Selena y los Dinos: Lo que nunca viste de Selena.
Ohana significa FAMILIA. Y la de Selena Quintanilla no la ha abandonado en 30 años.
Historias, chismes y datos curiosos de la reina del Tex-Mex se han contado muchos, no sólo en películas (sí, te estamos viendo a ti, JLo) y series (aléjese de todas), sino también en varios documentales, por lo que encontrar algo innovador o relevante a tantos años de su muerte no es llamativo ni interesante. Pero si hay un común denominador entre todos esos productos que se han generado es que todos se mantienen al margen de los testimonios de la propia familia de Selena, en especial su papá, esa figura que los medios han dibujado como el personaje duro y obstinado que llevó a Selena a la fama por llenar el vacío de lo que no logró él mismo.
Por eso es que este nuevo documental, llamado de forma contundente ‘Selena y los Dinos’, resalta no sólo al tener la producción de la familia Quintanilla, sino porque eso les dio acceso a montones de material inédito, mucho de él, metraje casero y de acervo familiar, que legitima mucho de lo que es y fue Selena.
Durante el Q&A de Selena y los Dinos en la pasada presentación del Festival de Sundance CDMX, la directora, Isabel Castro, mencionó que fue la propia familia quien la buscó para sacar avante este proyecto, pues después de 30 años, por fin estaban listos para hablar y contar ‘su versión’ de la vida de la cantante texana. Y es que Castro no es ajena a las vicisitudes de ser mujer mexicanoamericana en un entorno bicultural a menudo adverso, como lo demuestra en su largometraje previo ‘Mija’.
Isabel Castro nos entrega en Selena y los Dinos un storytelling perfectamente lineal, iniciando con el background de Abraham Quintanilla y su deseo de pertenecer a una industria musical en un país que, hasta el día de hoy, no los ve como artistas de valor. Generalmente en los biopics que producen las familias del personaje vemos cómo se romantiza todo acerca de, encumbrando al famoso a cuasi una deidad; por eso acá sorprende un poco que, aunque de forma sutil, se muestran aspectos negativos no sólo de la familia (vemos incluso varias escenas de una Selena abrumada, molesta o harta de algunas situaciones), sino del tono que reinaba en una industria hecha por y para los hombres. Fortísimo ver como Raúl Velasco (que ojalá no descanse en paz) le pide a Selena que se dé una vuelta para mostrar sus atributos físicos, haciendo hincapié en que eso es lo que más espera el público, masculino claramente.
La directora no se limita en embelesar al espectador con todo el carisma y personalidad de la cantante, equilibrándolo con escenas más crudas donde vemos aspectos como el machismo de la familia o los obstáculos para llegar a la cima. Tiene mucho cuidado en no caer en el sentimentalismo, que obviamente hay escenas en que es natural que se salga una lagrimilla, pero nunca busca ni aleccionar ni sacar lágrima fácil, lo cual sería muy sencillo.
Es verdad que hay cosas en Selena y los Dinos que pudieran mejorarse en cómo se cuenta todo, especialmente la parte musical, que no da mucho pie a identificar las etapas de la cantante, y también, a que uno baile y cante con gusto. Hay que aplaudir la pericia (aunque seguramente fue un encargo de la familia) de hablar, prácticamente, nulamente de Yolanda Saldívar. Se hablan 3 minutos del caso, de lo sucedido, pero nunca vemos la imagen de ella en pantalla, y eso le da mayor credibilidad, pues se aleja de cualquier sensacionalismo barato.
Hay una escena muy fuerte en Selena y los Dinos, donde en una entrevista le preguntan a Selena hasta cuándo estará haciendo esto (cantar) y ella no titubea ‘hasta que me muera’, retoma entre risas diciendo ‘bueno, algún día me voy a morir, pero la verdad hasta que la gente deje de cantar mis canciones’… y han pasado 30 años y la gente no ha dejado de cantarlas, y no parece que sucederá pronto.
Se ha preguntado usted ¿qué hubiera pasado si no hubiera muerto Selena?, ya no digamos que México sería un país de primer mundo, pero seguramente se habría labrado una carrera astronómica a nivel global. O tal vez la habría arruinado con algún escándalo. Eso nunca lo sabremos. Lo que sí es verdad es que, sea usted fan o no de ella, terminará de ver este documental diciendo ‘MALDITA SEAS, Yolanda Saldívar’.
Treinta años después, la voz, el legado y el impacto cultural de Selena siguen sonando como si nunca se hubiera ido. Selena y los Dinos no busca resucitarla o glorificarla (directamente), sino recordarla desde donde siempre estuvo: en el corazón de su familia y de toda una generación que no la ha dejado de cantar.