Tétrico Musical de Horror: “The Rocky Horror Picture Show”, 45 años del Time Wrap

Octubre llega ya, después de nueve meses de horror puro y duro; el mes del terror, de las brujas, fantasmas y vampiros está aquí para atormentarnos a todos. Y qué mejor que disfrutar de este mes con una nueva sección semanal para que tú, querido lector, lo disfrutes acompañado de una muy buena película.

Durante todo el mes de Octubre les traeré una película de género musical donde el horror, el terror y el suspenso cobran protagonismo; todo un viaje lleno de muerte, sangre, vísceras pero sobre todo buena música, películas tipo serie B donde se homenajean a los clásicos de la RKO, apocalipsis zombies, un futuro donde una multimillonaria empresa provee transplantes de órganos, una florería con raras y peligrosas plantas y un barbero atormentado por los fantasmas de su pasado, serán el plato principal de este viaje tétrico musical de horror.

Y la película con la que se inaugura esta sección es uno de mis musicales favoritos, “El Show de Terror de Rocky” como se le tituló aquí en México, y que  con el paso del tiempo se ha convertido en todo una película de culto, desde el peculiar soundtrack lleno de puro rock and roll,  donde se han desprendido varías versiones como lo hecho por Timbiriche al tomar el “Time Warp” para convertirlo en el famoso baile del sapo.

En una primera lectura, la película es una parodia musical del género de terror, tomando elementos puntuales de este tipo de cine, empezando por sus dos protagonistas que se encuentran perdidos en medio de una carretera y en la que después de que se les reventara una llanta, se verán obligados a pedir ayuda a la casa más cercana. Esta casa resulta ser el tenebroso castillo de un doctor y “científico loco” que está en medio de una reunión muy especial. Pero de fondo la película toca temas que hoy en día, cuarenta y cinco años después de su estreno, siguen siendo más que actuales.

La génesis de este proyecto comenzó en 1973, cuando Richard O’Brien empezó un taller dramático donde buscaría homenajear al cine de horror y ciencia ficción, esto dentro de un pequeño teatro de Londres; el boca a boca del show y las buenas críticas hicieron que O’Brien cambiara de teatro para pasarlo al King’s Road Theatre, con una capacidad para 500 personas, las funciones diarias del show con un lleno total en todas ellas, hicieron que el espectáculo se quedara seis años en cartelera gozando de buenas críticas y siendo una de las mejores obras musicales de ese año.

Tiempo después, la obra viajó a los Estados Unidos donde Lou Adler, el famoso productor musical y cinematográfico, vio en la obra una importante pieza de arte que se debería de llevar a la pantalla grande. Así convenció a O’Brien y a Jim Sharman para realizar la adaptación donde O’Brien sería productor, guionista e interpretaría nuevamente el papel de Riff Raff, y Sharman se encargaría de las labores de dirección, y bajo el amparo de la extinta 20th Century Fox la que se encargaría de producir y distribuir la película. Tanto Sharman como O’Brien decidieron que los actores de la representación teatral serían los mismos que interpretarían a los personajes para la película (incluido Tim Curry) pero el estudio presionó para que el rol de la pareja protagonista fueran estadounidenses, y con eso una jovencísima Susan Sarandon que venía de trabajar con Sídney Lumet en la película “Lovin’ Molly”, llegaría para el personaje de la tímida y virginal Janet Weiss, y su co-protagonista sería Barry Bostwick en el rol de Brad Majors.

La filmación duró alrededor de seis semanas, y se filmó en el antiguo castillo de Oakley Court ubicado en  Berkshire, Inglaterra, usado también para algunas películas de la Hammer, que en ese momento (1973) no gozaba de un buen mantenimiento, pero que ahora es un lujoso y restaurado hotel. Pese al éxito que la obra teatral tuvo, cuando se estrenó la película no contó con la misma suerte, y el mismísimo crítico de cine Roger Ebert la calificó como “un fenómeno social más que una película”.

Sin embargo, tiempo después la película se vería proyectada en las funciones de media noche en un cine de Greenwich Village en Nueva York, donde el público la tomó como bandera para la libertad sexual y la representación de diversas comunidades. En cada función, la gente vestía como los personajes y utilizaban diversos “props” para poder interactuar con la historia, desde arroz para la escena inicial de la boda, globos, pistolas de agua, entre otros objetos, y llevados por la música las personas asistentes a las funciones interactuaban con lo que pasaba en pantalla. Y este tipo de espectáculos se siguen realizando hoy en día, por ejemplo en nuestra ciudad (Guadalajara) la compañía de teatro “Cinema Canta” cada año desde 2017 hace una proyección de la película acompañada por actores mientras al público se le da un kit para también poder interactuar con la película.

Si bien la cinta no goza de una narrativa coherente, la historia se logra desarrollar a través de la música y de los personajes; como olvidar esa secuencia musical donde se nos presenta al doctor Frank’N’Furter (Tim Curry) bajando por el ascensor mientras nuestros protagonistas discuten qué hacer con su llanta ponchada, para acto seguido aparecer con su encanto y esa atracción muy sexual cantando “I’m just a sweet transvestite, from Transexual, Transylvania…”. Todo el maquillaje y peinados fue hecho por Pierre LaRoche que anteriormente había trabajado con David Bowie y Mick Jagger y en los que se basaron para darle vida al personaje y dotarlo de este glam muy kitsch.

Y en general todo el apartado visual de la película convive este aire glam muy setentero, con todas las referencias hacia la cultura pop de ese tiempo, incluso se decía que Elvis Presley estaba muy interesado en interpretar el papel de Eddie, pero por alguna razón esto no sucedió y el papel fue tomado por Meat Loaf. Al final la película sirve como una guía para gozar de la libertad sexual, como dice la letra de la canción “Rose tints my world” donde nuestra pareja protagónica cantan y se dan cuenta por un lado Brad, que a pesar de no saber exactamente qué es lo que está pasando, se siente sexy al cantar y Janet también canta sobre lo libre que es y de cómo su estadía en el castillo/nave de Frank’N’Furter la hizo cambiar de parecer en cuanto al sexo.

Y así en medio de referencias a Frankenstein, el hombre invisible o Flash Gordon, mezclando alienígenas del planeta Transexual, es que toda la comunidad LGBTTTI+ se vio representada en una película transgresora para la fecha en la que se estrenó, y que marcó a muchos de nosotros para tomar esa libertad, y ser quien realmente queremos ser.

“Don’t dream it- Be it”.

(No lo sueñes- hazlo/selo)

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