Robos y Regalos del Oscar (La década de los 80)
Comencemos por algo que todos sabemos: el cine norteamericano de los 80s es más recordado por sus películas abiertamente comerciales, imaginativas, libres, entretenidas y ajenas a toda pretensión de reconocimiento académico, que por sus fallidos intentos de “cine serio”. Esta situación pudiera ayudarnos a desentrañar cuál fue el mayor error que cometieron los premios Oscar a lo largo de todo ese decenio, y por qué las películas premiadas en este lapso de tiempo no son tan memorables como las de otras décadas: no reconocieron que los años 70s habían quedado atrás y que había que premiar otro tipo de películas. Los cineastas norteamericanos que habían logrado revolucionar la industria la década pasada se durmieron en sus laureles (a excepción de Spielberg o Woody Allen que incluso multiplicaron su prestigio). Scorsese ya no era el de Taxi Driver, Coppola lo dejó todo en Apocalipsis Now, Cassavettes había enfermado y Lucas continuaba embelesado facturando las ganancias que dejaban los muñequitos de su saga galáctica
Es en este hueco que dejó la abulia de los establecidos, en donde Hollywood aprovechó para darle al gran público lo que llevaba pidiendo desde el estreno de Tiburón y de Star Wars: entretenimiento puro. El público no quería “cháchara” intelectualoide como la que había sustentado al enorme cine de los 70s; quería desmadre, quería efectos, luces de neón y fantasía. Y vaya que la tuvieron. En los ochentas todo mundo se divirtió, en particular los ejecutivos hollywoodenses quienes veían como el espíritu de Wall Street se apoderaba de Los Ángeles, con yuppies que ahora mostraban los rostros de Michael Douglas, de Richard Gere, de Mickey Rourke y de Harrison Ford. Bueno, hasta el presidente de Estados Unidos venía de Hollywood.
Fue la época del capitalismo vil, del enriquecimiento a través de la enajenación del gran público y por ello las películas que más recordamos de los 80s pertenecen a esta corriente de hedonismo puro. Todos lo entendieron menos la academia de Hollywood, que nunca quiso reconocer que sus películas “serias” no tenían el nivel de las de 10 años atrás. Que Rain Man no era Rocky; que Memorias de África no era El Padrino y que Pelotón no era Apocalipsis Now. Quizás si los Oscar se hubieran subido al barco del desmadre, o hubieran entendido que el mejor cine provenía de fuera (como lo reconocieron un par de veces) se hubiera premiado a un mejor o más memorable puñado de películas. No hubo en los Oscars de los 80s Forrest Gumps, no hubo Padrinos, Cabarets, Pulp Fictions, ni películas “cánon”, pues éstas, como Volver Al Futuro, estaban en las salas, acaparando las marquesinas. Atrayendo al gran público. Pero a pesar de que los 80s no fueron ni de cerca los 70s, hubo premios Oscar. Y por supuesto, hubo robos y regalos. Recordemos:
1980
Como ya se hizo costumbre, a la Academia le gusta iniciar las décadas con su mayores injusticias y los 80s no fueron la excepción: Gente Corriente del gran Robert Redford le robó el premio a mejor película a Toro Salvaje de Martin Scorsese, consolidando así una de las peores “idioteces” en la historia de los premios. Podría ser tolerable lo de mejor película, pero haberle negado a Scorsese el premio de mejor director fue un error que la academia no acabará de pagar nunca (y eso que no quise mencionar a David Lynch por El Hombre Elefante porque mi llanto se hubiera alargado otras dos hojas). Y ya que estamos incendiarios, les recuerdo que ese año se estrenó la revelación paternal-espacial más recordada de la historia en El Imperio Contraataca, película que la academia no peló. En el rubro actoral, Mary Steenburgen se robó el premio de actriz de reparto que en un mundo ideal hubiera ido a parar a manos de Shelley Duval por “El Resplandor”. Y hablando de el resplandor y del robo a Scorsese a mejor director, me permito meter un poco mas de cizaña: ¿alguien vio en los 80s una película mejor dirigida que El Resplandor? A mi me la tendrían que enseñar
1982
Berrinchazo: dicen que Dustin Hoffman se mandó el llanto de la década, enfureciendo cuando Ben Kingsley le arrebató el Oscar a mejor actor por Gandhi. Para que no se pelearan, la academia le debió dar el premio al enorme Jack Lemmon por Missing. El primer regalito de la década en materia actoral: actriz de reparto a la hermosa Jessica Lange en Tootsie, donde interpretó a una rubia que no hace nada. Siendo honestos el premio a mejor director debió ir a parar a manos de Steve Spielberg por E.T y sus imágenes que han pasado a la posteridad. Como estamos en los 80s, es imposible no mencionar, que la academia le robó el premio a mejor canción a “Eye of the Tiger” de Rocky 3, aunque sabemos que en este rubro mientras mas “viril” sea la canción, menos oportunidades tiene de ganar. Y solo por mencionar: en 1982 se estrenó Blade Runner…….
1983
Imagínense como debió estar el año cinematográfico como para que la película “de Hallmark” La Fuerza del Cariño fuera la ganadora. Así mismo, en esa noche de 1984 la academia desperdició una de sus más grandes oportunidades al ignorar el apoteósico retiro de Ingmar Bergman con Fanny y Alexander y reconocerlo por primera vez en su rubro. Y aunque un Oscar de mejor actor para Robert Duvall no molesta a nadie, me sigo preguntando como se hubiera visto Al Pacino recibiendo el premio vestido de Tony Montana. El regalito de ese año: el de actor de reparto a Jack Nicholson por interpretarse a sí mismo en la ganadora de la noche. Ni él ha de saber cómo le hizo para ganar
1984
En el año que Amadeus se llevó merecidamente los premios gordos es inevitable preguntarse si la academia no equivocó el premio a mejor actor y mencionó a F.Murray Abraham en lugar del de Tom Hulce, aunque ambos debieron sucumbir ante Harry Dean Stanton, quién protagonizó la mejor película de ese año: Paris, Texas, de Wim Wenders, también estúpidamente olvidada en esa edición.
1985
Quizas el mejor año cinematográfico de la década que la academia arruinó dándole el premio principal a la “película para señoras” África Mía, robándole el mismo a El Color Púrpura de Steven Spielberg. Akira Kurosawa les vuelve a dar una gran oportunidad de reconocerlo con la grandiosa Ran, pero estos vuelven a dar clases de miopía y le entregan la mejor película extranjera a la argentina La Historia Oficial, que no desmerece en lo más mínimo. Surge una pregunta cinéfila: ¿si Volver al Futuro no se lleva al premio a guion original, entonces cuál sí? Y para cerrar con broche de oro, la mejor película de aquel año, Come and See de Elem Klimov, no fue tomada en cuenta. Difícil tomar en serio esa ceremonia.
1986
Otro estupendo año con una gran quinteta de películas en la terna principal. El rebelde con cámara Oliver Stone, hurta el premio a mejor director que debió recibir David Lynch por Blue Velvet, o en su defecto Woody Allen por Hanna y sus Hermanas. Regalo de regalos, la academia honra al gran Paul Newman con el premio a mejor actor por esa horrible película en que le encargaron a Scorsese potenciar la carrera de Tom Cruise: El Color del Dinero. Bueno hasta James Woods pudo haberlo ganado.
1987
El año de El Ultimo Emperador tuvo más robos que el tri-campeonato del América y aquí los denunciamos: Michael Douglas, en el que pareciera el papel más fácil que ha interpretado, recibe el premio de actor principal por Wall Street, robándole a la super estrella italiana Marcello Mastroianni el mismo. En el premio de mejor actriz se registró el más rotundo error actoral de la década: una guapa y encantadora Cher le roba con su Moonstruck el cantadísimo premio a Glenn Close por Atracción Fatal. ¿Quieres más? con gusto, Sir Sean Connery recibe un regalazo de actor de reparto por interpretar a un “policía de crucero” en Los Intocables de Elliot Ness, premio que debió engalanar la mejor actuación de ese año: la de R. Lee Ermey, el inclasificable General en Full Metal Jacket de Kubrick.
1988
Otra película “bonita pero olvidable” llamada Rain Man se lleva el premio gordo, desplazando a la incendiaria y valiente Mississipi Burning y sobre todo a su enorme director Alan Parker. Si tienes Expreso de Medianoche, The Wall de Pink Floyd y Mississipi Burning en tu filmografía pero Rain Man te gana el premio….quiere decir que no lo ibas a ganar NUNCA.
1989
La última entrega de la década fue absolutamente congruente con todo lo que se vio en el decenio: otra película de tintes “Hallmark” llamada Paseando a Miss Daisy se lleva el premio gordo dejando de lado dos joyas como La Sociedad de los Poetas Muertos y Crímenes y Pecados de Woody Allen. Oliver Stone se lleva el premio de Director que en la misma medida pudo merecer Woody Allen, Peter Weir y hasta el ignorado Spike Lee por Do the Right Thing. Los robados de la noche fueron Isabelle Adjani (como 8 años atrás por Possessión) en La Pasión de Camille, perdiendo con la mamona Miss Daisy, y Martín Landau en Crímenes y Pecados a quién Denzel Washinton le chacaleó el premio a actor de reparto. Cinema Paradiso gana la mejor película extranjera sí, pero, ¿era demasiado pedir por lo menos una nominación a la música de Morricone?