The Code: Las pantallas se adueñaron de nuestra vida

Si bien el director ucraniano Eugene Kotlyarenko tenía en su haber algunas películas con las que su nombre ya se había dado a conocer, fue hasta el estreno de ‘Spree’ en 2020 que se colocó en el ojo del mundo al entregarnos la desquiciada aventura de un conductor de plataforma que busca viralidad haciendo live streaming durante sus viajes. Con el ya reconocido Joe Keery como protagonista, esta cinta llamó la atención por su crítica a la aspiración actual de convertirse en la siguiente rutilante estrella del internet. Hoy encontramos disponible su largometraje más reciente, que lleva por nombre ‘The Code’.

The Code tiene como roles principales a Celine Unger (Dasha Nekrasova) y Jay Richard (Peter Vack), una pareja que ha decidido rentar una cabaña alejada de la urbe como estancia durante la pandemia, en donde además ella se propone filmar un documental al respecto. Lo que comienza siendo un curioso experimento entre unos novios que desean reavivar su llama se transforma en una confronta paranoica anhelante de reflectores.

Similar al interés de ‘Spree’ por explorar la mente humana capaz de hacer lo que sea por destacar y conseguir la fama, Kotlyarenko despliega más de 70 cámaras de todos los tamaños y formas en ‘The Code’ para retratar a dos individuos que, más que actuar como equipo ante esta emergencia sanitaria, utilizan las pantallas a su alrededor para retratar los acentos negativos de sus respectivas personalidades: Celine repite con frecuencia sus ganas de grabar para la posteridad lo que está sucediendo, pero lo hace sin escaleta, guion o un mínimo de respeto. Transporta de aquí para allá su cámara cual si fueran una niña y su muñeca en un juego. Jay, por su parte, se siente frustrado por su cancelación en tiempos de #MeToo, y su nulo éxito con criptomonedas o NFTs. Ambos crean personajes que representan de manera idónea la cultura en auge de la inmediatez, del entretenimiento fugaz y la urgencia de alcanzar números estratosféricos de likes y seguidores.

Una de las piezas clave para que la sátira de The Code funcione es la presencia de Nekrasova y Vack, quienes, al haber trabajado en filmes previos del realizador, se desenvuelven con la naturalidad de quien se sabe cobijado para hacer el ridículo, improvisar líneas y movimientos, e incluso exponerse con poca o nula ropa. Nekrasova se revela narcisista y desinhibida, pero también astuta cuando se ve acorralada por Jay. Tampoco es menor lo llevado a cabo por éste, ya que se muestra temeroso de ser exhibido nuevamente y se enfoca en contraatacar y poner trampas. Acompañados de un simpático Vishwam Velandy y de la bastante alocada Ivy Wolk, conforman un grupo de irresponsables adultos jóvenes sin temor a aprovechar la tecnología para contar en redes sociales sus intimidades, delitos y planes.

Estrenada en el Fantastic International Film Festival, ‘The Code’ interpela al público para que éste se cuestione cuántas pantallas hemos permitido que ingresen a nuestro entorno: Un celular, una cámara de seguridad, una televisión, una computadora, una tableta, un dron… Cientos de imágenes de nuestro físico, nuestro comportamiento, nuestras fragilidades y contradicciones, todo al alcance de un click, almacenado para siempre sin que podamos hacer mucho por controlarlo. En el absurdo y la exageración de la película, el mensaje continúa contundente: Si hemos perdido autoridad sobre la narrativa de nuestras vidas con cada video y creación de contenido, el legado que dejemos terminará siendo un cúmulo de problemáticas migajas digitales.

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Acerca del autor

Ale Vega    

Fan del cine, la lectura y el fútbol, y siempre a favor de las propuestas que incomoden y cuestionen. Fiel creyente de que el arte no debería calificarse con estrellitas ni medirse a través de la taquilla. Todo lo vivo como un tiro al travesaño.


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