TÁR: La sinfonía que salvó al cine

Después de desaparecer por más de 16 años, uno de los directores indie con quizás la mayor aurea de misterio (Todd Field) ha regresado con una propuesta interesante, y que en palabras de Scorsese: “ha salvado al cine”.

Una conversación con el espectador.

En los últimos años, las narrativas ambivalentes se han vuelto una constante, especialmente en las cintas de corte independiente, en donde este recurso se ha vuelto cansado para algunos espectadores y críticos porque incluso cuando existe un minimalismo narrativo, tiene que existir una historia sólida que contar (con un desarrollo de personajes y de situaciones eficiente). Si el autor llega a un punto dónde no quiere plasmar su postura ideológica y ética acerca de un tema, en ese momento puede utilizar la ambigüedad como interrogante (hoy muchos cineastas malamente utilizan la ambigüedad o el minimalismo para rellenar los espacios en blanco o para disfrazar un discurso carente de sustancia, y no como herramienta de cuestionamiento al público).

En ese terreno, Field se ha visto mucho más hábil que muchos directores, pues a través de la historia personal de una compositora y escritora llamada Lydia Tar, el director plasma algunas temáticas interesantes alrededor de la “cultura de la cancelación “.

¿Separar al artista de la obra?

Una de las primeras secuencias nos muestra un debate generacional que tiene Lydia con uno de sus estudiantes; la compositora cuestiona las cuotas de género como herramienta para calificar la calidad artística de un individuo, y si en algo afecta la conducta (por más extraña de un individuo) con respecto a su obra. Lydia como mujer lesbiana, quizás no esté de acuerdo, pero se enfrenta a aquellos compositores para intentar comprender su arte.

Su alumno por un lado plantea un interesante cuestionamiento: ¿Qué tanto debemos aguantarle a un artista, hasta que se vuelva inviable priorizarlo?  Esta secuencia se vuelve el punto de partida de conversación entre el espectador y la obra, pues, aunque a primera impresión la trama podría validar los argumentos de Tár, de a poco la película va desenvolviendo algunas fisuras de su vida que nos harán regresar a cuestionarnos si esos primeros minutos más que una declaración de ideas parecía más una batería de preguntas.

El desarrollo de un personaje Tar es un completo acierto para las proclamas de Field; en la era de la inclusión y representación, el sobre idealizar a personajes LGBT más que una ayuda ha terminado por ser perjudicial para la representación, pues pueden ser todo menos humanos. El hecho de incluir a una mujer lesbiana como protagonista, con tantos claroscuros (talentosa en su profesión, buena madre, dedicada, pero demasiado egocéntrica y fría) otorga un estelar con un tratamiento tan creíble que incluso el público podría pensar que se trata de un individuo real y no ficticio. Por otro lado, consciente del ambiente actual, des generaliza los posibles problemas planteados evitando que el espectador los descalifique por alguna cuestión del género o de preferencia sexual, entrando a un terreno neutro.

Al final bajo esas dos capas, la de la construcción de un personaje con muchos claroscuros dónde no sabemos si estamos hablando de un genio incomprendido o de una villana maquiavélica; y abonando su premisa principal sobre el separar la obra del artista, la película mostrará argumentos a favor de cualquier posición. En este sentido, Todd ha conseguido una figura más pura del cine, sin prejuicios, ni ataduras, sin adoctrinamientos, completamente imparcial, teniendo más el papel de oyente y cuestionador.

Cabe aclarar que la historia no es perfecta y esa ambigüedad le pasa factura en algunos momentos, ya que ciertos desarrollos se quedan atorados.

A paso lento

¿Que está narrativa podrá tener problemas por su ambivalencia en cuanto a ritmo?

Si, y de hecho quizás a nivel dirección uno de los problemas más evidentes es que la cinta se cuece a fuego lento y que Todd ha vendido cara la entrada la experiencia (quizás un recorte de 15 minutos hubiera conseguido un resultado más redondo). Hay demasiados momentos contemplativos, y sin embargo a nivel visual y ritmo no se han puesto de a gratis, pues se utilizan para recabar más información alrededor de TAR, que usa la cotidianidad como un instrumento para obtener su retrato completo. Una vez que las cartas han sido puestas, el clímax desatado comienza a romper la serenidad de la cinta (sin perder la sutileza) y recompensa la paciencia del espectador.

Desde la cámara con un compilado de planos generales y medianos casi simétricos (visualmente nos deja en claro que nosotros tenemos la última palabra), pero también con algunos encuadres encerrados (que nos dan una óptica desde la perspectiva de Tár, que es necesaria pues sino solo tendríamos la versión de los hechos desde afuera y no desde adentro),  una edición sutil y un diseño de producción delicado, la película funciona como un reloj suizo donde cada pieza está correctamente ajustada, siendo una de las más importantes…

Blanchett es TÁR

El trabajo de Blanchett raya en lo perfecto; interpretar a un personaje con tantos claroscuros no es sencillo, y mucho menos despertar tantas emociones y sentimientos en menos de dos horas. Desde las expresiones, la elocuencia, y por supuesto detalles adicionales, pero no menos importantes, como un dominio del alemán, hacen de la interpretación de Cate no solo una de las mejores del año, sino quizás de su carrera. ¿Con este trabajo Blanchett está lista para sentarse a comer en la mesa de las mejores intérpretes de la historia de Hollywood? Definitivamente sí.

Calificaciones

Guion: 3.0 – El guion hace las preguntas correctas y aprovecha la ambivalencia para generar una conversación con el espectador, sin embargo, está ambigüedad termina por jugarle en contra en algunos momentos de la cinta.

Dirección: 3.0 – El ritmo lento hace que Todd pague un precio caro, pero al final la articulación de todos los elementos cinematográficos le da el pase a un buen trabajo

Actuaciones: 2.0 – El mejor trabajo de actuación de Cate Blanchett

Extras: 0.5 – Excelente score

Calificación: 8.5 – EXCELENTE

Nunca he tenido problemas con que una cinta exprese sus ideologías (siempre y cuando lo haga de manera sutil para no caer en una delgada línea entre obra de arte o propaganda), sin embargo, en una época en que las proclamas se han comido a las narrativas, es agradable ver qué la historia del ascenso y caída de una estrella desde una postura imparcial puede ser el pretexto perfecto para que la obra entable una conservación con el espectador ,dando todos los elementos para que él sea el que arme el rompecabezas y la figura que crea conveniente.

Quizás Scorsese por eso haya dicho que “el futuro del cine se salvó gracias a TAR “, porque la cinta sin ser una obra maestra puede ser el primer paso donde en tiempos de ideas tan polarizadas pero armadas más con el estómago que con el cerebro, regresemos, restauramos y recordemos al cine como una herramienta para comenzar a cuestionar, debatir, entablar un diálogo de afuera hacia adentro y por consecuente ideas más articuladas.

Al final del día hay dos axiomas ciertos en el mundo de las abstracciones:

“La libertad de expresión no necesariamente es decir lo que piensas, sino establecer un diálogo” Y como decía Descartes, “la única demuestra de la existencia del “yo” es la duda”.

A cuestionar y dialogar.

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Acerca del autor

El Cine Actuario   @maxpower_ar?s=09   facebook.com/dvclocblog

Actuario/Economista, Amante del Cine, Devoto de Dios, Intuitivo, Curioso, Rockero de corazón, Fanático de los Libros y del deporte de las tacleadas, quesero, colchonero, diablo rojo. "Las estadísticas son la forma en que las matemáticas cuentan las historias" "El arte es una ciencia y el trabajo del critico al igual que el del investigador es exponer sus axiomas y teoremas al mundo" "Estar de acuerdo, en no estar en desacuerdo es saludable"


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