recibimiento completamente diferente. Ahora que ha pasado un tiempo y se han calmado las aguas, hay que ver más a detalle a “Ramona Flowers Takes Off” (teniendo en cuenta la metáfora que les acabo de hacer, me rehúso a darles mala publicidad y referirme a esta serie por el “título oficial” que tiene).
Últimamente han aparecido muchos proyectos hechos con tal de revivir franquicias para beneficiarse de las posibles ganancias de los fans, el problema es que la nueva perspectiva no concuerda con el material base y por lo general sirve de excusa para que los nuevos responsables lo usen para desquitarse de sus problemas personales (en vez de hacer algo más lógico como ir al psicólogo). Esto ya le pasó a He-Man, Scooby-Doo, Thundercats, Los Jóvenes Titanes, y ahora le acaba de pasar a Scott Pilgrim, con la diferencia de que el creador original está involucrado como productor (por lo tanto, cometió seppuku).
Al principio, parecería que todo marcha bien: el estilo de dibujo se apega mucho al del cómic, con el añadido de seguir la historia de la película (jalada, pero divertidísima y muy romántica), y le agrega ciertos detalles distintivos, como el uso de la iluminación y la coreografía durante las escenas de acción. Incluso, los 8 capítulos que abarca esquivan el padecimiento que tienen muchas series actuales (convertir sus episodios en mini-películas de 1 hora). El problema es que, tan pronto acaba el primer capítulo, toma un camino alterno que ya no tiene nada que ver con lo que prometieron los trailers.
En el afán por otorgar algo diferente, la serie da un giro brusco de 180 grados que pulveriza el concepto original. Por lo que ésta ya no es la historia sobre un chico que debe luchar por la chica de sus sueños (y que cada batalla con los ex lo hará madurar de cierta forma), sino que ahora es una trama de misterio en la que la chica de sus sueños debe investigar a sus ex y a las personas cercanas al chico (con el que sentó cabeza por una semana) para saber qué le pasó y hallar al culpable de su desaparición. Y esto estaría bien… si no fuera por un pequeño detalle, pequeñito, pequeñito, pero que es muy, muy importantito: ¡La obra se llama Scott Pilgrim!
Ahora, suponiendo que se siga viendo la serie independientemente de esto, se supone que los cambios están hechos para desarrollar más al elenco secundario, en especial Ramona y sus ex (quienes se quedaron a medias en la película). Sin embargo, las decisiones tomadas en el guion modifican su personalidad y comportamiento, la profundización acaba por desbaratar el carisma y la caracterización de los personajes. De manera que ahora Ramona es una chica que prefiere estar sola porque le teme al compromiso, todos los exnovios son malvados porque tienen problemas de autoestima, la banda de Scott está mejor sin él (Knives pasa de querer matar a Ramona a hablar con ella como si nada) y la causa de que la trama principal haya tomado este rumbo es por un giro que hará rememorar al de “Lightyear”. Estos cambios afectan más que nada a los personajes masculinos, quienes se ven retratados como pusilánimes, bobos e inmaduros (con las excepciones de Wallace, Matthew y los gemelos Katayanagi [o sea el gay, el indio y los asiáticos]. No es por sonar conspiranoico, pero…).
Tomando en cuenta esta perspectiva, resulta triste y decepcionante el desperdicio del personaje de Stacey, quien pasa a ser netamente un adorno (un insulto todavía mayor considerando que Wallace, Julie y Envy salen más y no cambian en nada). Como Scott está ausente en 5 de 8 episodios y todos piensan que está muerto, hubiera sido interesante dedicarle aunque fuera un episodio para profundizar en su relación, pues es obvio que no se llevan bien, pero todavía existe ese cariño entre hermanos. Pero no, nunca se le ve en estado de luto, apenas tiene diálogos y no tiene peso ni relevancia en la trama principal (si yo fuera Anna Kendrick, hubiera demandado a Netflix por hacerme venir a grabar un puñado de diálogos para nada). Da la impresión de que O’Malley se tomó demasiado en serio sus declaraciones sobre estar incómodo por haber metido a su hermana en el cómic original y la mutiló casi por completo.
En cuanto al resto del contenido, la comedia tiene escenas hilarantes como la meta referencia a la película o Wallace tirándose a Todd, pero también abusa de los guiños y el uso de groserías (el pitido no resulta tan gracioso como el cuadrado negro en la boca). El misterio en sí es muy lineal, lo que hace que la historia se vuelva plana muy deprisa. Eso sí, las escenas de acción están bien coreografiadas y la música es pegadiza, en especial el opening. Pero por más bueno que sea el apartado técnico, si el guion no complementa los visuales, hace que el producto final parezca más interesado en la estética que en el fondo.
Si O’Malley hubiera promocionado esta serie como el spin-off enfocado en Ramona que realmente es, tendría mucha mejor aceptación y no habría tanto problema con las decisiones que tomaron, pero al no haberlo hecho, hacen que parezca una treta en la que los fans cayeron por el gusto que le tienen al cómic y la película. No importa el esfuerzo conmensurable para traer de vuelta al elenco original (tanto en inglés como en la versión doblada) o que Edgar Wright funja como productor ejecutivo, si no hay honestidad ni confianza en el proyecto detrás de cámaras, todo se queda en un intento por quedarse con tu dinero y tu tiempo.
Como comedia romántica y de misterio puede ser entretenida, pero como continuación de Scott Pilgrim no funciona. Cualquiera que no conozca la obra y quiera darle la oportunidad, mejor lean el cómic o vean la película, no se conformen con lo primero que encuentren “porque es lo que hay y te jodes”.