The Death and Life of John F. Donovan: El mejor y peor Xavier Dolan en una sola película
Tras dos años de dimes y diretes, de críticas encontradas y de lo que parecía una sensación unánime de decepción, por fin se encuentra disponible la última película del afamado y un poco venido a menos Xavier Dolan, el cual con The Death and Life of John F. Donovan pretendía lograr no el conocimiento ni el respeto de la audiencia y/o crítica (que ya tiene), pero si una extensión mediática hacia aquella audiencia que aun se encuentra ajena a su destacable obra.
Hay que comenzar de manera concreta para poder revelar tanto los aciertos como los errores, y es que no hay mejor calificativo que el de “mediocre” para etiquetar a The Death and Life of John F. Donovan, un film que nunca es capaz de narrar con elocuencia o empatía lo que pretende, pero que en su atropellado desarrollo al mismo tiempo ve algunos chispazos de genialidad técnica, dramática y actoral que bien podrían destacarse como varios de los mejores retazos fílmicos en la carrera de director y guionista.
Revelemos primero que estamos ante el Dolan más superficial, más “hollywoodense”, preocupado más por el envoltorio que por el contenido, y en donde en su objetivo por irrumpir con ímpetu en la escena americana, ve a su historia dar vueltas y engañarse así misma. En lo que parece ser una apología hacía la auto destrucción que conlleva el estrellato alrededor de un joven actor que esconde varios secretos, Dolan se pierde entre los tópicos sexuales, familiares y relacionales, los cuáles quitan mucho tiempo (y sin mucha injerencia en la trama) al conflicto principal: que es la correspondencia secreta que este actor mantiene con un niño genio y fanático que toma a esta figura como su figura paternal, heroica y de ejemplo a seguir en la vida.
La manera de encausar dicho conflicto es poco más que genial, en una recreación de hechos pasados narrados por el ahora adulto “niño actor”, el cual cuenta a una periodista su versión de los hechos sobre el apogeo y extinción de su héroe actor “John F. Donovan”, sin embargo, es dentro de los flashbacks permanentes del film donde Dolan se pierde en otras mentes o sucesos que relevan a su motif de su importancia, cayendo en una artificial espiral de hechos que no sustentan su principal objetivo ¡Error! La narrativa de Dolan se auto sabotea pasando del niño a Donovan sin mucho éxito y todo “por encimita”, dejando que los personajes lleguen y se vayan como si nada pasara, sin la estructuración necesaria para lograr la credibilidad alrededor de la conflictiva mente de Donovan, el cual por consecuente y como lo menciona su mismo título… se despedirá.
Pero aquí viene el “pero”, y es que el mismo Dolan se ha puesto la vara muy alta. Su film no es malo ¡dista de serlo! Y es gracias a sus dos piezas actorales que el director alcanza a salvar su versión artificial de los hechos. No sorprende lo de Jacob Tremblay, niño actor que ya ha demostrado su valía desde muy joven dominando tanto el drama como la comedia (de seguir así no hay duda que estamos ante una de las futuras figuras actorales), pero quién si se sacude su previa imagen y denota una maduración sorpresiva es Kit Harrington (Jon Snow en GoT), dónde Dolan deja que caer todos sus efectos intimistas convirtiéndolo como es de costumbre en una de sus extensiones. Harrington hace funcionar el film en cada una de sus escenas a pesar de que Dolan se esmera en arruinar la narrativa con sus otros personajes (a excepción de Michael Gambon, en una secuencia muy bonita y sustancial hacia la trama, gran cameo).
En conclusión, la muerte y vida de Dolan están plasmadas aquí, una cinta repleta de sus más pretenciosos errores y sus más finos pero técnicos aciertos. Quizá el canadiense no lo quiera reconocer, pero aquí fue salvado por un niño prodigio y por Jon Snow.