The Rider: El más real, desgraciado y optimista vaquero de rodeo
En su incansable búsqueda por el sufrimiento ajeno, la directora indie Chloé Zhao nos deleita este año con The Rider (estrenada oficialmente en el marco del Festival de Toronto 2017 pero distribuida comercialmente hasta 2018), incisivo drama que abraza la corriente neorrealista para alcanzar un nivel de veracidad que incluso podría rayar en lo documental.
Con actores totalmente desconocidos y muchos de ellos en su primer trabajo, la producción se encargó que de que el jinete en cuestión se tratara de un real “vaquero de rodeo”, comportamiento repetido alrededor de todo su cast y que la directora aprovecha para crear dimensiones psicológicas complejas, pudiendo exprimir y proyectar emociones realistas que de manera inmediata crean una empatía con el espectador a pesar de su ritmo semi lento y contemplativo.
The Rider narra la historia de Brady Blackburn, una estrella del rodeo que tras sufrir un brutal accidente, queda imposibilitado de practicar su pasión, montar caballos broncos y trabajar como entrenador de los mismos. Aunque la cineasta sigue al pie de la letra la estructura de todos los dramas deportivos (recuerda mucho a The Wrestler de Darren Aronofsky), The Rider brilla con luz propio gracias a sus sutiles simbolismos que sirven al protagonista como complemento de su desgracia / esperanza, en una serie de metáforas, actividades y/o apoyo que le hacen apenas soportable su estado de salud y familiar, con un padre alcohólico y una hermana con autismo.
Es por este despliegue de desgracias donde Zoe extiende y/o complementa la figura de su trágico héroe a través de 3 principales elementos: una persona, un caballo y el ambiente; el primero siendo la figura ahora difusa de un hermano y guía, destinado a una silla de ruedas; el segundo un bronco ingobernable y testarudo que no acepta su realidad; y el tercero bajo una excelsa fotografía, siendo el bastión narrativo para soportar tanto sufrimiento, en una atmosfera llena de paz y que también ofrece cierto respiro para el punzante drama.
Y tal vez sea eso la debilidad del film, el exponer de manera exagerada a un personaje a tanta desgracia propia y a su alrededor: mejor amigo discapacitada, hermana autista, dadddy issues, enfermedad a raíz de un accidente, falta de dinero, venta de su mejor caballo; y es que aunque Zhoe crea un ritmo encomiable y coherente en torno a estos sucesos, uno se pregunta si algún par o incluso más dificultades eran necesarios para justificar el estado de Brady, el cual se erige como el pobre vaquero más optimista del mundo.
Las actuaciones por otra parte son sobresalientes, resaltando el homónimo Brady Jandreau en su primer papel (real estrella de rodeo que comenzó a entrenar caballos a los 12 años), el cual se hace rodear de su mismo padre Tim Jandreau (como su padre también en el film) y pongan atención, por su propia hermana Lilly Jandreau (como su hermana en el film), lo cual hace que la visión de Zoe raye de manera soberbia en el tono documental con gran pericia visual y equilibrio en su narración.
Ganadora de 14 premios, incluyendo una mención honorífica en Cannes, The Rider se erige como una de las mejores películas indie del periodo 2017 – 2018. Un drama deportivo de un brutal y realista tratamiento que conecta no solo por su infortunio con el espectador, sino también por su esperanza y optimismo ante los constantes embates de una a veces muy pinche y difícil vida.