The Happytime Murders: Inofensivos fluidos y pelos de Puppets
Como amante y seguidor de todo peluche salido de la mente de “un Henson”, deben imaginar mi emoción previa al estreno de The Happytime Murders, proyecto encarcelado por la compañía y que suponía una amenaza al recuerdo de Los Muppets, los cuales a pesar de descansar en paz en manos de Disney, vieron una mediana reinvención con sus dos recientes cintas gracias al entendimiento generacional en el manejo de su humor y estilo. Cancelada una tercera parte por el pobre recibimiento en taquilla de The Muppets Most Wanted, parecía entonces que el legado del mismo Jim salía del anonimato para defender la esencia de su comicidad en una ampliación de público que suponía un riesgo repleto de morbo, mismo que no se llegaría a consumar con resultados ciertamente decepcionantes.
El principal problema de The Happytime Murders es su falta de identidad. Por una parte y tras haber presenciado tan vulgarmente atractivo tráiler, uno esperaría un mayor grado de trasgresión por parte del hijo de la leyenda, Brian Henson (al también enfrentar a la mesa directiva durante 8 años en la búsqueda de su filmación), pero la realidad es que su rebeldía, junto a su falta de experiencia directiva, dejó solo esbozos del humor “muppet” en una sátira criminalística de 90 minutos que aspira solamente a ser un producto efímero, entretenido como curiosidad, pero totalmente olvidable.
La discordancia se acrecienta cuando estamos ante el típico caso del tráiler que no deja nada a la expectativa y expone sus mejores “y más cómicos momentos”. Parece que a Henson Jr. no le alcanzan ni el semen, ni el vello púbico, ni el destazadero de felpa, ni el porno, ni el sexo interracial, para alcanzar el natural humor Los Muppets, ya ni siquiera para meterle un aliciente de parte de los elementos vulgares o “políticamente incorrectos”. Salvo contadas excepciones (que se distinguen por el alto grado de espontaneidad en su comicidad), el director al parecer no comprendió el tono previo del humor “ya adulto” de la pandilla de Kermit, dejando que su parodia sea solo un pastiche de clichés y otras referencias fílmicas que se queda pobre en su promesa de levantar el ámpula que sugirió su concepto creativo y avances.
Con relación a sus personajes no se puede negar el talento en la técnica y crecimiento exponencial en el manejo de los títeres, haciendo que estos al menos sean una parodia exquisita de los arquetipos de los géneros thriller y noir descritos por el guion. Basta decir que Bill Barretta (Rowlf the Dog, Pepe the Prawn y Swedish Chef, entre otros personajes), Dorien Davies, Kevin Clash (Elmo) y el mismo Brian Henson, entre otros maestros titiriteros, dejan muy mal parados a la calaña cómica secundaria de Melissa McCarthy y Joel McHale, medianamente acompañados de las casi siempre desperdiciadas Elizabeth Banks y Maya Rudolph (por otra parte me pregunto ¿Dónde carajos están los cameos? ¿Ausentes en proyecto “Henson”? ¡Inaceptable!)
A pesar de mantener cierto interés incluso con un irreverente e “inesperado” giro, lo poco atractivo de su humor y propuesta van decreciendo hasta un anticlimático final, momento en el que resaltan tal vez los dos más grandes problemas en el argumento y dirección de The Happytime Murders; el primero es que Henson parecía no tener control sobre lo que quería contar, incluyendo tangentes sobradas en la historia que solo menciona pero nunca desarrolla, como el problema racial y el tráfico de Puppets, temas que quizá hayan enriquecido al film; el segundo es que hay ciertos momentos en los que Henson quería ponerse serio, traicionando de sobremanera la naturaleza irreverente y de parodia del concepto “Muppet”, comportamiento ligado precisamente al desperdicio narrativo con los tópicos sociales metidos con calzador.
Ni en originalidad, ni en vulgaridad, ni en cameos, ni en su gratuita polémica, ni en su auto sátira como serial ochentero, The Happytime Murders es una propuesta totalmente mezquina y decepcionante; inofensiva en sus ganas de ofender e inexpresiva en su afán por divertir, su sátira al thriller y al noir se siente por muchos momentos totalmente ajena al apellido “Henson”. Como nota, la secuencia de créditos finales resulta ser más cómica que los 90 minutos previos.