The Beach Boys: Un documental muy buena vibra

Un imperativo de esta temporada para todos los amantes de la música, del cine y de los buenos documentales, la historia de The Beach Boys, relatada por Frank Marshall (el legendario productor y director), es un agasajo audiovisual y una interesante propuesta introspectiva al origen, legado y los fantasmas de la banda californiana.

El primer gran valor del documental es no centrarse en la figura y genio mediático que ya todos conocemos, Brian Wilson, sino en un conjunto familiar que empezó a forjar un sueño a través de la influencia de su padre, el compositor Murry Wilson, y su pasión por la música. Marshall explora estos orígenes manifestando de manera irónica su éxito, una banda que simbolizaba al adolescente californiano y la cultura del surf, pero que no surfeaban, y que en su vida como familia eran todo lo contrario a los excesos juveniles y de fiestas, siendo educados por un régimen autoritario y recluyéndose en la vida con su familia, primos y vecinos, los cuáles pasarían a ser también parte de la banda.

Hay cuatro actos muy puntuales que progresivamente van incrementando el interés y la tensión dramática de su contexto, pero sin nunca perder un concepto rector que inunda todo este dinámico mensaje y que al final será la esencia de los Beach Boys: el positivismo y las buenas vibras.

En primer lugar, se narra la relación de cómo tres hermanos, un primo y un vecino lograron el éxito a través del cambio generacional de los 60, en otras palabras, en la llegada del “Baby Boomer” a la adolescencia, primera generación consumista de un entretenimiento que comenzaba a propagarse nacional e internacionalmente. Los Beach Boys encontraron en este teenager californiano el símbolo perfecto para construir un arquetipo musical que se distinguía por su el juego vocal de varios integrantes y por la sapiencia nata musical del hermano mayor, Brian, y su capacidad de composición y montaje musical de variados elementos.

En este punto surge la figura de su padre y mánager, Murry, que llevaría a sus hijos – familia al estrellato por medio de una campaña publicitaria certera y masiva a través de la radio, giras y propaganda que rápidamente pusieron a los Beach Boys como la banda número uno de los Estados Unidos. Marshall repara en la relación del mánager – padre con sus hijos y como está se irá descomponiendo gradualmente por los celos y la envidia profesional, afectando no solamente el legado de la banda, sino emocionalmente al líder de esta, su hijo Brian. Este factor será una sombra constante en el relato como el villano o el antagónico que esperará su momento de revancha cuando la banda en algún momento decidiera despedir a su propio padre.

La tensión se aminora en un segundo acto cuando entra “The Beatles”, y de cómo la rivalidad entre bandas sirvió a ambas para superarse constantemente, alabándose, pero compitiendo tanto en territorio estadounidense como británico (de hecho, en algún momento The Beach Boys comandaba las listas musicales en la Gran Bretaña sobre The Beatles). Por medio de algunos testimoniales de analistas, productores, compositores y los propios “Beach Boys”, se hace énfasis en que más que una competencia era una cooperación silenciosa entre ambas agrupaciones, pues mientras una sacaba un disco legendario, la otra se esforzaba más para superarlo.

Inevitablemente parta el tercer acto Marshall tiene que parar para analizar e introyectar al genio, a Brian Wilson, pero no desde el tono morboso de su enfermedad (esquizofrenia), sino desde el aspecto artístico, tomando como base aquel legendario álbum llamado “Pet Sounds” (uno de los mejores discos en la historia) y consecuentemente el catalogado como mejor sencillo de la banda, “Good Vibrations”. Marshall y el mismo Brian nos cuentan su interacción artística y familiar de manera solemne y cautivante, complementándola con testigos de aquellas grabaciones en donde Brian Wilson llegó a ser comparado con su mayor influencia, Phil Spector. Sin duda, el hermano mayor de los Beach Boys fue el artífice del éxito y la revolución de los Beach Boys, con esa capacidad de empalme vocal y musical que lograba composiciones complejas con la intervención de instrumentos no estandarizados para el género, tal y como lo comentan sorprendidos algunos testigos.

Será aquí donde Marshall y la historia de los Beach Boys verá el inminente regreso de su antagónico, su propio padre, en un giro de tuerca que lleva a este documental musical a otro plano como drama paternofilial, y de donde se desprende la figura de Mike Love, miembro de la banda que tomará acciones contra este accidental villano de la historia.

La narrativa tomará un rumbo de drama familiar mientras se explora la salida de Brian Wilson, la caída de la banda y su posterior regreso y legado como una de las bandas de rock pop más representativas de la historia, llegando a un punto de redención fraternal muy conmovedor y que, aunque con cierta manipulación, deja entrever una reunión bastante auténtica en un retorno hacía el pasado formidable.

Frank Marshall lleva a cabo el proyecto definitivo sobre The Beach Boys, no solo una celebración musical, sino un recorrido artístico, social e histórico perfectamente narrado, musicalizado, montado y contextualizado en el entorno del apogeo adolescente del Baby Boomer. Pero no solo eso, pues el productor – director lleva a cabo una obra tan dinámica, que contagia el gusto o la curiosidad de reencontrarse con su música, o si algún ignorante no la conoce, de al menos empezar a buscarla.

P.D. Recomiendo ampliamente revisitar la película Love & Mercy, ficción que centra en la vida de Brian Wilson, y con una doble interpretación magnífica de Paul Dano y John Cusack

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Acerca del autor

El Fett   @El_Fett   cinescopia.com

El más realista y cabrón crítico de cine que pueda existir. Ente sin misericordia que tiene el halago de transmitir a los mortales su sentir y sabiduría en el mejor recinto sobre el séptimo arte. Cinéfilo de corazón y crítico crudo por vocación. Alter ego del Licenciado en mercadotecnia y RRPP Oscar M Rodríguez (FB) Sigueme en twitter @El_Fett


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