The Life of Chuck: Mi Mundo Interior
Mike Flanagan acaba de consolidarse como el nuevo encargado de adaptar la obra de Stephen King, y es que siempre será mejor ver al famoso novelista como escritor de realismo mágico que con el título de maestro del terror que le han adjuntado (a estas alturas ya todos conocemos los clichés y estereotipos de sus historias por las que nos burlamos). Tras lo hecho por Frank Darabont y Rob Reiner en décadas anteriores, la consagración llega con “The Life of Chuck”, la cual desde ya puede colocarse entre las mejores adaptaciones del maestro literario. Pero para entender esto, es necesario ir por partes.
Contada en 3 actos bien diferenciados que usan la cronología invertida como principal recurso narrativo, una vez entendida la principal estructura, se comprende el principal mensaje que quiere transmitir.
El Fin del Mundo
Iniciando con uno de los apocalipsis más originales por mostrar un final más íntimo que desborda en el caos generado por el pánico en todo el mundo ante un acontecimiento inesperado. De ahí que las reacciones de las personas son las más naturales y el impacto neurológico es tanto que hasta provoca miedo por pensar que nuestra existencia está a punto de cesar, un castigo divino por el desapego a la vida que muchos hacemos diariamente.
Aquí es donde sobresale la labor de Chiwetel Ejiofor como un testigo al Armagedón, presentando una interesante explicación del calendario cósmico de Carl Sagan. Y es que, a pesar del miedo, todavía encuentra cierta fascinación por el evento, y hace lo que cualquiera de nosotros haría en la misma situación: intentar arreglar las cosas, enmendar los errores del pasado, olvidar cualquier rencor y pasar el tiempo restante con la gente que te importa antes de que todo termine. De aquí parte una especie de asombro ante las cosas sencillas de la vida, recordar con cierta nostalgia los buenos tiempos, y la mentira de creer que habrá un mañana. Los últimos minutos son una mezcla de melancolía y alegría de vivir a la vez.
Qué día tan hermoso
El segundo acto ciertamente peca de ser el más corto y es dónde la narración se torna un poco pesada por la expositiva voz en off de Nick Offerman que, si bien cumple su propósito de retroalimentación y narrador omnisciente, llega a ser algo sobre explicativa. Sin embargo, aprovecha las emociones y los diálogos para abordar la belleza de la vida cotidiana. El ya icónico baile demuestra que vale la pena vivir por los momentos de alegría inesperados que se pueden obtener incluso de cosas que a simple vista parecen triviales.
Es aquí cuando hace acto de aparición el ya mencionado Chuck, interpretado por Tom Hiddleston, quien aunque tiene una aparición breve (15 minutos en todo el metraje), entrega la mejor actuación de su carrera y hace que nos identifiquemos con quien esencialmente es un hombre común y corriente. Son estas acciones las que manifiestan todo lo que implica nuestra existencia: la enfermedad, el destino, el dolor, y a través del cierre en esta parte de la trama, la única certeza de la vida.
Abre tu mente
El cambio brusco a un coming-of-age en el último acto será uno de los puntos más controversiales, puesto que por más necesario que fuera tratar el origen de todo, da la impresión de ser una película distinta. Pero también está claro que no hay otra manera de abordarlo porque se revelan muchas de las intenciones iniciales. Primero, una más que necesitada renovación al concepto del multiverso, porque pone sobre la mesa la posibilidad y certeza que existe, pero no afuera, sino desde adentro, ejemplificado en el personaje de Kate Siegel, que da pie a la mejor escena de la película (que resume a la perfección el mensaje de la misma).
No obstante, esto también se ve complementado por la aparición sorpresiva de Mark Hamill y Mia Sara, aportando muchos conceptos relacionados a las matemáticas, la literatura y el misticismo de un ático que concretan las ideas presentadas a lo largo del metraje. Es cierto que introduce un tono un tanto cursi, pero evade la manipulación sentimental con la sinceridad de la dirección, y mediante un giro sutil en la recta final, es cuando se revela el verdadero significado de la vida.
No cabe duda que estamos ante una de las mejores películas del año y que de entrada tiene posibilidades de competir en la próxima temporada de premios. Una invitación a presenciar la mente humana como la mejor hermosura de nuestra existencia, y con ello, que el final de una vida es el final de un mundo, y tal vez del universo entero, si esa vida es tu universo. Recuerda: eres maravilloso, mereces serlo y tienes muchísimas cosas por las que mereces estar aquí.