The Phoenician Scheme: Redención fílmica y paternal
El cine actual necesita autores, aquellos directores que escriben, dirigen y hasta producen sus trabajos suelen ser escasos. Más escasos aún resultan aquellos cuyos trabajos cuentan con un sello indiscutible, aquellos que son reconocidos en forma y fondo por un estilo narrativo o visual característico que, indudablemente los separa y eleva sobre el resto de los directores. Wes Anderson es uno de ellos.
En estos tiempos de películas-franquicias-brandings, tener un director como Anderson es una bocanada de aire puro y fresco, es el oxígeno que el cine como arte/industria necesita. Y, claro está que no es el único (lo mismo podemos hablar de un Tarantino, un Scorsese, un Almodóvar, un Nolan, un Chan-Wook, un Sorrentino, Koreeda, Leigh, PTA o hasta Ciro Guerra), pero los ejemplos son en realidad escasos y, en su gran mayoría, no provocan un impacto en el mainstream taquillero, quedando triste e inmerecidamente reducidas a ser películas de nicho. Cuando una nueva película se estrena y el motor para el espectador es ir a verla basada en el nombre del director: eso es una anomalía. Cuando el nombre del director se impone por sobre el de sus estrellas: eso es un evento. Anderson, como pocos, puede provocar eso.
El EVENTO de este momento es “The Phoenician Scheme”, la nueva película de Wes Anderson en la que, con un elenco plagado de estrellas y fiel a su estilo visual y narrativo, el director texano nos lleva a un viaje en el que conoceremos la historia de una familia y un negocio familiar, en el que mediante el impecable y equilibrado manejo de la comedia, el drama, la intriga y el espionaje, se buscará la redención moral y la salvación espiritual.
Benicio del Toro sorprende en un papel simpatético como el patriarca de la familia Korda, un empresario que ha logrado sobrevivir a nada menos que seis accidentes aéreos y a quien nada pareciera turbar su compostura y perspicaz mente empresarial, que lo ha llevado a manipular el mundo de los negocios y le ha ganado no pocos enemigos, quienes buscan permanentemente derrocarlo y victimarlo. Los constantes ataques que recibe desde múltiples frentes, lo han llevado a replantear su estrategia para proteger su imperio, lo cual hará nombrando como heredera universal a su única hija, Liesl (por sobre sus otros 9 hijos), una joven que está a punto de convertirse en monja y quien no ha hablado con su padre en años, dado que lo cree el culpable del asesinato de su madre. Liesl lo acompañará a una misión internacional para asegurar el futuro del mayor proyecto empresarial de Korda, mientras aprende las estrategias de su padre y aprende a conocer al hombre detrás del empresario.
Lo que hace verdaderamente interesante a The Phoenician Scheme es su transfondo, mismo que toma elementos espirituales y religiosos para mezclarlos con un tema de dinámica familiar (en el estilo de “The Darjeeling Limited”, pero permitiéndose llevarlo a una mofa y crítica de la institución eclesiástica y del mundo de los negocios), haciendo a su protagonista ir en pos de una búsqueda espiritual y de redención, deshilando los entresijos empresariales, educacionales y, sobre todo, familiares (con ecos a “The Royal Tenenbaums”).
Es justamente la sólida construcción del guion de The Phoenician Scheme, que va construyendo una trama intrincada, episódica, para ir llevándonos de a poco a generar simpatía y un cierto nivel de empatía con su inicialmente antipático protagonista. Esto lo logra, a su vez, con una adecuada mezcla de la comedia física con una alta dosis de mordacidad y sátira, como es el sello de la casa.
Y a pesar de contar con un reparto multiestelar, que lo mismo presenta a Tom Hanks y Bryan Cranston como dos curiosos hermanos inversionistas, a Mathieu Amalric y Jeffrey Wright como dos inversores del esquema empresarial, a Scarlett Johansson y a Benedict Cumberbatch como familiares directos con curiosos lazos familiares o a Hope Davis como una monja con valores espirituales dudosos, nadie brilla más que Michael Cera, quien interpreta a un misterioso tutor quien enseña a los hijos de Korda sobre biología e insectos y quien se ve orillado a acompañar al empresario y su hija en su viaje para salvar su megaproyecto. Cera supera los registros cómicos del resto del reparto y a través de la rareza de su personaje y un perfecto timing, logra entregar una interpretación llena simultáneamente de simpleza y complejidad, con lo cual seguramente lo veremos como actor recurrente en las próximas películas de Anderson.
Y a manera de corolario, cabe aclarar que no estamos ante una de las mejores entregas de Anderson, ya que no alcanza el nivel de maestría que ha mostrado en películas anteriores, pero es un hecho que The Phoenician Scheme mejora el nivel comparando esta con sus últimas dos películas (The French Dispatch y Asteroid City), sobre todo debido a que presenta una trama más digerible en lo general, que la hará mucho más del agrado y complacencia del espectador. Quizás, lo que la aleja de la maestría de cintas como “The Grand Budapest Hotel” o “Moonrise Kingdom” es la falta de un clímax con suficiente fuerza, ya que es este el punto débil de la película. Eso sí, Anderson mantiene su irreprochable encanto y garantiza que nadie saldrá decepcionado de este fantástico film; la base de fans establecida quedará razonablemente satisfecha, si bien la consumación de Anderson como genio artístico se mantiene… en periodo de prueba.
Postdata: Algo que sí confirmamos es que, efectivamente y como siempre supimos: Bill Murray es dios.