Spencer: Deconstruyendo princesas
La historia de Lady Di es bastante conocida en la cultura popular y el material artístico sacado alrededor de esta figura es basto, sin embargo Spencer demuestra que teniendo una tripleta decente entre guion, dirección y actuación se le puede sacar jugo hasta la historia más trillada.
Rompiendo el molde de el soso tradicional biopic
El guion de la cinta corre a cargo a de Steven Knight, quién ha decidido darle otra perspectiva a la historia rompiendo ciertos moldes:
El primero es acabar con el cliché del biopic convencional con cierta sutileza. A diferencia de otras cintas del mismo corte esta no se enfoca en contar la trama en un periodo extenso, sino que delimita en explorar en uno específico: 3 días, de Nochebuena al “Boxing Day” ¿cómo es que Steven puede permitirse esto sin sentir una falta de contexto? Primero al ser una historia de dominio prácticamente público le da la facilidad de evitar las reiteraciones y la pérdida de tiempo en chismes, y estos detalles los expresa a través de algunos fotogramas o pequeños diálogos (desde las infidelidades de la pareja, hasta la relación de Diana con Isabel), por lo que esto le da la oportunidad de dejar a la familiar real y el resto del contexto en segundo plano, lo que permite dedicar más tiempo a enfocarse en el aspecto interno de Diana sin sentir que algún elemento del rompecabezas falte.
El segundo molde que rompe es creando una ficción especulativa basada en hechos reales (el escrito no está basado en ningún libro o documento), pero no con el objetivo de reescribir la historia de un suceso oscuro como “reivindicación” (cof, cof Tarantino), sino que es menos complaciente y ha decidido bajar del pedestal al icono cultural que era Lady Di, una decisión arriesgada dado el cariño que se le tiene, pero necesario pues el guionista tiene claro su objetivo: crear un mito de como este personaje de manera interna pasó de un limbo por su matrimonio con Carlos, a despegarse por completo de la Corona Británica.
En la construcción de esta narrativa Knight juega con las piezas ya establecidas; primero con esa figura de “heroína del pueblo” que se le dio a Diana para establecer la historia de una chica que detrás de una personalidad atrapante y carismática ha perdido de a poco su autenticidad, producto de un esquema rigoroso y controlador impuesto por la Monarquía inglesa (donde los miembros de la Realeza tiene que tener un cuidado de las apariencias primero porque la tradición lo demanda y segundo para no darle armas a la prensa), y estableciendo a que el gusto por la sencillez y la personalidad bonachona de Diana no encaja con esa rigidez fría y arcaica de una institución como la Corona, por lo que en esta dinámica tarde o temprano uno absorberá al otro y por desgracia es La Princesa de Gales quién se ha perdido por completo preguntándose al inicio de la cinta: ¿Quién es? Es aquí donde el guionista lanza sus recursos y comienza añadir de su cosecha: construir una Lady Di de personalidad áspera, paranoica y esquizofrénica que ya poco le importa lo que la Corona o Prensa digan, y que poco a poco es empujada la locura mostrándose errante en su comportamiento y que ahora es la comidilla mediática y de casi todos lo que se encuentra a su alrededor.
Caminando entre escenas que van desde la realidad y la ficción (con pinceladas de neorrealismo), Steven no teme en llevar a esta Diana a los más profundos de sus infiernos, y aunque mucha gente (especialmente la que tiene cariño a la figura mediática) se enojarán y considerarán una falta de respeto especular ese lado de la personalidad de la Princesa de Gales, es en ese ejercicio donde pintar un retrato más desquiciado le da humanidad a este icono, pues a pesar de enfocar en un gran parte del metraje en ese lado oscuro no se olvida de sus características más positivas (desde su lado maternal hasta el más jovial, hasta el gusto por las cosas sencillas o de clase media), creando una pintura tanto empática como repugnante, tan difícil de entender y llena de contradicciones, pero eso sí, más auténtica con la gente común que el retrato superficial y artificial que se ha manejado por décadas.
También resaltar el excelente manejo y claridad del significado algunos objetos de la película desde las bardas, rejas, los vestidos, hasta las perlas como sinónimo de posesión (incluso hay un paralelismo con Ana Bolena interesante).
Larraín con sus pros y contras
Acompañan en dirección Pablo Larraín, un cineasta que tiene un buen manejo de fotografía y que es experto en la recreación de material documental histórica con el objetivo de darle una sensación más realista, pero sin que la capa del misticismo que se está contando desencaje (No, Jackie). El manejo de la cámara es excelso aprovechando un diseño de producción impecable con un conjunto de tomas dinámicas y variadas que complementan la narrativa; desde planos secuencia que sirven de manera descriptiva a los paisajes, planos americanos de espalda que cumplen la doble función de mostrar la soledad de Diana y su hermetismo como figura pública, y los planos cerrados o close up que dan la sensación de aislamiento y claustrofobia convirtiendo este palacio en una jaula.
A pesar de ese excelente manejo en la parte visual, hay momentos en que la dirección no camina con el guion, pues esos planos largos panorámicos junto con otros fotogramas terminan por ser reiterativos dando por momentos la sensación de que la película le hace falta ritmo y que el director se está extendiendo demasiado en un retrato de exploración que se pudo ahorrar unos 20 minutos, pero que gracias a la parte visual se tarda en concretar su punto final
Lady Stewart
Y por supuesto para que un biopic pueda funcionar bien se necesita que quién interprete a la figura principal de la historia tenga un histrionismo que raye en lo perfecto; en ese aspecto Kristen Stewart demuestra que su oscuro pasado en una saga para pubertos “cuyo nombre no quiero recordar” ha sido completamente enterrado. Su actuación no solamente recae en la excelencia por la caracterización casi exacta desde las gesticulaciones, el acento y movimientos de Diana, sino por la dualidad entre el manejo emocional y psicológico del personaje completamente áspero, rocoso y visceral, y el encanto atrapante que esta figura llegó a tener.
Es una sorpresa el nivel de interpretación que ha alcanzado Stewart, pues hace algunos años le costaba expresar más de una emoción, notando no solamente una mejora en su desempeño sino un acierto de casting y un excelente manejo de dirección que en conjunto han dado una pieza importante para la ejecución de la trama y la que quizás sea la mejor actuación del 2021 (el ser ignorada en los SAG y no ganar el Globo de Oro le da aún más en la torre a la credibilidad de estos premios)
Calificaciones
Guion: 3.4 – Un excelente trabajo de escritura y un excelente manejo de la especulación histórica
Dirección: 2.9 – Pablo maneja bien su lenguaje visual pero a veces se vuelve reiterativo y por momentos vuelve el ritmo es soso
Actuaciones: 1.9 – Kristen Stewart la mejor actriz del 2021
Extras: 0.5 – Tiene una excelente banda sonora
Calificación: 8.7 – Excelente
Con Spencer tanto Larraín, Steven y Stewart hacen una tripleta articulada y decente entre guion, dirección y actuación (siendo quizás Pablo el que cojea un poco más) creando una distinción de los sosos biopics y de las descafeinadas cintas de la Realeza Británica, que probablemente no esté exenta de polémicas por el retrato de pinta de Lady Di pero que irónicamente será más humano que el construido mediáticamente, porque si algo enseña Spencer es que las princesas también les gusta el pollo KFC.