Robocop: Reflexiones de un mundo… ¿Futuro?
En un futuro no muy lejano, Detroit al igual que otras ciudades de la tierra está fuera de control. Aprovechando la situación, la corporación OCP (Omni Consumer Products) firma un contrato que los hace responsables del cuerpo de policía. Al mismo tiempo, tienen un detallado plan para crear Delta City, urbe que quedaría bajo su dominio absoluto.
Alex J. Murphy (Peter Weller), policía que en el cumplimiento de su deber es literalmente hecho pedazos a manos de una sádica banda de delincuentes, es reconstruido gracias a los avances científicos que combinan la robótica con la neurocirugía. Así nace Robocop el defensor del futuro, mitad humano, mitad máquina como anunciaba su estreno en 1987.
Robocop, dirigida por el holandés Paul Verhoeven y protagonizada por Peter Weller -a quién hoy recordamos en su cumpleaños- es una de las mejores películas de ciencia ficción de fines del siglo XX. Su argumento tiene ecos del Frankenstein de Mary Shelley y del género cyberpunk que contribuyó al éxito editorial de revistas como Heavy Metal.
Robocop en apariencia es simplemente una cinta de acción ultra violenta, protagonizada por un héroe vengador al que no le tiembla la mano a la hora de hacer justicia. Pero en el fondo hay más que eso. Robocop, es una profética y audaz metáfora sobre el feroz capitalismo que lo controla todo, a través de métodos que van desde la enajenación televisiva, hasta la violencia desmedida, quedando de manifiesto cómo un sistema gubernamental busca acrecentar su poder a costa de la degradación del sujeto.
El panorama inicial lo conocemos por un noticiero que aparece continuamente a lo largo de la película, ejemplo de como OCP ha monopolizado todos los medios; de igual forma sucede con un programa cómico aberrante y vulgar que se muestra en pantalla cada vez que alguien prende un televisor y que es disfrutado tanto por el dependiente de una tienda de autoservicio como por los criminales buscados por Murphy. A su vez, entre los recuerdos del policía cibernético hay uno también relacionado con un programa de tv, sobre un pistolero que el policía solía imitar para beneplácito de su hijo. Aquí, Detroit es un ejemplo de las sociedades cuya educación y formas de comportamiento están regidas por el llamado cuarto poder.
La violencia explícita causante de que la película fuera reeditada en numerosas ocasiones antes de su estreno con el objetivo de alcanzar una clasificación que aceptaran los censores, no es gratuita. Paul Verhoeven no hace gala de rudeza por capricho, era necesario que el espectador observara sin ningún velo, el contexto descarnado y terrible en que se mueven los personajes. La tortura que sufre Murphy por parte de sus captores está realizada con una manufactura excelente. A finales de los años ochenta, uno vería el filme por primera vez y pensaría “Ok, el villano le disparará en el brazo, un poco de sangre le salpicará la cara y será todo”. Pues bien, no solo somos testigos de cómo le hacen añicos la mano, sino de cómo sin piedad le disparan a quemarropa en una de las escena más crudas y realistas en la historia del cine (por lo menos en lo que a producciones hollywoodenses se refiere).
Murphy es ingresado de urgencia al quirófano y la prioridad del corporativo no es preservar la vida del individuo, su integridad poco o nada les importa e incluso, ante la posibilidad de salvar un brazo, deciden amputarlo. OCP quien ha reclamado al ser viviente como un objeto de su propiedad por la simple razón de que en su calidad de humano estuvo bajo su mandato, no lamenta el virtual fallecimiento de Murphy y por el contrario celebra el nacimiento de su nuevo producto: Robocop.
El ex-frágil policía ahora, convertido en un caballero de acero inicia una cruzada junto a su compañera la oficial Lewis (Nancy Allen) contra la delincuencia. En su cabeza es implantada una memoria computarizada y tres reglas básicas: Servir a la población, Proteger al inocente y Respetar la ley. La idea de entrar en la mente de un individuo para alterarla sería retomada por el mismo Paul Verhoeven en Total Recall (1990).
Robocop se convierte en el instrumento pacificador perfecto. Luce invencible, protector con las víctimas e implacable con los victimarios. Debo corregir y decir casi perfecto, porque en su mente reaparecen los recuerdos de una vida pasada. OCP es dueño de su cuerpo y de sus acciones pero no de los sentimientos que persisten y le devuelven un rasgo de humanidad. Como en el mito de Frankenstein queda demostrado que la ciencia no es infalible.
Los villanos forman una dupla muy interesante por su relación simbiótica. Por un lado está Boddicker (Kurtwood Smith), líder de la banda, violador, traficante y homicida oculto en una vieja fábrica, y por el otro, se encuentra Dick Jones (Ronny Cox), presidente de OCP que desde su oficina corporativa y tras la imagen de un líder visionario, dirige a la célula criminal que él mismo finge combatir. El argumento es por demás realista ya que plantea una pregunta que tiene una respuesta intrínseca: ¿Cómo justificar la existencia de la policía en un sitio en donde no se cometen delitos?
Cuando Robocop va a pedir a Dick Jones que se entregue tras descubrir su complicidad con Boddicker, hay una revelación espeluznante. Antes de capturarlo su sistema sufre una aparente falla. En realidad se trata de un impedimento basado en la tercera regla: Respetar la ley. En este sentido, hay un dilema moral ¿Cómo imponer el orden si los representantes de la ley son parte medular del problema? Al final Robocop elige hacer lo que la conciencia de Murphy le dicta y no lo programado en su cerebro.
Cierto es que Robocop, perteneciente al género de la ciencia ficción, más allá de las escenas de acción memorables, el diseño de producción, la música y toda la carga de adrenalina que la convierten en un blockbuster sensacional, es una película cuyo dircurso tanto literario como visual le otorgan un carácter de cine reflexivo siendo quizá la obra más personal del realizador holandés.
2 Comments
Muy bueno tu análisis. Pero creo que hay un error. La razón por la que Robocop no puede detener a Dick Jones es por la directiva 4, una regla oculta que le implantaron a Robocop para evitar que este atacara a cualquier directivo de la OCP. Por esta misma razón cuando el otro directivo despide a Dick Jones es que Robocop le puede disparar.
Gracias por la aclaración Pedro Hernández. Saludos desde Delta City jeje.