The Fabelmans: Una verdadera carta de amor al cine
En los últimos años el término “carta de amor al cine” se ha devaluado tanto al punto de que se ha convertido en un meme. Esto se debe a que varios directores han intentado hacer esa obra que llegue al corazón del espectador evocando su amor al cine, con intentos fallidos (con contadas excepciones); para algunos, su carta muchas veces parece ser una declaración de ego por lo excesivos que terminan siendo, apoyándose en una maestría técnica que se devora a la narrativa. Y en otros casos, los realizadores entregan una película con corazón, pero con carencias técnicas marcadas.
Quizás uno de los directores ideales para contar una historia de “cine dentro del cine” era Steven Spielberg, que si bien parecía que sus mejores años ya habían pasado, con The Fabelmans ha demostrado de nuevo su calidad, realizando su mejor película desde Munich.
Un guion de muchas capas.
Comparándolo con las últimas películas de Spielberg, un aspecto que mejora demasiado es la escritura. Y es que a través de una mezcla de entre la ficción y la realidad con la historia de Sammy Fabelman (que es la representación ficcional de Spielberg) y su peculiar familia, el c director y su guionista Tony Kushner, relatan una trama dónde el director de Tiburón aprovecha su autobiografía para explicar de manera hábil el origen de su manufactura como cineasta a través de su desarrollo personal.
El balance entre la técnica y el corazón
¿Que Spielberg siempre fue un director que en los apartados visuales y técnicos le encantaba innovar? quizás fue por la inspiración (y herencias) que encontró en la figura de su padre (ingeniero), quien en la cinta es retratado como un genio en su campo, pero también como una persona metódica y ordenada
¿De dónde encontró el ADN de artista? Quizás fue a través de la figura de su mamá, quien tenía talento como pianista y cuyo tío se introdujo en la meca del Hollywood de finales de los 20’s. Su madre es retratada como una persona amorosa y apasionada
Quizás es también por eso que en su cine encontramos un balance, siendo un pionero en lo que se refiere al cine comercial al saber respetar los elementos técnicos fundamentales, pero a la vez a imprimiendo a sus películas de cierto grado de encantó y calidez. La fusión casi perfecta entre el corazón y el cerebro, que fue ideal para hablarle a través del cine al ciudadano común.
El azúcar es el ingrediente
Uno de los rubros más criticados de Spielberg es los sentimentaloide y manipuladoras (emocionalmente) que pueden llegar a sus películas. Si bien esta crítica es hasta cierto punto válida, y puede gustarnos o no ese estilo, en The Fabelmans explica porque muchas de sus películas (incluso esta) se encuentran impregnadas de esta emotividad. Primero viene relacionado por una necesidad de control de alguna situación exterior, que como tal no podía ejecutar en la realidad, por lo cual la ficción es el único camino donde se permitía materializar este ideal; segundo, porque de acuerdo con el retrato de su familia (especialmente de su mamá), era un bálsamo para enfrentar este tipo de situaciones no como un escapismo, sino como una manera de bajar la hostilidad. Si bien estará la discusión (y dependiendo al gusto) del tono que algunas veces se deberán presentar los dramas y tragedias, creo que mientras uno siga los axiomas técnicos del séptimo arte (especialmente lo referente en escritura), cualquier cosa es válida en el mundo del cine.
Si bien las cintas de Steven algunas veces terminan por no cumplir porque en ocasiones la escritura tiene un bajón y la costura de la melcocha se nota un mas, tiene películas donde incluso los elementos narrativos y técnicos llegan a ser perfectamente ejecutados, y donde lo enternecedor y lo emocional suelen ser orgánicos y no se sienten como una salida fácil.
The Fabelmans es un gran ejemplo de lo último, pues a través de una historia que se sostiene gracias a un excelente diseño de personajes, mostrados con una enorme cantidad de claroscuros y quitándoles cualquier maniqueísmo o estereotipo, el excentricismo de estos está cimentado en sus claroscuros, vicisitudes e imperfecciones, los cuáles los dota de carisma y humanidad.
Mención especial no solamente para el diseño de los personajes principales, pues los secundarios también tienen sus momentos de lucidez, resaltando (destacando Boris y Mónica).
El cine como herramienta
El guion no solamente ha mostrado la esencia del cine de Spielberg cómo figura, sino también el cine como una herramienta para diferentes propósitos.
Sammy filmaba películas para entretener a su madre, amigos y familia, representando al cine como una manera de diversión o espectáculo. Pero también el cine en muchas ocasiones fue una escape a la realidad que lo agobiaba constantemente, y no solamente para él, sino para una parte de su familia que muchas veces necesitaba de las películas de Sammy para poder relajarse de los tragos amargos que vivían.
Fue también una manera de glorificar a personas impresentables en la realidad, pero que gracias a la magia del cine, la ficción permitía glorificarlos cómo héroes (¿Sera una referencia a La Lista de Schindler?). Pero no solamente el cine tiene esa representación idealista, pues también es un vehículo para exhibir aquellas realidades crudas imposibles de ignorar (está representación en la trama de Fabelmans es materializada en un problema familiar que es descubierto por Sammy a través de una filmación y confrontada con su madre a través de una exhibición)
El subtexto de Spielberg es claro, el cine es un lenguaje (que como cualquier idioma hay que respetar su estructura) el cual puede ser utilizado para comunicar cualquier mensaje y por consecuencia cualquier pretensión o intención del autor puede ser materializada a través de su magia, un recordatorio del poder que tiene el séptimo arte como herramienta social y de comunicación.
Estructura tipo de cine
Otro aspecto del guion es que todo este contado de una manera paralela a la creación de una película, cómo si el desarrollo de Spielberg de la infancia a la adolescencia fuera igual a la creación de una película. La infancia vista como una etapa de preproducción, dónde nacen las ideas; la etapa de filmación vista como la preadolescencia, dónde se ejecutan todas las ideas plasmadas en la etapa anterior, y dónde a pesar de las dificultades la filmación se pasa a la adolescencia, etapa dura dónde se hacen los recortes y sacrificios para finalmente a la adultez, donde el corte final queda plasmado y a punto de ser exhibido.
El horizonte
Spielberg siempre ha sido sinónimo de excelencia técnica y está cinta no es la excepción. La fotografía tiene un toque plurifuncional e intimista (a cargo de su cinematógrafo de cabecera Janusz Kaminski), dónde la cámara puede colocarse en los rincones más estrechos y aún así tener planos tan precisos de las expresiones de sus intérpretes (también para darle más realce a las escenas de filmación de las cintas de Sammy. Mención aparte el cuidado con el que están filmadas las escenas de edición y exhibición de las películas, recreando una sensación interesante del cine dentro del cine, cómo si el espectador formara parte de este proceso creativo.
Aplausos para una edición vertiginosa, que incluso es tan hábil que una misma escena puede estar situado en tres perspectivas (ejemplo, la escena donde Sammy descubre el secreto familiar, mientras su mamá toca el piano y su padre estudia), y sobretodo bien cuidada, pues los cortes entre escenas o secuencias tiene un “timing” de tren japonés, siendo tan precisos que terminan marcando la pauta de cada acto.
Actuaciones.
Aunque Michelle Williams, Seth Rogen, Judd Hirsch son los que más destacan, cómo elenco el trabajo es demasiado completo, y aunque haya actores estén más discretos (cómo Paul Dano, que es más por quizás las limitaciones de su personaje), es difícil encontrar una actuación del elenco que desentone. Buen trabajo de casting
Calificación
Guión: 3.2 – Un guion con muchos subtextos en su narrativa
Dirección: 3.4 – Una dirección perfecta que brilla mucho por su edición y fotografía
Actuaciones: 1.8 – Difícil encontrar alguien que desentone, hasta David Lynch lo hace bien.
Extras: 0.5 – Excelente música de John Williams, el cameo de John Ford es espectacular, las referencias a la filmografía de Spielberg están colocadas de manera sutil e ingeniosa
Calificación: 8.9 – Excelente
Spielberg ha vuelto dando una clase magistral de como hacer cine al estilo americano, no importa el género o propósito, si uno sabe hablar el lenguaje del séptimo arte puede comunicar cualquier mensaje o idea, pero sobretodo ha dado de una lección de como escribir una auténtica carta de amor, abriendo una parte sensible de su vida personal, pero a la vez necesaria, para explicar su manufactura. No es la biografía ególatra de un director, sino un viaje hacia la esencia del mismo.
Y dentro de las lecciones importantes que no deja de Spielberg a través de los Fabelmans están:
- Meter la cabeza en la boca del león es tener pelotas. Que el león no me coma la cabeza… eso es arte.
- La culpa es un desperdicio de emociones
- Haz lo que tú corazón te diga para que no le debas la vida a nadie.
- El cine puede ser irreal pero al final te puedes quedar con la chica
- No puedes amar algo y ya, también tienes que cuidarlo
Pero la más importante y que probablemente John Ford le transmitió y ahora Steven nos la regala es:
“Cuando el horizonte está en el fondo es interesante. Cuando el horizonte está arriba es interesante. Cuando el horizonte está en medio es aburrido y soso.”
Por favor maestro no te vuelvas a ir.