Temporada de Patos: Cómo hacer del aburrimiento una obra de arte
Un experimento que a primera vista era uno de esos casos donde uno puede argumentar que “no pasa nada”, filmado en un formato que muchos llamaron pretencioso, lleno de actores novatos y dirigido por un videoclipero que iba a debutar en el cine. Todo esto apuntaba a ser un fracaso, pero nadie imaginaba que se convertiría en una de las mejores películas mexicanas en tiempos modernos y que dejaría marca, tanto que se alzó con el Ariel a Mejor Película. En conmemoración de su 20° aniversario, hablemos de “Temporada de Patos” (una de las favoritas personales de este servidor).
La jugada de Fernando Eimbcke es increíble, y es que “Temporada de Patos” no cuenta nada realmente, sólo muestra la tarde de 4 personas que son reunidos por azares del destino. Pero es esa misma sencillez la que permite un mayor entendimiento a esos pensamientos que abarcan temas como la homosexualidad, el divorcio, la soledad, la duda en la pertenencia y el repudio a una vocación. Debido a que son cuestiones demasiado personales para una conversación seria, la gente tiende a ignorarlas, pero el director hábilmente corta la luz para reducir las distracciones que usualmente causan las comodidades del hogar, así cada uno abra su corazón y dé a conocer sus dudas, miedos e incertidumbres. Las situaciones ocurridas durante la estancia pueden llegar a parecer ridículas o poco creíbles, pero no es impedimento para que se expresen de maneras que uno no espera.
Esto incluso puede verse a través de la fotografía, lo cual resulta en un caso curioso. En su tiempo se criticó la decisión de tenerla en blanco y negro porque se alegó el uso para verse más “artística”, lo cual es sinónimo de pretensión y alardeo. Pero dicho recurso ahora brinda una sensación tan acogedora y melancólica, una época en la que puede familiarizarse con facilidad, lleva de regreso a esos días de la niñez y adolescencia cuando las reuniones con tus amigos para jugar mientras comían pizza eran la prioridad. Incluso, para las futuras generaciones, “Temporada de Patos” funciona como una ventana al pasado, una era sin tanto Internet y sin ninguna preocupación. Además, este recurso establece la igualdad para los personajes, sin importar su clase social, para tener una mayor comprensión y empatía hacia ellos.
Este aspecto minimalista (inspirado por la dupla uruguaya de Pablo Stoll y Juan Pablo Rebella), puede hacer a “Temporada de Patos” lenta por momentos, pero aprovecha los chistes y juegos para que vayan suavizándose mediante la convivencia y empiecen a lidiar con las complejidades de madurar, las frustraciones personales, la soledad, las tomas de decisiones adultas en la infancia y la importancia de crecer. Con el añadido de comer un pastel hecho de mariguana y ver una pintura con patos colgando de la pared.
En cuanto a las actuaciones, si bien no puede hablarse de grandes desempeños, hacen un buen trabajo por la misma dirección y la sencillez de la historia. Por momentos puede notarse la novatez, pero se acoplan fácilmente a los personajes. Todos buscan consuelo entre ellos con tal de sobreponerse al dilema que se enfrentan de acuerdo con su edad, pues aunque es obvio que este grupo de amigos va a separarse, saber qué ocurrirá después con ellos otorga misterio y una sensación de duda que se apodera de un futuro que todavía espera escribirse. Cabe mencionar que, de los 4 actores principales, sólo Danny Perea obtendría una carrera y mediano reconocimiento en el medio.
Un slice of life que prueba que la sencillez puede tener tanta trascendencia como la complejidad, “Temporada de Patos” es el ejemplo de que estamos buscando nuestra felicidad en la vida diaria siempre, porque ¿Cuántas veces no hemos recorrido las mismas calles dejando atrás nuestros sueños o buscando un propósito? Hay que agregar un final incierto que plantea que no siempre se obtienen las respuestas. Mientras unos forjan lazos que quieren abrazar a pesar de la distancia, otros deben dejarlos ir para avanzar y replantearse que harán con el futuro que les depara. En cuanto a Eimbcke, filmaría un par de proyectos más, “Lake Tahoe” y “Club Sándwich”, además de participar en la colaboración “Berlin, I Love You”, pero no volvería a alcanzar este nivel directivo por su constante intermitencia.
“Temporada de Patos” es un gran ejemplo de cine independiente que nos permite ver las grandes cosas que se pueden hacer sin mucho dinero. Basta una cámara, un pequeño equipo y sobre todo, una historia que valga la pena contar. Una obra que muestra cómo algo tan tedioso como el aburrimiento puede convertirse en una obra de arte.