Silence: Guardemos 159 minutos de silencio por el talento de Martin Scorsese
Pocas veces el estudiante, espectador y/o amante del cine puede ser testigo de un ejemplo tan grandioso y didáctico sobre el uso del lenguaje narrativo como este; del cómo diferenciar la dirección de todos sus demás rubros técnicos – artísticos, y al mismo tiempo, ver cómo influye y/o afecta a los mismos en su conjunto. Habrá que agradecerle a Martin Scorsese el hecho de ejemplificar de forma tan honesta y obvia esos valores directivos a través de su sacrificio, y es que como todo un Maestro del cine, Marty se vio en la necesidad de proyectarle también a la audiencia cual es la manera errónea de como dirigir un film, de cómo aburrir, de cómo condenar a una buena historia al infierno del olvido e ignorancia, dejando en manos de su fotógrafo, actores, editor y productores todas la responsabilidad y oportunidades para sobresalir y hacerlo ver como un tremendo idiota ¡Eso es ser grande! ¡Mis respetos Scorsese!
¡Adiós sarcasmo! Silence, esa novela que Scorsese declaró perseguir tanto tiempo y así cumplir uno de sus más grandes logros artísticos; esa misma que hasta la fecha es la obra de cabecera entre la comunidad cristiana de Japón; esa que lo llevaría a levantarle un altar a una de sus más grandes influencias (Kurosawa); esa misma resultó ser quizá no solo la más grande decepción del cine en el 2016, sino también de su carrera (Bueno… siempre existirá Kundun).
Pero vayamos por partes y comencemos separando el trigo de la cizaña.
Scorsese nos logra engañar durante 40 minutos al comenzar a relatar la historia de cómo dos jesuitas emprenden un viaje a Japón para una doble función: la primera, encontrar a su maestro del cual han surgido rumores de su conversión al budismo; la segunda, servir como eje espiritual a una comunidad cristiana que es perseguida y torturada por la inquisición japonesa. Una historia por demás interesante que en su primer acto es testigo de planteamientos narrativos y estéticos sumamente complejos al notar que el concepto del “silencio” se torna parte fundamental de todo el desarrollo, un acierto directivo y de producción que se dio gracias al obsesivo perfeccionismo y control de Scorsese al pedir completo sosiego en el set y al momento de rodar todas sus escenas.
Si bien el cineasta empapa a su cast y crew de dicho fervor, presente en toda la cinta, pasados esos 40 minutos la solemnidad será solo visual gracias a la portentosa fotografía del mexicano Rodrigo Prieto, el cual ha sido capaz de captar el silencio en imágenes, alegoría que se torna más evidente cuando el espectador da cuenta de la omisión de una banda sonora.
He aquí la ausencia directiva, pues Scorsese olvida que la fotografía por sí sola no puede construir una cohesión de los hechos, emprender un ritmo o abordar un clímax (Por más que Prieto sea un chingón de primer nivel). El cineasta se ve envuelto en un vaivén de situaciones y diálogos repetitivos y reciclados que hacía su conclusión, en lo que se supondría como el gran encuentro, motivo y búsqueda de este viaje espiritual, uno reza porque toda esta tortura de ritmo lento y forzado acabe de una buena vez, pues hace más de 120 minutos que dejó de ser interesante.
En otros apartados que se ensalzan sobre la narración se encuentra la perfecta representación histórica en la que está basado el relato; desde su vestuario, maquillaje y diseño de producción, Silence logra una comunión perfecta entre estos recursos y la estética provista por Prieto (Ignorados injustamente de las premiaciones debido a la decepción unánime de la crítica y premios hacía con Scorsese)
Pero el que sin duda es uno de los mejores cineastas de la historia, aún en su infortunio, no se podía quedar así. Al menos en el imponente protocolo ceremonial el director fue capaz de encausar actuaciones que resaltan tanto en química como individualmente. Comenzando por Andrew Garfield y Adam Driver (Papeles que originalmente interpretarían Gael García Bernal y Benicio del Toro respectivamente), la pareja de jesuitas logra transmitir lo que Scorsese no puede, una cruda desesperanza y aferramiento tortuoso a las ideas religiosas. Por otra parte, el trabajo de Liam Neeson se siente débil no gracias a él, sino a su destino en el guion, como de muchos otros personajes, que sufren de tratamientos y estructuraciones inadecuadas y en ocasiones fuera de todo contexto, carisma u emoción.
Finalmente son los actores japoneses son los que terminan por robarse la cinta pese al buen desempeño de los americanos, y es que el manejo adecuado del idioma dados los planteamientos históricos, siempre será algo que ayude a la credibilidad y naturalidad.
Ya dentro del mensaje religioso, sería irresponsable y superficial tildar a Silence de ser una cinta pro religión, católica y/o cristiana. Si bien Scorsese conlleva toda la culpa de que su concepto sea débil y dicho mensaje no conlleve ninguna emotividad y/o fuerza hacia el final destino de sus personajes (Driver fue el más beneficiado en este ámbito), queda claro que el encuentro entre dos culturas y esa búsqueda por preservar los valores – ideologías frente a una fuerza adversa que parece indestructible de parte de ambos bandos, sustituye en su generalidad la posible afición de su autor (O tal vez yo sea el idiota y el objetivo de Scorsese si fue ese y todo le salió de la mierda, cosa que nunca sabremos).
Frustrante sería el calificativo perfecto para denominar a la nueva y lamentable cinta de Scorsese. Queda tan clara la desesperación narrativa en su final (Con ese alargamiento de hechos y un narrador espontaneo que surge de la nada para nunca lograr conectar con la supuesta preservación espiritual), que por más triste que parezca, el capricho del cineasta terminará por mandar al olvido todos los soberbios trabajos alrededor del mismo.
Y para los que tienen el humor igual de negro:
3 Comments
Una de las broncas y razón por su ausencia en circuitos de premiación es porque detrás de Silence no hay ninguna productora fuerte. Aqui no le entro Warner, sino puros independietes (incluyendo la mexicana Fabrica de Cine).
Sobre la pelicula: Lo bueno, es que es totalmente fiel al libro. Lo malo, es que es totalmente fiel al libro… porque el libro no tiene una estructura “moderna” y el verdadero drama que presenta surge del interior del Padre Rodríguez… y eso difícilmente se pude adaptar al cine… Sumando a esto, si no se tiene ( y pienso en el gran público secular) cierta noción de lo que significa el acto de la apostasía, dudo que el dilema y la intensidad dramática sea efectiva.
El libro recurre a símbolos, a recurrencias, a meditaciones… que lo hacen muy impactante… pero no es una obra para leer en un camastro bajo el sol; sino que es una obra para discutir (por ejemplo, la cuestión moral Vs la espiritual o la viabilidad de una pastoral sin pastor, etc) Sh?saku End? hizo un gran ejercicio teológico….. pero que en cine y aún con Scorsese se siente torpe y si… lenta y aburrida.
Estimado disculpe la demora.
Gracias por el apunte hacia la obra original. Aun sin haberla leído si percibo lo que usted bien dice como una torpe, mas que adaptación, desarrollo por parte de Scorsese. Comprendo que el tema espiritual y toda la subjetividad del relato es complicada, sin embargo lo que hizo Scorsese podría haberse resumido en una hora menos de metraje, creo yo, con un resultado mas consico o que se yo, incluso hacerlo en un tono mas heroico – dramatico
Muchas gracias