The Tree of Life: un poema visual ¿Pero buen cine?
Advertencia: Spoilers.
Terrence Malick, un director renegado, sin prejuicios y constante e injustamente comparado con otros directores de antaño artístico del rubro, llega a su consumación como director, regalando una oda, una metáfora de la insignificancia y bella que puede llegar a ser la vida vista desde dos puntos: el místico y poderoso universo, y el insipiente pasar del humano a través de este. Apreciar la vida por lo que es, por su objetivo final hacia la búsqueda de la felicidad, es el principal tema del film ganador en Cannes, el cual representa un arrollador ejercicio estético y poderío visual que raya en la perfección, pero que como cinta, a pesar de contar con una innegable línea argumental, esta misma es la que tropieza en sus lazos y planteamiento, haciendo parecer que tal línea es inexistente.
La cohesión entre sus actos titubea, pero no cabe duda que estamos ante uno de los mayores logros visuales en la historia del cine.
De la muerte a su creación.
He escuchado varios comentarios que el respetable en la mayoría de los casos sale despotricando frases tras la proyección de este film, y no es para menos, pues este ejercicio fílmico es para pensar, disfrutar y regocijarse en el arte cinematográfico. Desde los primeros minutos, Malick deja claro que el film estará hecho a base de retazos y narración, carente de diálogos, pero provista de una magnífica estética.
Conocemos a la familia protagonista y su duelo hacia un hijo y hermano perdido; no sabemos las causas (ni siquiera podemos estar 100% seguros de quien es el personaje fallecido), pero Malick brillantemente expone sus consecuencias no a futuro, sino de una forma explicativa en cuanto a la valoración de la misma vida desde los ojos de uno de los hijos ya adulto (un Sean Penn paseándose por la pantalla), en una cierta reafirmación y valoración de su propia existencia. Esto da paso a la ya mencionada comparación de la insignificancia a través de un pedazo de obra de arte audio visual que comienza su explicación con las imágenes del Bing Bang, pasando por la creación del universo y tierra y su evolución y surgimiento de sus organismos, para finalmente posarnos en el nacimiento del primer hijo de la pareja protagonista: Jack.
La valoración y metáfora de la misma vida es planteada con genialidad visual ¡Sí! pero Malick titubea en enlazar sus dos primeros actos, pues pareciera que el montaje no fue lo suficiente para poder llegar a una unión congruente de dicha comparativa. Un problema en su argumento y dirección sin duda, pero que se deben a la misma presunción venida d e una obra estricta y verdaderamente llamada “de autor”, pues Malick así lo quiso.
El desarrollo del árbol.
Nacimiento, crecimiento, infancia y adolescencia de Jack, son la base del tema central de la cinta. En este Malick logra capturar una naturalidad bárbara de sus niños y adolescentes actores, haciendo que el lente no sea una herramienta para la captación de momentos, sino un histrión más dentro del desarrollo de sus imágenes.
La vida de Jack comienza a la par que es plantado un árbol en el jardín de su casa, el cual el mismo siembra y riega con su padre. Este mismo elemento será un referente en el mismo desarrollo, pues cuando Jack abandone su infancia, el árbol ya habrá madurado.
Sin duda uno de los logros de este film es la inclusión de Jessica Chastain como madre, pues al igual que el trió de infantes, su personificación alcanza estándares magistrales en la naturalidad y transmisión de ese sentimiento y protección materna (La escena donde Jack descubre a su hermano en el jardín con su madre es uno de esos momentos bellos y mágicos en el cine). Por su parte, la figura paterna proyecta un personaje recio, estricto y muy ideológico, que en manos de Brad Pitt no logra la misma transmisión que su contraparte. Esto se debe a un claro berrinche y error de la producción (manejada por el mimo Brad), la cual, al colocar al afamado actor en manos de Malick, el realizador hizo lo suficiente para poder sobrellevar su personaje de una manera decente, quedando el mismo “Brad Pitt actor” sin responsabilidad (pues dio todo lo que pudo como histrión), pero como productor ¡No! pues claramente se necesitaba el perfil de otro actor para lograr una figura con mayor credibilidad y peso dentro de la cinta. Lástima.
Los ojos de Jack (un buen debut del actor Hunter McCracken) se convierten en la verdadera cámara del film, observando a su querida y reciproca madre, a su autoritario padre, a sus hermanos (uno desentendido y otro desapercibido), y a su vida llena de decisiones y cambios que lo llevan a una maduración forzada y prematura.
Malick logra plasmar vida en el cine innegablemente, sin embargo, no es ajeno a esas fallas que algunos directores “de arte” caen: elementos, planos y escenas incongruentes que solo quitan valor a la misma historia y que se aprecian como relleno, factores claros del mismo egocentrismo de un cineasta ya consumado y respetado por el medio.
Una conclusión no tan afortunada.
Sean Penn pretende ser ese hilo entre los actos del film, pero este actor (en esta ocasión totalmente desperdiciado), carga con la penitencia de la obra al sobrellevar una conclusión desprovista de esa emoción transmitida ya por 120 minutos de metraje: Una narración ajena a sus imágenes que muestra al protagonista reencontrándose y reconciliándose con su vida, familia y consigo mismo en una especie de limbo (metáfora del mismo film), en donde el realizador pareciera imponer elementos religiosos que no solo parecen contradecir su bella puesta en escena de la evolución hacia la vida, sino que también lamentablemente se convierten en un final flojo y egoísta que definitivamente empobrece las causas de argumento, desembocando en una salida fácil: la misma narración para justificar sus escenas.
¿Hay que verla?
Un definitivo sí. A pesar del punto de vista de este su caza recompensas, esta es un film que llegará a los ojos, mente y corazón de una forma distinta para todo individuo amante del séptimo arte.
Dos consejos; el primero es relajarse y dejarse llevar por las fastuosas imágenes de Terrence Malick y su equipo, los cuales logran algo revolucionario en el aspecto visual: la secuencia de la creación del universo y el nacimiento y desarrollo infantil de Jack no pueden ser descritos ni por esta, ni por todas las criticas de la orbe… es algo que se tiene que ver; en segundo lugar, por favor amantes de Transformers y de los que prefieren las palomitas sobre el arte… absténganse y háganse un favor a ustedes mismos. Este film no es para todos, es bello y muy especial.
¿Una buena obra de cine? Mejor aprecien la obra de autor de uno de los cineastas más revolucionarios que ha dado la cinematografía. Recuerda a Andrei, a Jodorowsky, a Bergman, a Kubrick, pero no es por que se parezca, sino por que definitivamente con sus fallos y virtudes, Terrence Malick será recordado como un verdadero autor cinematográfico.
Agradecimiento especial a un gran amigo anónimo por literalmente abrirle el portal artístico y una vez más darle la oportunidad a este caza recompensas de regocijarse con esta obra.
2 Comments
Excelente modo de describirla muy de acuerdo en todos los aspectos.