Red, White & Royal blue: ¿Es esta la evolución del entretenimiento audiovisual LGBT?
Las comedias románticas con protagonistas LGBT+ no son nuevas, comenzaron a ser regulares a finales de los 80’s e inicios de los 90, pero no eran propiamente la chick flick hollywoodense que hacían reinas del género como Julia Roberts o Meg Ryan. Si bien el desenlace era casi siempre feliz y esperanzador, el camino para llegar ahí era muy diferente al que vivía por ejemplo Vivian para poder estar con Richard Gere.
La visibilidad que inicialmente había en el cine era más en un tono de denuncia social, concientización (por la pandemia del SIDA) y, sobre todo, mucho drama y sufrimiento. En ellas, las personas LGBT+ siempre sufríamos de sobremanera por algo, un algo muy distinto al sufrimiento del grueso de la población; ya fuera una discriminación sistemática, auto censura por sociedades rígidas o simplemente opresión para vivir las vidas que queríamos. Obras tan grandes e importantes como Boys don’t cry, Philadelphia o Transamerica fueron reflejo fehaciente de todo lo que los LGBT+ teníamos (en muchos casos vigente hasta nuestros días) que vencer sólo para sentirnos seguros siendo quiénes somos en un mundo hecho por y para los hombres (en su construcción más varonil y anticuada). A partir del nuevo milenio, la evolución de las cintas con esta temática comenzó a darse un poco más hacia los demonios internos de cada persona, en cintas como Todo sobre mi madre (cualquiera de Almodóvar, la verdad) o A single man veíamos a los protagonistas sufrir más por sentimientos internos auto reprimidos que por la sociedad.
Ya en los 2010’s empiezan a surgir nuevas visiones de lo LGBT+ mucho más cercanas al arquetipo de comedia romántica que conocemos, donde el único obstáculo que tienen 2 personas para estar sentimentalmente juntas es una mera bobería. La mayoría de estas entregas eran producciones menores, dirigidas a nichos específicos y con presupuestos limitados. En 2018 Love, Simon se anuncia como la primera comedia romántica gay producida por un gran estudio hollywoodense, la 20th Century Fox, y a pesar de que era una comedia romántica en todas sus palabras, seguía habiendo ese halo de conflictos como salir del closet, dejar de hacer las cosas que como hombre la sociedad espera de ti, etc. Ya el año pasado Bros parecía que podía darnos una comedia romántica gay en toda regla, una que no nos diera pena presumir con amigos y familiares; al final se perdió un poco y terminó siendo un producto netamente para el nicho LGBT, condenando su trama y gags a ser entendidos casi exclusivamente por ellxs.
Hace un par de semanas se estrenó en Prime video Red, White & Royal blue, producida directamente por Amazon y cuya premisa es simple, el hijo de la presidenta de EEUU y un príncipe de la monarquía británica cruzan sus caminos desatando una casi crisis diplomática entre ambos países. Ante todo el hype que tuvo en redes sociales, me negaba a verla, principalmente anticipándome a que la película sería mala (que sí lo es), considerando el historial de producciones del estudio.
Decidí verla, y efectivamente, cinematográficamente es bastante regular tirando a mala, no propone ni arriesga nada nuevo que no se haya visto en el género. Sin embargo, después de verla, y sobre todo, de disfrutarla (los gags son TAN clichés que son MUY divertidos) me quedé pensando en que sí hay algo que parece nuevo: los protagonistas gays sufren por boberías, tal como lo hacían Julia, Meg o JLo. ¿Es acaso que ya llegamos a eso que ansiábamos? ¿Vivir (y sufrir) nuestras vidas como lo hace todo el mundo? En ningún momento de la película hay un sólo esbozo de discriminación, ofensa o ataque por ser homosexuales, vamos, ni por el personaje del Rey de Inglaterra. Tampoco hay un momento de inflexión dolorosa donde los personajes tengan que sufrir por presentarse como homosexuales; sólo dicen ‘me gusta un él’ y ya está. Un sueño.
Estamos hablando de una película que, si bien no tiene una distribución en salas, sí tiene un alcance masivo. ¿Estamos ya ahí para que las masas se coman nuestras historias rosas con todo y sus estereotipos e inclusiones? Porque eso sí, los protagonistas son cuasi dioses, atléticos, perfectos y buenas personas, sin mencionar que uno de ellos es de ascendencia latina y de ‘clase trabajadora’. Ahí se nos cae un poco el discurso, PERO, ¿no son así también las comedias románticas heteronormadas?
En conclusión: ¿Le sobran 2 horas el domingo y quiere descansar el cerebro viendo una película palomera y divertida? Póngase Red, White & Royal blue y abrace la inclusión; no se preocupe, a diferencia de otras ideologías, acá no le van a intentar aleccionar ni querer disuadir para que se pase al lado rosa. Que no estaría nada mal, porque seguro tiene una persona cercana que es LGBT.