The Rings of Power: Un avión que sigue intentando despegar

Pues ya se llegó la mitad de temporada de la serie de Amazon, El señor de los Anillos: Los Anillos de Poder, y después de cuatro episodios, todavía no vemos a ese tremendo “Jet Supersónico surcando los cielos” como nos lo prometió Jeff Bezos, pero ¡Hey! ¡Que no cunda el pánico! Pues ¿lo mejor está por llegar? O al menos el episodio cuatro (la gran ola) así nos lo hizo sentir.

El problema de la serie ya lo hemos aclarado en anteriores críticas de su página favorita (Cinescopia), y es que se abrieron tantas tramas y se introdujeron tantos personajes al mismo tiempo que es difícil seguir un hilo, aunado al hecho de que parece ser que Amazon optó por la estrategia de un inicio lento, donde destaque más el misterio sobre la acción, una estrategia arriesgada porque no todos tienen la paciencia para aguantar ya más de cuatro horas esperando a ver algo de acción y sangre, y por el momento, toda esta mitad de temporada solo se ha sentido como una cata de ese mundo.

A pesar de lo tedioso que pueda haber sido para los espectadores, los episodios 3 y 4 parecen estar conduciendo a un mismo camino, uno que desafortunadamente no toda la gente va a esperar a quese interconecte, y que para muchos significa un “collage” aburrido y colorido. Pero no “desespereís mis curiosos hobbitses”, pues la trama a pesar de ser lenta, sí se está conectando a eventos que seguramente en los últimos episodios serán completamente explosivos.

Los episodios 3 y 4 nos introducen a la mítica ciudad de Numenor, orgullo del hombre y de los ancestros de nuestro rey favorito, Aragorn hijo de Arathorn señor de los duneidan, heredero de Isildur y bueno ya se la saben… y pues no esperábamos menos del presupuesto de Amazon, la ciudad luce impresionante y digna de la antigua grandeza de los numenoreanos. A pesar de tener una influencia media romana-griega, la ciudad luce y es un encanto visual. Lamentablemente, volvemos a lo mismo, la fotografía, efectos especiales, colores, todo ello, sigue luciendo deslumbrante y no ha bajado ni tantito su calidad, al contrario, en cada episodio aumenta, pero el guion sigue flojito, flojito, sobre todo en el desarrollo de algunos personajes. No obstante, del episodio 3, me quedó completamente con el personaje de Halbrand (Charlie Vickers) (que si bien no existe en el universo literario de Tolkien), una libertad creativa de esas que gustan, pues el personaje es divertido, le da mucha frescura a una serie que peca muchísimo de seriedad, y sus escenas son simplemente lo más entretenido de dicho episodio.

Además, hay que recalcar la química que hay entre Galadriel (Morfydd Clarke) y Halbrand (una química no romántica, sino más bien de un dúo dinámico que se complementa), ya que Halbrand ha ayudado mucho a que el personaje de Galadriel no sea tan inexpresivo y opaco como hasta el momento lo ha sido (lamentablemente), y es que todos esperamos más de la elfa en el sentido de desarrollo de personaje, pero sigue siendo muy gris, y ya hasta la están acusando de “Mary Sue” cuando sinceramente ahí sí “ni al caso”, ya que hablamos de una elfa poderosa, sabia y que en resumen, es uno de los seres más poderosos de la tierra media, pero que justamente le ha faltado eso… mostrar esa majestuosidad, mostrar esa sabiduría que hasta el momento se ha quedado muy plana.

Pero regresando a Numenor, dicha secuencia no solamente es la continuación de la historia de Galadriel, que es rescatada precisamente por Halbrand, sino que también conocemos a la reina Tar-Miriel (Cynthia Addai-Robinson), que está muy escéptica por la llegada de esos extraños y por otro lado, ya nos introducen a personajes conocidos por todo fan de Tolkien, hablamos de Elendil (Lloyd Owen) y por supuesto: Isildur (Max Baldry). Muchos pegaron el grito al ver que no eran los “grandes reyes” que se supone que son y fueron rebajados a simples sirvientes del pueblo de Numenor, pero pues sí y no; efectivamente son parte de la nobleza en el universo literario de Tolkien, pero también no se vuelven reyes hasta después de la caída de Numenor, así que pues ese cambio creativo está en un punto intermedio. Por otro lado, si hay otro cambio creativo respecto a estos personajes, ya que Isildur originalmente tiene un hermano, que esta vez fue cambiada por hermana: Earien (Ema Horvath), uno personaje hasta el momento de relleno, pero ya veremos más adelante como justifican dicho cambio.

Por otro lado, el episodio también continúo con la historia de Nori y del misterioso “hombre meteoro”, que lamentablemente y a pesar de que nos entregaron una escena sumamente hermosa y de verdad solemne (cuando los hobbits recuerdan a aquellos que han perdido durante su peregrinar), dicha secuencia no llevó a absolutamente a nada, más que el misterioso hombre ya se dio a conocer en la comunidad y empiezan un nuevo andar. Es aquí donde vemos las carencias del guion, que están llenas de relleno innecesario. La historia de Arondir por otro lado, nos lleva a adentrarnos al origen de Mordor, y pues por supuesto y como era de esperarse, iba a ser el protagonista de las escenas de acción, que estuvieron bastante decentes (a pesar del lobo huargo con cara chihuahueño rabioso que nos ofrecieron). Finalmente, en dicho episodio no aparecieron ni Elrond ni Durin IV, que fueron de lo mejor en los episodios pasados, pero si regresaron para el episodio cuarto y ¿Qué creen? Siguen siendo de lo mejor de la serie.

En el episodio cuarto, la trama continua con Galadriel buscando convencer a Tar-Miriel de llevar a los numenoreanos a la guerra y ayudar a los humanos del sur y debo decirlo, hay muuuuuchooo relleno en toda esta trama y giros innecesarios que lamentablemente a más de uno seguramente le hizo perder la paciencia por lo lenta que fue, además de que Galadriel sigue siendo muy inexpresiva.

La trama de Arondir continúo hasta que conoció a la persona que está dirigiendo a esos misteriosos orcos, un hombre al que en el episodio pasado llamaban los orcos “Addar” y que hoy apareció de nuevo con la duda de ¿Quién será? ¿Sauron? ¿Algún sirviente de Sauron? Pues solo el tiempo nos lo dirá. Arondir es dejado en libertad por “Addar” y sus orcos, y de nuevo se rencuentra con Bronwyn y su hijo Theo, que estaban metidos en sus propios problemas por lo que implica la llegada de los orcos a sus tierras. Lo rescatable de dicha trama es la misteriosa espada que tiene Theo, un artilugio relacionado a sus antepasados que alguna vez sirvieron a Morgoth y Sauron, y de eso se dan cuenta tanto los orcos como otros humanos de su aldea. Hay una ligera secuencia de acción con Arondir y estos otros dos personajes que sinceramente fue maravillosamente musicalizada.

Y pues, Nori y el hombre meteoro son dejados de lado para de nuevo ver a Elrond y Durin IV. Elrond está convirtiéndose en el mejor personaje de esta serie, su participación en este episodio es simplemente cautivamente, empatizas demasiado con él y es la muestra de que un elfo no tiene que ser pura inexpresividad como hasta el momento lo han sido Arondir y Galadriel; y que decir de Durin IV, que también es sin duda uno de los mejores personajes hasta el momento y sus escenas se están convirtiendo en algo que puede rozar lo épico, y no necesariamente por la acción, sino por los diálogos que están de verdad muy bien construidos, mostrándonos ese desarrollo de personajes que todos estamos esperando ver, pero que hasta el momento solo se está cumpliendo en estos dos personajes que esperemos no terminen con la columna vertebral rota de cargar con el peso de la serie (y es que lo que sucede en Khazad Dum cada vez se pone más interesante, no solo porque Durin ha revelado a Elrond el descubrimiento del Mithril, sino porque también, “la tierra se está moviendo” y eso significa que estamos ya cerca de ver el despertar del “daño de Durin”, es decir el Balrog de Moria que a su vez, significó el final de dicha mina).

Finalmente, el episodio finaliza con Tar-Miriel siendo convencida por Galadriel de que Numenor vaya a la guerra, y entre los voluntarios, por supuesto que se anotó Isildur, por lo que la acción al parecer, finalmente está por llegar.

Lo que sí quiero rescatar de este último episodio son dos cosas; la primera es la tremenda musicalización a cargo de Bear McCreary, que en este episodio de verdad que te eriza la piel con esos cantos que sin duda te adentran al mundo de Tolkien; la segunda es, que a pesar de que la serie no ha despegado aún, el misterio de Sauron sigue siendo eficiente, y más porque están jugando con el espectador de una manera interesante, haciéndonos creer que Sauron está en todos lados. Es así como de repente Halbrand menciona palabras que Sauron diría, o en la escena de Theo el anciano que habla con él da a entender que el “cometa” es una señal de Sauron, o el misterioso “Addar” también dice algunas palabras que sospechosamente sonarían a algo que dice Sauron. Esta aura construida por la serie, me parece simplemente maravillosa, Sauron está en todas partes, no lo vemos, ¿dónde está? ¿Quién es? ¿Cómo va a aparecer? Hasta el momento esto es precisamente lo más fidedigno que ha logrado Amazon respecto a su adaptación del universo literario de Tolkien, ya que precisamente, es una ejemplificación clara de lo que es Sauron: amigo y enemigo, alguien que puede estar al lado tuyo dándote el mejor consejo de tu vida, o alguien que pudiera estar detrás de un ejército maléfico, muchas caras y a la vez ninguna, y es que hay que recordar que Tolkien se inspiró mucho en las historias del cristianismo para su obra, y Sauron es un claro ejemplo de lo que es un demonio (aquel que toma muchas formas) y hasta el momento la serie lo está logrando, ya que nadie tiene la más remota idea de cómo y cuándo va a aparecer el fiel sirviente de Morgoth.

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Arqueodan    


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