The Double: Siniestro y cómico surrealismo
Imaginemos que estamos caminando por un callejón en plena noche y de repente cualquier indicio de iluminación desaparece, sin embargo no tenemos miedo, conocemos la ruta y hasta cierto punto es segura; de inmediato delante de nosotros se prende una luz como único indicio visual y nos vemos obligados a seguirla para salir de aquel camino sin tropezarnos. Durante 93 minutos el joven y talentoso director Richard Ayoade crea este efecto en pantalla, somete al espectador a un cuadro visual enmarcado por la oscuridad que absorbe la atención mediante una luz, una luz que significa un inteligente libreto y un tono narrativo exquisito que se balancea entre lo siniestro y lo cómico de manera excelsa y absoluta, que a manera de un ejercicio surrealista no aborda un tratamiento original, pero atrapa, cautiva y crea un sube y baja de sensaciones empáticas gracias a un peculiar estilo narrativo.
Basada en la novela homónima de Fyodor Dostoevsky, The Double no es el eslabón perdido de la corriente surrealista audio visual, tampoco algo imprescindible, pero si un relato sumamente inteligente, entrañable y divertido que más allá de su agilidad y chispa en la dirección, significa una catedra de cómo llevar a cabo un guion adecuado y sorteador de los clichés argumentales para este formato de historias, convirtiendo a Ayoade no en un contador de cuentos, sino en uno de pesadillas, pesadillas que se disfrutan, entretienen y hacen pensar.
Se parece, pero no lo es
Es inevitable hacer una comparación inicial desde los primeros esbozos del planteamiento de Ayoade tanto visual como narrativamente, y esa es con la cinta de Terry Gillian “Brazil”. Cualquier cinéfilo adicto y adepto a estos contextos puede dar cuenta que Richard no es ningún arriesgado, prefiere quedarse en lo ya conocido y establecido y desde ahí comenzar a desarrollar su oscuro sueño. Partiendo de una sociedad utópica donde Simon es un obrero – esclavo del sistema social – laboral, en sus palabras “un Pinocho manejado por los hilos”, el hábil cineasta posiciona sus elementos de manera precisa. Bajo un humor negro y ciertos gags cómicos tanto físicos como orales, construye alrededor de su único protagonista una serie de eventos y demás personajes que servirán para alimentar la paranoia, la pesadilla y las sentencias de su relato.
Aquí todo funciona y gira en torno a Simon, desde un suicidio fortuito, su amor no correspondido, su inseguridad, su mecánico ambiente de trabajo y su mala fortuna, hasta la banda sonora, el oscuro encuadre en la tomas y su relación co-dependiente con un entorno al cual es ajeno y en cierto aspecto aborrece. Durante esta avasallante, maestra y misteriosa parte introductoria todo queda asentado y confabulado para que de repente aparezca un doble de Simon, un fortuito socio que después se convertirá no solo en una amenaza suplantadora, sino en una proyección de su ser de lo que siempre ha añorado alcanzar en su bizarra y mundana vida, que es sencillamente ser alguien tomando en cuenta.
Para la hora del encuentro todo suena lógico dentro de lo absurdo de su situación; Ayoade logra un doble objetivo: primero, el hacer que aceptemos este suceso gracias a su coherencia argumental y su habilidad directiva; el segundo, que el espectador logre entretenerse siguiendo al pobre – carismático – bipolar Simon ¿Es una realidad su doble? ¿Es una proyección mental? No importa, el relato fluye de manera clara y grata a pesar de las intermitencias y clichés de sus elementos externos a su “héroe – antagónico”.
Pero toda falta de riesgo tiene sus consecuencias. Al final de la intriga y para su último acto, Ayoade pierde perspicacia, su relato se vuelve predecible en el momento que sus figuras se revelan y se encasillan en los papeles del bueno y el malo; además, ese desperdicio de sus elementos y personajes secundarios durante tres cuartos de su metraje pesarán en el desarrollo final, pues para este punto se sienten inútiles y sin nada que aportar. Aunque el giro de tuerca final es interesante y una invitación para la metáfora y para que cada espectador pueda sacar sus conclusiones sin llegar a la presunción o la fanfarronería argumental, pareciera que a Ayoade le hizo falta ese pequeño paso para posicionar a su tercer largometraje como algo ciertamente memorable. En resumidas cuentas, su guion y dirección comienzan de manera excelsa, se desarrollan de manera adecuada, pero terminan de manera atropellada… una lástima.
Jesse Eisenberg, el doble de dos matices
Al igual que lo peculiar y bizarro de su relato, Eisenberg deja en claro que es un actor por demás encasillado en una especie de personaje autista y adepto al humor involuntario, pero ya sea por su excelente actuación en The Social Network o su grata comedia en Zombieland, la elección de Ayoade y su casting fue por demás gloriosa para interpretar a Simon. Eisenberg como pez en el agua, demuestra con su doble que puede manejar tanto la comedia y el gag físico como el drama y el antagonismo de manera más que adecuada apegado a los estándares del relato y a sus capacidades histriónicas, que si bien son pocas, cuando estas son bien encausadas y guardan un nexo intimo con la naturaleza de la historia pueden rendir frutos destacables (Tomar notas para Lex Luthor por favor)
Si a esto le agregamos la ventaja única que ha caracterizado a Eisenberg desde sus inicios, la cual es el manejo rápido de su dialogo y lenguaje oral (Que compensa su incapacidad en el lenguaje físico) tenemos a un perfecto sociópata – esquizoide listo para para vestirlo en el traje sastre y holgado de Simon James. No cabe duda que Ayoade, la producción y el mismo Eisenberg saben sacarle provecho a las virtudes – defectos de este último ¡Bravo por su actuación!
Una desgracia que no podamos referir a nadie más. Wasikowska (Otra actriz más que referida siempre como la niña rara del cuento) está insoportable y por ende la química con Eisenberg es nefasta. Es irónico o quizá propositivo, pero la comunión se da entre Eisenberg y Eisenberg, pero esto no resta el defecto en la interpretación de esta escuincle destacable solamente por Stoker.
¿Hay que verla?
Definitivamente. A pesar de sus obvias fallas The Double es una propuesta interesante e inteligente, una catedra de lógica argumental y habilidad narrativa dentro de un contexto surrealista a la que quizá se le puedan restar puntos por su falta de atrevimiento y encasillamientos actorales de los que solo sale muy bien librado el protagonista con su doble interpretación
Los elementos visuales y auditivos son fastuosamente oníricos (Especial atención en algunos guiños a cintas como Brazil y Rear Window); la banda sonora en comunión con piezas musicales insinúan y sumergen en un ambiente claustrofóbico maravilloso, pesadilla que Ayoade complementa con su habilidad en la técnica visual, con planos que tal vez abusen un poco del plano medio y el americano, pero que son necesarios para presenciar esa sensación intimista y oscura de la historia.
¿Lo lamentable de todo esto? Que The Double no verá distribución comercial a pesar de que en este pasado mes se ha dado a conocer en algunos circuitos underground, muestras y otros medios no oficiales, así que les invito a conseguirla por cualquier método o medio a su alcance para disfrutar una de las obras con más valor cinematográfico de lo que va en el año.
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