Tótem: El duelo desde la mirada infantil
El mayor deseo de Sol, una niña de 7 años, es que su padre enfermo de cáncer pueda seguir viviendo. Así comienza Tótem, una película de Lila Avilés (La camarista) seleccionada para competir como representante mexicana en los Oscar 2024, una historia tan conmovedora, pero a la vez tan natural sobre una familia que tendrá que aprender a lidiar con las viscitudes de un duelo cercano, especialmente Sol, que a su corta edad le tocará ver partir a su padre.
En la intimidad familiar
La trama de Totem podría tener tendencias fáciles al melodrama y la lágrima fácil, sin embargo, Avilés se las arregla para hacer de esta historia una tan natural como intimista. Para eso recurre a una cámara en mano que grabará de manera semi-documental el que podría ser el último cumpleaños de Tonatiuh (el padre de Sol), por lo que explorará cada una de las relaciones interpersonales de esta familia. Mención aparte, que la directora a pesar de grabar en una sola locación, maneja de una manera casi milimétrica el uso de espacios.
La construcción de este peculiar clan es uno de los detalles que le añade puntos extra, puesto que no lo hace desde lo maniqueísmos, sino que a pesar de que cada persona de este cuerpo representa un típico miembro de la familia mexicana se le da una personalidad auténtica que busca alejarse del cliché, generando un par de personajes pintorescos, cada uno con una ocurrencia diferente, pero tan naturales que harán brotar una sonrisa, especialmente porque cuando todos están conviviendo se genera un caos tan divertido, orgánico y hermoso que probablemente habrá una situación (o más de una) donde el público se sentirá identificado (probablemente por eso los abuelos disfrutan ver reunida a la familia, es un caos, pero un bello caos).
El duelo desde la perspectiva de la infancia
A pesar del dibujo de estás dinámicas familiares tan tradicionales de una cultura (como la mexicana) y que tiene como una de sus instituciones más sagradas a la familia, el foco principal es Sol y su perspectiva alrededor de la muerte. Volviendo al punto de que la película se pudo ir por la vía fácil y dibujar un melodrama, otro de los factores por los cuales evita eso es generar la perspectiva del duelo desde la óptica inocente de la infancia, un tema demasiado difícil de tocar pero que, como mencionó su misma directora en la conferencia de prensa de la película: “A los niños hay que hablarles de los temas de manera natural”. Y esa misma naturalidad con la que se toca es lo que libera al tratamiento del tema de cualquier cliché cinematográfico.
Sol es consciente de la muerte de su padre, sin embargo, desde su visión no deja de hacer preguntas de si existe alguna solución o de la vida misma. No deja de sentirse triste, confundida, esa perspectiva infantil que a su vez es enternecedora y melancólica te arranca el corazón sin necesidad de exageración melodramática. Desde esa concepción ¿Cómo Enseñarle a un niño alrededor de un tema tan delicado como la muerte?
La fiesta de la muerte
En otra línea, la familia ha decidido hacer una fiesta de cumpleaños a Tona, que de manera simbólica, más que un celebración al nacimiento, es una celebración al fallecimiento (nada más mexicano que celebrar la muerte), un forma de dar el último adiós para alguien que abandona el plano terrenal. Es ahí donde la óptica infantil comprende y entiende (a su manera) una visión más cercana a la muerte como una fiesta de despedida, donde se vale reír, jugar, payasear, en uno de los planos más fuertes.
Sol entiende que está celebración es un adiós a su padre, notándose a la vez una melancolía de saber que, tras las risas, los abrazos, las ultimas velas de este pastel llamado vida serán apagadas para dar paso al vació y la ausencia.
Calificación
Guión: 3.0 – Excelente retrato del duelo desde la perspectiva infantil
Dirección: 3.1 – Un buen manejo de espacios y de cámara que le dan a la noche película una sensación de documental
Actuaciones: 1.8 – Un elenco sólido dónde todos brillan y hay un balance en participación
Extras: 0.5
Calificación 8.4
Con todo merecimiento, Totem es una excelente representante de México en el Oscar, una historia que tiene mucho de la idiosincrasia mexicana con un balance entre drama, una perspectiva del duelo desde la visión de la infancia, un retrato íntimo de las dinámicas familiares, pero también una perspectiva oscura de lo endeble que es la vida. Totem es un retrato coral sobre lo difícil de decir adiós y que quizás (como buen mexicano) la celebración y la fiesta sea el único modo de pasar ese trago amargo de la ausencia.