Sujo: ¿Crees que la gente puede cambiar?
Cuando Fernanda Valadez irrumpió con “Sin Señas Particulares”, se sintió como un soplo de aire fresco para el cine mexicano. No era una obra que revolucionara o cambiara el panorama del entorno cinematográfico, pero fue llamativa para atraer a la gente y darle la oportunidad a la directora a nuevos proyectos. En esta ocasión, se ha aliado con Astrid Rondero (con quien ya trabajó en “Los días más oscuros de nosotras”) para entregar una nueva propuesta que ponga en alto el nombre de México: “Sujo”.
A primera vista Sujo puede parecer genérica, ya que no es más que otra historia sobre un individuo que crece en un ambiente donde el narco siempre está al acecho, por lo que deberá encontrar la forma de salir de ahí y ganarse una nueva vida, pero la diferencia es que se vale de recursos técnicos para retratar la dura situación de muchas familias, donde trabajar para un sicario es la única fuente laboral de su pueblo. Esto añade ciertos detalles que pueden percibirse como oníricos, pero siempre aterrizados en la realidad. También añade un distintivo más único: en vez de que el protagonista se meta al narcotráfico, él proviene de ese mismo mundo, lo que implica un mayor contrapeso al intentar salir de un entorno que lo afectará en el futuro.
Además, sigue a Sujo por todas las etapas cruciales de la vida: desde los primeros pasos de la niñez y los juegos con sus primos (a la vez que ignora que su tía hace todo lo posible por ocultarle la verdad y evitar que la historia se repita), hasta la adolescencia, donde a raíz del encuentro con una maestra de la UNAM (¿necesidad o publicidad? Elijan sus conclusiones), hace hincapié en que el pasado siempre regresa. Este recorrido evidencia cómo la ausencia de una figura paterna asesinada condiciona el camino de los hijos desde un punto de vista diferente. Este cambio está anclado a través de la violencia de cada capítulo, o mejor dicho, la ausencia de ella, pues aunque siempre establece la dureza de la situación (no van a faltar los disparos, mutilaciones e incendios), nunca la muestra, lo que aumenta la incertidumbre de que siempre puede ocurrir algo inesperado. Los sonidos ambientales ayudan a fomentar más estas ideas.
Más que grandes actuaciones, Sujo denota una buena dirección de actores al comprometerlos en sus respectivos roles, dando pauta a momentos muy sensibles, pero impregnados de la oscuridad del contexto. Juan Jesús Varela logra convencer como la contraparte joven de Sujo e incluso se acopla a la versión infantil interpretada por Kevin Aguilar, asemeja sus mismos matices y expresiones faciales para formar una interpretación completa del personaje. Gran parte del mensaje recae en la importancia de la figura materna en el individuo, de modo que Yadira Pérez (y más adelante Sandra Lorenzano como la maestra de la UNAM) da a entender la necesidad de apoyo que estas personas necesitan para poder avanzar. Es cierto que hay personajes que son dejados de lado conforme avanza la trama, pero cada uno se hace de un hueco para aportar su grano de arena.
Sujo caerá en muchos lugares comunes y el final no será del todo convincente (hubiera sido preferible un cierre más concreto y que no quedara abierto a interpretaciones), pero es ambiciosa e imponente, muy humana y por momentos emotiva, sirve como una especie de esperanza en la lucha contra el narco y es otro ejemplo de cómo el ingenio hace que una obra en apariencia genérica destaque por encima de la media.
Aquí en Cinescopia se ha armado un debate entre esta película y “La Cocina”, ahora es su turno de decirnos a cuál prefieren.