The Substance: El Frankenstein de la Medicina Estética

Desde los años 80 (e incluso quizás un poco antes), la concepción social sobre la juventud y la vejez ha cambiado. Muchos expertos en psicología han determinado que en la actualidad hay un miedo creciente al envejecimiento y al proceso de madurar, pues se ha definido que la juventud es una etapa de fiesta y gozo eterno, mientras que la madurez cada vez es más representada como una etapa de inseguridad y monotonía (esto también viene determinado por la incertidumbre económica y social cada vez más constante en el mundo actual). Esto se observa especialmente en la publicidad, donde los productos más atractivos suelen estar asociados a la mocedad.

A nivel corporal, y gracias a los avances en la medicina, la cirugía estética ha sido una llave para prolongar la juventud de manera física (en México ha crecido un 12 % en promedio en los últimos años). Si bien cada uno tiene derecho a hacer con su cuerpo lo que le plazca, es digno de analizar el trasfondo que hay detrás de esto.

Este miedo a la vejez y la prolongación de la eterna juventud llevada al plano físico es representado en la nueva película de Coralie Fargeat, The Substance, quien utiliza un subgénero peculiar del terror: el body horror. Recordando a máximos exponentes de este estilo como Cronenberg, Fargeat le da un trasfondo interesante a una forma de hacer cine que, fuera de unas cuantas excepciones, logran convertir en un discurso profundo más allá del shock o el morbo.

The Substance cuenta la historia de Elisabeth Sparkle, una actriz en decadencia de un programa de aeróbicos (referencia a Jane Fonda, Cindy Crawford) que acaba de cumplir 50 años. Su jefe de producción decide despedirla en busca de una estrella más joven, por lo que ella recurre a un método llamado “La Sustancia”, un líquido que, al inyectarse, crea una especie de clon más joven y perfecto del original. La trama no es complicada y puede tener una lectura sencilla. Sin embargo, lo loable es su analogía con temas fantásticos y terroríficos.

Si bien a primera vista Elisabeth toma este procedimiento como una manera de acceder a “la fuente de la eterna juventud”, la revisión psicológica y crítica es asertiva. Por un lado, la presión que la lleva a aceptar “La Sustancia” proviene de un star system con grandes sesgos de edad. La directora aprovecha esto realizar una crítica a la forma en la que la industria cinematográfica relega a las actrices mayores, buscando símiles mucho más jóvenes gracias a la cosificación y el machismo. Esta práctica ha existido desde los años 50 y, aprovechando elementos escatológicos como close-ups a ciertos objetos o lentes amorfos que deforman los rostros, se exhibe este tema de manera poco sutil y provocadora, a través de la figura de los productores (uno de los cuales se llama Harvey, por cierto).

Por otro lado, en “The Substance” se establece que no solo el factor laboral es lo que impulsa a Elisabeth a buscar “La Sustancia”, sino también su inseguridad personal, reflejada en varias escenas. Una de las más impactantes, ejecutada de manera excelente tanto por la dirección como por la actuación de Demi Moore, muestra a la versión adulta de Elisabeth intentando maquillarse para parecerse a su versión joven, y luego limpiándose de manera agresiva al no sentirse “bonita”. Esto concluye con una escena en la que devora grandes cantidades de comida. Esta batalla entre Sue (la versión joven de Elisabeth) y Elisabeth completa una alegoría del auto-desprecio y la falta de amor propio. Al final, tiene sentido que algunas personas recurran a las cirugías, no tanto por “sentirse mejor”, sino porque no están cómodas consigo mismas (lo que provoca trastornos como la dismorfia corporal). Esto las lleva a tratar de cumplir con moldes establecidos por su falta de seguridad.

El método de “La Sustancia” y las consecuencias físicas que tiene sobre la protagonista son una analogía hacia las repercusiones del abuso de las cirugías estéticas. Además, se aborda el sesgo de edad y belleza que los hombres aplican hacia las mujeres (representado en una escena con un vecino), lo cual no solo aplica a nivel laboral en Hollywood, sino en diversas áreas sociales. También se tocan trastornos alimenticios, todo esto traducido visualmente a la deformación corporal característica del body horror.

Durante dos tercios de “The Substance”, la narrativa fluye de manera perfecta, transitando entre las mejores versiones de Cronenberg y Lanthimos, pero después de un deus ex machina, se descarrila, apelando a un estilo más de serie B, donde las tripas superan al cerebro. El ingenioso discurso se torna absurdo, y el derramamiento de litros de sangre se convierte en el objetivo principal. Al final, es un body horror, y el 80 % de las producciones del género tienen poca profundidad. Sin embargo, para una cinta cuyas pretensiones estaban logrando elevarse por encima del promedio, su tercer acto resulta excesivo y desconectado del resto de la película.

En cuanto a las actuaciones en “The Substance”, son impresionantes y probablemente lo más destacable. Dennis Quaid interpreta bien al productor nefasto, Margaret Qualley funciona como contraparte de la protagonista, pero quien se lleva el mérito es Demi Moore. Su papel no solo requiere mucha expresividad física, sino también de un desempeño emocional profundo. Moore cumple de manera excelsa, entregando una de las mejores actuaciones de su carrera, una de las mejores del año (por el género del film, puede que la Academia no la tome en cuenta).

Calificación

Dirección: 3.2

Guion: 2.6

Actuaciones: 1.9

Extras: 0.5

Calificación total: 8.2

De haber tenido un mejor final, estaríamos hablando de una de las mejores películas del subgénero. No obstante, a pesar de no cerrar de manera redonda, The Substance destaca por su tratamiento puntual de un tema que sorprende, especialmente en tiempos modernos donde la superficialidad y el hedonismo son la moneda de cambio en la era de las redes sociales. Inevitablemente, la cinta parece una advertencia sobre el peligro de los avances biotecnológicos en combinación con la cultura del materialismo. En resumen: quiérete, ámate tal como eres y no abuses de las operaciones estéticas, o acabarás como Lyn May.

Etiquetas:  

Acerca del autor

El Cine Actuario   @maxpower_ar?s=09   facebook.com/dvclocblog

Actuario/Economista, Amante del Cine, Devoto de Dios, Intuitivo, Curioso, Rockero de corazón, Fanático de los Libros y del deporte de las tacleadas, quesero, colchonero, diablo rojo. "Las estadísticas son la forma en que las matemáticas cuentan las historias" "El arte es una ciencia y el trabajo del critico al igual que el del investigador es exponer sus axiomas y teoremas al mundo" "Estar de acuerdo, en no estar en desacuerdo es saludable"


Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

*

*

*