Sing Sing: El arte de seguir intentando.
Contexto
La nueva película del director Greg Kwedar es una obra dramática conmovedora que le da propósito al arte en un mundo que parece querer llegar a su final todos los días.
Sing Sing relata las vidas de varios prisioneros que forman parte del programa Rehabilitación a través de las Artes, sus luchas internas, dilemas, la búsqueda de su inocencia y sus esfuerzos por montar su primera obra original.
Por qué debes verla
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Su guion trata con respeto y dignidad las vidas de los prisioneros, centrándose en las batallas internas de sus personajes: sus conflictos con el pasado, el anhelo por la libertad, la resignación a su vida actual, su búsqueda de propósito y su conexión con el arte a través de la actuación.
La construcción de los personajes es acertada, pues cada uno es dotado con tonalidades emocionales y psicológicas que permiten al espectador empatizar dentro de un entorno tan hostil. Cada uno de ellos carga distintas bolsas que el teatro les permite aligerar.
Las actuaciones son comprometidas y poderosas, incluso en mayoría son exconvictos interpretándose a sí mismos. Clarence Maclin y Colman Domingo generan una dupla excelente complementándose en todo momento. Colman deslumbra con la mejor actuación de su carrera con un personaje que va de la esperanza a la ira, de la fe a la profunda depresión.
El manejo de los espacios está trabajado con sutileza y maestría, pues encierra los personajes y al espectador en cada plano, liberándolos solamente en el taller de teatro, un espacio que les permite ver sin mallas de acero, moverse sin dificultad y expresarse sin temor.
La música es otro elemento sutil pero siempre presente, otorgándole la emoción correcta a cada escena y ni hablar de su canción original: una mezcla de blues, soul y rap bellamente realizado.
La sencillez con la que aborda todas estas historias, permite a la película desarrollarse de manera orgánica y realista, permite al espectador conectar y centrar su atención en lo que realmente importa: la vida frente a la deshumanización, el arte frente a la pérdida de la razón.
Reflexión
Es difícil ver el horizonte cuando todos los días te es impuesta una vista con rejas, es difícil sentir cuando lo que ves a diario son grises y cajas vacías, es complicado luchar cuando odias todo en lo que te has convertido, imposible vivir cuando faltan razones para levantarte día con día.
Sing Sing le da a sus personajes y al espectador razones a través del arte; razones para luchar, para creer, para seguir intentando dentro de un lugar dónde no hay espacio para la empatía, la confianza o la esperanza. Esto no sólo se vive a través de prisiones y rostros desconocidos, lo enfrentamos todos, cada que despertamos con otra mala noticia, más decisiones egoístas de aquellos con poder, más sufrimiento, más muerte y descontento. “El mundo se acaba.” “El bien jamás gana.” “No hay nada que puedas hacer al respecto.”
Hacer arte en un mundo así suena a una absoluta y completa pérdida de tiempo, sobrevivir por cuenta propia es lo único que parece sensato. Irónicamente es en escenarios así donde el arte se vuelve tan indispensable, tan preciado y significativo. El arte surge del corazón y no pide nada a cambio, el arte surge de la conciencia y se vuelve colectivo, sana y ayuda a otros a sanar, le da propósito, razón y dignidad a la vida, empatía y significado a la muerte.
No hacemos arte para sobrevivir, hacemos arte porque anhelamos estar vivos todos los días que nos quedan.
“We are here to become humans again.”