SUJO: Un Coming of Age nacido en la violencia.
Contexto
El dúo de directoras Astrid Rondero y Fernanda Valadez, nuevamente unen sus talentos para entregar una de las mejores películas mexicanas del año, ganadora en el pasado Festival Internacional de Cine de Morelia en las categorías a: mejor guion, mejor dirección y mejor largometraje de ficción.
Sujo es una cinta conmovedora, dolorosa y sorpresivamente esperanzadora, sobre la historia de un pequeño, quien, al perder a su padre, es forzado a esconderse del mundo debido a sus lazos con la violencia.
¿Qué funciona?
El apartado visual es sencillamente hermoso, cada plano tiene fuerza, significado y misticismo. Se aprovechan los espacios, los planos secuencia y los claroscuros de manera impecable.
El diseño artístico es formidable, los espacios están llenos de personalidad, están impregnados de la vida de sus personajes y sus creencias. Los objetos pesan, las fotografías duelen, las paredes se agrietan, las fogatas hipnotizan y la oscuridad te absorbe.
Las actuaciones deslumbran naturalidad, personajes en su mayoría inmutables, pero llenos de matices, negándose al cambio, pero absorbiendo aprendizajes. Mención especial para Yadira Pérez interpretando una maternidad única y hermosa.
Su guion se fortalece a medida que la historia avanza, se vuelve complejo a medida que crece su personaje, va de la mirada de un niño, a los ojos de una “bruja”, de la violencia machista a los brazos de la literatura. Temas importantes, acciones significativas y voces esperando ser escuchadas.
¿Qué no funciona?
El primer acto tiende a ser reiterativo, al adentrarnos en un contexto que, lamentablemente en este país, ya conocemos bien.
Debido a su naturaleza de dividirse en tres capítulos, hay personajes que van quedando relegados, por lo que sus arcos no llegan a tener algún tipo de cierre.
Hay etapas en la vida de Sujo que son poco exploradas, las cuales hubiesen sido muy enriquecedoras, como su sensibilidad ante el mundo desconocido o el cariño hacia sus figuras maternas.
¿Qué nos deja?
Nacer o crecer en un hogar roto sin duda es algo con lo que muchos seres humanos lidiamos. Sentir como los contextos, figuras paternas o maternas, nos arrastran a un solo destino muchas veces desesperanzador, es angustiante. Desarrollarnos dentro de comportamientos, costumbres y actos atroces vistos con normalidad, es lamentable. ¿Cómo conocer la compasión cuando solo nos entregaron violencia? ¿Cómo tener voz cuándo solo nos pidieron silencio? ¿Cómo ver otro futuro cuándo siempre nos vieron como un caso perdido?.
Sujo le habla a todas las generaciones perdidas, desamparadas y destruidas por la violencia, a todos los sueños arrancados por un arma, a todos los futuros ocultados por el miedo y les pide perdón… Pero, también les permite ver otro camino, pues las segundas oportunidades existen, la crianza con paz es verdadera, la enseñanza con amor no condiciona, los nuevos senderos se construyen. Si, nos marca como nacemos, pero nosotros marcamos el cómo vivir el resto de nuestras vidas.