Three Thousand Years of Longing: Refugiarse en la Ficción
George Miller se ganó el corazón de muchos con la trilogía distópica de Mad Max, no solo eso, aplicó la Haneke, y en 2015 dirigió una secuela – remake de Mad Max, el cual resultó superior en muchos aspectos a la original. Otro título importante es la pseudofeminista The Witches of Eastweak, comedia negra de terror en donde Jack Nicholson es el Diablo, y un aquelarre compuesto por Cher, Susan Sarandon y Michelle Pfeiffer, se unen para derrotarlo. Y entre esto, por alguna razón, su filmografía incluye las franquicias de Babe y Happy Feet.
En esta ocasión vuelve a transportarnos a un mundo de ensueño, y el paso de los años afinó su talento como director (¡Toma eso Zemeckis!). Erróneamente traducida por las distribuidoras como Erase una vez un genio, Three Thousand Years of Longing (Tres mil años de anhelo) fue presentada fuera de competencia en Cannes, y aunque el marketing intenta venderla como una película de romance, es casi todo lo contrario.
Alithea (Excéntrica Tilda Swinton) es una narratóloga, y desde los primeros minutos sus tics nerviosos y alucinaciones nos dejan asomar un desequilibrio mental. Durante un viaje a Estambul compra una botella, supuestamente una antigüedad. Su obsesión compulsiva provoca la destrucción del souvenir cuando intenta limpiarla, lo cual libera a un Genio (Idris Elba), quien le concederá 3 deseos a Alithea. El Genio le cuenta sobre las veces que fue encerrado, y ella titubea sobre aceptar el trato.
Estos cuentos funcionan para fragmentar el film e ir marcando los actos. A la par muestran parte del folclore de medio oriente, centrándose en la mitología de los jinns. Alrededor de estas historias se empieza a formar un vínculo, y el deseo final de ella es que el Genio regrese a donde pertenece, y después de una elipsis Alithea y el Genio terminan juntos, pero si recordamos lo planteado en la primera secuencia esto no podría ser verdadero.
Aunque parezca esperanzadora este epilogo, es todo el producto de la imaginación de Alithea. La obsesión por refugiarse dentro de los relatos para crear defensas contra la realidad; crear ficciones para combatir el dolor de perdidas, de lidiar con los anhelos (de aquí el título original) y sueños perdidos.
George Miller no tiene una filmografía tan extensa, pero sabe utilizar el cine de género para lograr contarnos algo más profundo a través de brujas o animales parlantes. Se ha añejado con el tiempo y parece tener un segundo aire.