Travelin Band: Honor y gloria a The Creedence Clearwater Revival
¿Más grandes que los Beatles? Aunque cueste creerlo, sí. Y no, nos referimos a Led Zeppelin, los Rolling Stones, Cream o Jimi Hendrix, sino a la gran banda californiana cuya aportación a la gloriosa época del rock and roll de ese maravilloso puente entre los 60s y 70s es innegable, Creedence Clearwater Revival.
Estrenado recientemente en Netflix, el rockumental ‘Travelin Band: Creedence Clearwater Revival at the Royal Albert Hall’ nos muestra por un lado, una breve introducción al cuarteto de Cerrito, California integrado por Doug Clifford, Stu Cook, Tom Forgerty y John Fogerty. Y es que si bien la historia de cuatro chicos que se conocieron en la universidad, que compartían ciertas inquietudes musicales y que terminaron formando una banda, no es novedad, quizá la haya al entender que a diferencia de otras bandas de renombre de aquella época, algo pasaba con los Creedence que los hacía parecer mucho más allá de cualquier diferencia que pudiera afectar a la banda… aquí no había egos porque cada uno tenía muy claro cuál era el papel que desempeñaba para crear la inconfundible magia que los rodeaba al tocar esa especie de ritmo que mezclaba el soul, el jazz, el country y lo transformaba en un rock con un sello tan particular, que al día de doy, más de 50 años después, sigue distinguiéndolos.
Así, en la primera parte y de la mano de la aterciopelada voz de Jeff Bridges, conocemos un poco de los inicios de unos Creedence que siempre estuvieron bajo la sombra de otras bandas, hasta que a base de éxitos y su participación en el mítico Woodstock de 1969, lograron ganarse el respeto y la admiración de miles que sentían en esa banda, algo más cercano a ellos; las realidades sureñas, la esencia de la música negra, el campo como cotidianeidad, el abrazo al country y una explosión llena de fuerza en la voz del enorme John Fogerty.
Luego de un concierto ante más de 15 mil personas en Cerrito, su casa en California, 5 discos que no hacían más que confirmar que no eran un éxito producto de la suerte y un público europeo que comenzaba a reclamar a las bandas del otro lado del charco, la disquera lo tuvo claro. Era momento de pisar el viejo continente. Ahí, en una gira que los llevó por Estocolmo, Berlín, París y Londres, terminarían de forjar su legado.
Finalmente, viene la mejor parte, poco más de 45 minutos de un concierto en el legendario Royal Albert Hall de Londres, una presentación que estuvo guardada por más de 50 años se muestra ante nosotros. Ese día, tan icónico para la banda, el cuarteto de Liverpool anunciaba su separación, el camino se abrió y los de California salieron victoriosos, ovacionados por más de 15 minutos ante un público que se les rindió.
Aquí no hay mucho que analizar, solo disfrutar. Aunque es inevitable sorprenderse ante la calidad musical de estos cuatro, de su sonido impecable, de esa voz tan poderosa y de la capacidad de poner en pie a los londinenses, hacerlos bailar y alborotarse.
Hay una enorme deuda para con los Creedence y este pequeño homenaje, sin duda, la redime.
Que nadie niegue su enorme poder como una de las bandas más cabronas de aquellos años maravillosos.