Tesoros ignorados: La Tortuga Roja
“¿No va a entrar nadie más?” preguntaba mi chaparra mientras pasaban los interminables avances en la sala de cine, previos a la única función de “La Tortuga Roja”. Habíamos dado con ella por mera casualidad. Ella, fan de siempre de Estudio Ghibli, había estado esperando esta película desde que vimos el primer trailer. Varios meses pasaron sin novedad al respecto y simplemente nos olvidamos de su existencia. Una noche, salimos a cenar y nos vimos atrapados en el restaurante gracias a un inminente diluvio que la naturaleza trajo. Pero Dios no cierra una puerta sin abrir una ventana y a dos pasos de nosotros estaba el cine. Un rápido vistazo a los horarios nos sorprendió: la olvidada Tortuga Roja comenzaba en 15 minutos. Más veloces que Barry Allen, pagamos la cuenta y en un parpadeo estábamos sentados en la sala, esperando ansiosamente la función. No recuerdo qué blockbuster estaba en las demás pantallas (creo que Baywatch), pero seguro era algo taquillero porque en nuestra sala sólo éramos nosotros dos. Finalmente, terminó la media hora de anuncios y comenzó la película. Fuimos a una playa en la que, gracias a Dios, no estaba la Roca.
“La Tortuga Roja” (La Tortue Rouge, 2016) es el primer filme de Estudio Ghibli que no es dirigido por alguien de origen japonés. Gracias a su trabajo en el corto animado ganador del Oscar “Father and Daughter” (2001), el director holandés Michaël Dudok de Wit fue elegido por el estudio para realizar esta película que se aleja casi por completo de todo lo realizado por Ghibli, pero teniendo un grandioso resultado con una historia que se asemeja a un cuento de hadas clásico (de la cual procuraré no spoilear nada que no se pueda ver ya en el tráiler)
Una tormenta (no tan diferente a la que nos encerró en el restaurante) causa el naufragio de un barco. Un hombre aferrado a los restos de su embarcación, lucha por sobrevivir al embravecido mar y la naturaleza acaba llevándolo sano y salvo a una isla desierta. El hombre despierta en la costa y comienza a explorar el pedazo de tierra en el que quedó varado. Sus principales preocupaciones ahora son sobrevivir y hallar la manera de volver a la civilización. La isla es rica: tiene fruta, agua fresca, animales y un denso bosque de bambú con el cual armará varias balsas para escapar. ¿Por qué digo varias? Porque siempre que tiene una lista y emprende el viaje de regreso, algo la destruye: una gran tortuga roja.
La naturaleza parece oponerse a que el náufrago salga de este paraíso. Siendo el ser humano atado al ‘mundo civilizado’ que es, el hombre desdeñará todo lo que lo mantiene en la isla, su actuar será impulsivo y matará aquello que no entiende. No logra darse cuenta que la naturaleza lo llevó ahí porque es dónde debe estar, la isla es su verdadero hogar. Pero esta fuerza aún tiene un as bajo la manga y le dará al hombre justo lo que necesita para desistir de escapar. Le brindará una compañera de vida y con ella una nueva realidad y forma de ver el mundo.
Una tortuga es la forma física en la que la naturaleza decide manifestarse, y no es al azar. Dichos animales simbolizan sabiduría, conocimiento, paz y longevidad. Incluso en Grecia, estaba consagrada a la diosa del amor Afrodita (tal vez de ahí pintar a esta en particular de color rojo). Justo como lo hacen en la realidad, al poner sus huevos en la playa, la tortuga roja creó el futuro de nuestro personaje, llevándolo a lugares y emociones que él no imaginaba. Tal camino lo lleva incluso a dejar un legado en la forma de un hijo, que habrá de crecer en esa perfecta simbiosis entre la verdadera humanidad y el mundo natural, convirtiéndose en un fuerte puente entre ambos mundos.
El mensaje principal de la película, no es simplemente uno ambientalista que pretenda lograr que cuidemos el medio ambiente y que protejamos a especies en peligro. Sí, viene implícito pero va mucho más allá. Nos habla de recuperar la conexión espiritual con el mundo natural. No olvidar que somos parte inherente de ese mundo y viceversa. Saber que la tierra nos dará lo que necesitemos si hacemos lo mismo con ella.
El viaje del náufrago nos invita también a reflexionar acerca de lo verdaderamente importante en nuestras vidas. Ningún hombre es una isla, las personas que amamos nos llevarán por siempre. Ese es uno de los principales legados que podemos dejar y lo único que podemos llevarnos. Perdónenme, soy un cursi.
Además del estilo de ilustración que rompe con todo lo anterior de Ghibli (el diseño de personajes es minimalista pero con realismo y los escenarios son estúpidamente hermosos con acabados artesanales), otra cosa que hace muy particular a este filme es la ausencia de diálogos. Tal vez esto sea un ‘Nope’ rotundo para varios, pero la verdad es que gracias a la manera en que está constituida y narrada la historia, simplemente saldrían sobrando. Los sonidos ambientales y el maravilloso soundtrack de Laurent Perez Del Mar tienen lo necesario para complementar el silencio de los personajes. Los sonidos a veces casi oníricos de la música, tienen la capacidad de llevarnos del caos a la paz y de la luz a la oscuridad en cuestión de segundos. El cine más comercial nos ha llevado casi a rechazar experimentos como éste. Si estás dispuesto, verás que el viaje valdrá la pena.
La película terminó. Ni mi chaparra ni yo hablamos durante los créditos. Asimilábamos lo que habíamos visto y sentido. Seguíamos siendo sólo ella y yo en esa sala. Fuimos los únicos náufragos de esa lluvia. Aún no sé si la realidad emuló a la ficción o si fue al contrario. Ni siquiera llegó alguien del cine a asear, ¿qué había que limpiar? Salimos y la lluvia aún caía, pero era sólo una leve llovizna. Pasamos por los tres o cuatro bares que hay en esa plaza. De todos salía música a todo volumen y todas las canciones chocaban haciendo un único sonido sin forma que hacía vibrar hasta el piso. Salimos rápido de ese caos, sólo queríamos regresar a nuestra isla. Y hacia ella nos fuimos.