The Marsh King’s Daughter: Un concepto prometedor mal ejecutado
Los años han demostrado que a Daisy Ridley le está costando conseguir trabajo después del fiasco que fue la trilogía secuela de Star Wars, pues los prejuicios causados por la saga galáctica no han permitido que se despejen las dudas con respecto a su calidad actoral (si es que la tiene). De momento, nos acaba de llegar es “The Marsh King’s Daughter”, una adaptación de la novela de Karen Dionne dirigida por Neil Burger (“Divergente”, “The Illusionist” y “Limitless”). Y dice y pesa mucho cuando, en el afán por darle una oportunidad a la actriz de callarle la boca a todos, resulta que la mejor parte es donde no sale ella.
Siendo justo, la historia empieza bien, presentando una familia que vive en el bosque a la mitad de la nada, sin contacto con el mundo exterior y con muchas escenas donde el padre le enseña a su hija como sobrevivir en la naturaleza. Este inicio es interesante y el realismo eleva la historia al proyectar cierta ternura y cariño por parte de la percepción de una niña que es ignorante al contexto alrededor de su familia. Además, la revelación del pasado de Helena juega un papel fundamental en el misterio que rodea su trasfondo, su forma de afrontar vida (sobre todo con su nuevo rol como madre) y los traumas a los que deberá enfrentarse para poder continuar con su presente. Todo suena prometedor… el problema es que la película no logra sostener su premisa y pierde el interés con rapidez, tan pronto presta atención a la vida adulta de Helena.
La trama se vuelve típica y predecible, el ritmo se descontrola y provoca que dicha arritmia sea constante hasta el final. Va demasiado lento, pero lo que sucede dentro de la historia va tan rápido que no ahonda en detalles cruciales. Debido a esto, le falta profundizar en la historia, los personajes y las relaciones interpersonales son superficiales, lo que ocasiona que haya momentos que parecen no tener sentido y que la intensidad emocional no sea suficiente para involucrarse en la situación (y con la protagonista). Por esta misma razón, los que deberían ser los puntos culminantes sobre lidiar con un trauma del pasado no acaban por convencer, pues en su tratamiento apenas se aborda sin profundizar en ellos.
A nivel técnico, la cinematografía resalta los paisajes salvajes y el diseño de sonido ayuda a mantener la tensión de forma inusual (y puede ser inmersivo en el medio ambiente cuando hay compenetración con las imágenes).
Respecto a las actuaciones, el verdadero responsable de fomentar el misterio, la intriga y que incluso ayuda a que la historia no decaiga (más) es Ben Mendelsohn, una dualidad provocada por ser un padre amoroso (dentro lo que cabe considerando su rol) y un tortuoso perfecto villano que no escatima en acciones con tal de conseguir lo que quiere. En cuanto a la actriz con nombre de princesa de Mario y apellido de enemigo de Metroid, es capaz de resaltar la valentía y determinación de Helena, y a pesar de las claras limitaciones que tiene por la poca estructuración de su personaje posterior al comienzo, tiene suficiente capacidad de empatía y sensibilidad, pasando de la euforia al temor con sutileza. De haber tenido una mejor escritura, estaríamos hablando de la mejor actuación de su carrera.
Aunque las actuaciones pueden hacer ligera la experiencia, poco pueden aportar a un guion que se estanca tan pronto despega, y como consecuencia, crea nula tensión y un desarrollo muy pobre del conflicto. Es normal, pero nada excepcional, ejemplificado en un tercer acto pobremente ejecutado y un desenlace poco satisfactorio (¿ni un abrazo? ¿Ni reunión con la familia? ¿Nada?). Por esto mismo, esta espiral de incapacitación emocional se mantiene simple y directa, tiene pequeñísimas partes que están muy bien, pero otras que hacen inevitable percibir que tenía el potencial de ser mucho más oscura e intrincada. Daisy tiene potencial para quitarse la imagen de Rey y consolidarse como una buena actriz, sólo necesita un mejor guion.