Reflection in a Dead Diamond: James Bond para pervertidos
Competidora por el Oso de Oro del Festival de Berlín y ganadora del premio de la crítica en Sitges, Reflection in a Dead Diamond definitivamente se lleva el galardón a la película visualmente más surreal y bizarra del año, y aunque narrativamente puede llegar a ser un poco desesperante debido a su reiteración, su atrevimiento paródico es tan cínico y gráfico que hasta podría funcionar como una crítica hacía la normalización de la misoginia, la violencia y los clichés del subgénero de espionaje, en especial hacía los filmes de James Bond

El compromiso de la audiencia hacía con Reflection in a Dead Diamond se estipula desde el inicio cuando los directores Hélène Cattet y Bruno Forzani establecen dos líneas temporales que mezclan los recuerdos y las vivencias de un violento agente secreto; una de ellas, la presente, establece que nos encontramos ante el ocaso de su figura, en una última misión que parece desentrañar sus más oscuros secretos; en la adyacente, ante las memorias de su siniestro pasado, repasando una serie de eventos e interacciones que han marcado su vida.
El elemento surreal no es progresivo, sino constante, y el principal valor de Reflection in a Dead Diamond es que dichas líneas funcionan como complementos y no simplemente como un presente con “flashbacks”. La narrativa cruza los recuerdos y las interacciones para literalmente no solo volver loco a su protagonista, sino también al espectador, invitándolo a un viaje psicotrópico que logra hipnotizar con una serie de imágenes que, en alusión al diamante, revela varios reflejos y realidades, mostrando que tan alterado se encuentra nuestro protagonista.

Pero a diferencia de otras experiencias fílmicas oníricas – surreales, Reflection in a Dead Diamond consigue conectar con un objetivo y/o línea argumental, que es la degradación mental – física de su agente. Conforme la trama avanza y la misión actual despierta en él las memorias y conexiones con su pasado, la alegoría del “diamante muerto” toma relevancia y significado hacía con el ocaso de este, en una especie de exploración esquizofrénica por la disociación de su realidad y la llegada de una misteriosa mujer de su pasado ¿Es ella real? ¿O solo la materialización de su deseo y obsesión por aquella asesina a la que siempre persiguió?
Entre este conjunto de realidades, presentes, pasadas e imaginarias, se asoma la accidental distinción que persigue este filme, y que es ser una parodia bastante violenta sobre el 007, como si el objetivo de los directores no solo fuera burlarse, sino también poner en otra perspectiva la violencia y la misoginia hacía la mujer, así como el uso de gadgets y otras armas que pueden rebanar, asesinar, destazar y sacar ojos sin ningun “deus ex machina” de por medio que salve al agente, su presa o compinches en cuestión. El uso del “diamante” como principal metáfora no es nada accidental, y es que Reflection in a Dead Diamond es como James Bond, pero para pervertidos(as)

En la parte negativa y aunque la duración de su metraje se agradece (87minutos), el bombardeo sensorial y sus tan hipnóticas como bellamente violentas secuencias surreales no justifican del todo su reiteración. Los directores centran las líneas temporales en un par de eventos y en la presencia de una asesina agente, la obsesión del protagonista, pero la repetición de momentos y variadas secuencias pueden llegar a cansar incluso al más paciente de los adeptos a dicha corriente fílmica, aunque no se niega el agradecimiento por el cuidado de sus imágenes y esa atmósfera retro que la hace aún más interesante.
La presencia de Maria de Medeiros engalana la puesta en escena, así como también los actores Fabio Testi y Yannick Reiner como la proyección vieja y joven (respectivamente) del agente protagonista, este James Bond sangriento, sin escrúpulos y en una espiral de auto destrucción y demencia que parece haberlo llevado hasta el límite

Reflection in a Dead Diamond es la película más pinche loca del año, una gozada para aquellos entes surreales y/o que disfruten de ver otra visión crítica – paródica – homenaje a las cintas del subgénero y/o de James Bond. Vale la pena apreciarla y recomendarla como es, como una curiosa y solvente extrañeza del año fílmico, tan atractiva como repugnante (guacala que rico)