The Wild Robot: El Sacrificio de ser Mamá

Chris Sanders ya debe ser considerado el mejor director que ha pasado por Dreamworks (es responsable de la saga “Cómo Entrenar a tu Dragón” al dirigir las primeras 2 entregas, y además de “Lilo y Stitch”, de lejos la mejor película de Disney de los 2000). Sanders ha desarrollado un gusto por redimir a las figuras fraternales (Lilo y Nani) paternales (Estoico) y ahora con “The Wild Robot”, haciendo que, tal como Dante Alighieri, Dreamworks tuviera que ir al infierno para entrar al cielo.

“The Wild Robot” es una fábula futurista no es más que una analogía a la “programación” impuesta a la que la mujer es sometida al convertirse en mamá, abarcando todas las fases que implica la nueva etapa: desde el despojo de su independencia al momento de ocurrir el parto, pasando por los diferentes pasos de la crianza de los hijos, hasta el posterior hueco emocional causado por el síndrome del nido vacío. A cada fase le da suficiente tiempo para que uno pueda identificarse con cada situación, ya sea por experiencia propia o como un recuerdo hacia esa mujer que nos dio la vida, porque en una jugada inesperada, Sanders le quita cualquier atisbo de comedia para que surta mayor efecto, proyectando cuan dura puede ser la naturaleza al abarcar la cadena alimenticia, la muerte, el clima y que no siempre puede salvarse a todos. Todavía hay chistes de pastelazo, pero son esporádicos y sólo aparecen cuando debe aligerarse la situación antes de pasar al drama.

Pese a las apariencias iniciales, conforme avanza la relación maternofilial, “The Wild Robot” incentiva un mensaje positivo hacia el nacimiento y el apoyo incondicional a los hijos. Incluso, tomando en cuenta la personalidad y el trasfondo del ganso criado, aplica todavía más si el hijo en cuestión es adoptado, prematuro, discapacitado (físico o mental), no planeado o estuvo a punto de ser abortado; esta introspección hacia el instinto maternal fomenta algo que ha empezado a notarse desde hace algunos años: recordarle a la gente lo bonito que es tener una familia y alentar la procreación y educación de las futuras generaciones, que por más que duela sacrificar los sueños personales por cuidar a otra vida, cuando tiene éxito, son recuerdos que tanto padres como hijos valorarán por años (tomando en cuenta la crisis de natalidad de varios países, que empiezan a quedarse sin personas que los habiten porque las mujeres ya no quieren tener hijos, da mucho en qué pensar)

Como resultado de todo lo antes mencionado, “The Wild Robot” es por mucho la película más compleja, madura (y también depresiva) del estudio, pero consciente de que está dirigida a un público infantil sin que el padre lo rechace.

Pasando al apartado técnico, la imagen de acuarela en movimiento de “The Wild Robot” crea una especie de pintura en movimiento cuya mezcla de hiperrealismo con caricatura otorga la sensación de volumen y profundidad. Un paso adelante en la variación de este estilo que estaba mostrando signos de estancamiento rápido desde su concepción, pero que aquí, en un ambiente más controlado que no recurre a la acción para deslumbrar al público, la tranquilidad para una mayor apreciación vale los cambios. Por otra parte, la emotiva banda sonora de Kris Bowers, muy sentimental y sin caer en el vicio de la manipulación emocional, hace que junto al tono que mantiene Sanders, esta sea la película de Dreamworks más anclada en desarrollar las emociones de los personajes, siempre usando la técnica para reforzar el objetivo principal.

Todo lo antes mencionado beneficia al desarrollo de personajes. Al tomar una iniciativa diferente en el crecimiento de Roz (a base de la programación en vez del sentimiento, como suele hacerse), desarrolla un apego emocional hacia la vida, una reconfiguración por el cambio de prioridades y su reintegración tras haber completado “la misión” es aún más bella, desgarradora y emotiva. Los personajes secundarios otorgan carisma y enseñanzas relacionadas a la temática principal, en especial el carismático zorro Fink. A lo mucho podría decirse que hay un villano sorpresa de último minuto, pero su inclusión va acorde a la narrativa general y a una reflexión sobre el sacrificio invertido en sacar adelante a otra vida.

Todo tiene su espacio en “The Wild Robot” que, sin dejar de ser sencilla, se las arregla para dar mensajes divertidos y hermosos en una historia más madura y un tono medianamente melancólico con la pasión, humanidad y honestidad que emana. Además, aunque sea parte de una trilogía literaria, su trama se siente auto conclusiva, pero también deja suficiente material para procrear una secuela en caso de querer una (y ya sabemos que Dreamworks es casi imbatible en este terreno).

Emotiva, divertida, y más eficiente que la terapia, “The Wild Robot” es de lejos la mejor película animada del año y que apunta a ser un referente a futuro, pero más importante aún, una joya que te hará valorar más a tu mamá, reconciliarte con ella, pedirle perdón y darle las gracias por todo lo que ha hecho por ti.

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Acerca del autor

Uriel Salvador     twitter.com/UrielSalvadorGS

Escritor, analista, crítico, gamer, investigador, actor (especializado en doblaje), fotógrafo. Pero ante todo, soy un amante del cine.


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