Twisters: Un desastre perfectamente orquestado.

¡Bon Jour Mes Braves! Vaya que fue un fin de semana de sorpresas; la Madre Patria le dio un baile a los pérfidos ingleses, los colombianos le plantaron cara a la selección argentina, pero la mayor sorpresa vino de la secuela del clásico Twister de 1996 conocida como Twisters, que a todas luces se veía como una forma descarada de querer aprovecharse de la nostalgia. Pero no podía estar más equivocado, y si me dan 5 minutos de su valioso tiempo les diré porqué.

Por cierto, la crítica tendrá uno que otro spoiler, no es como que haya un TWIST muy grande (perdón, tenía que hacerlo) o grandes revelaciones, pero, si no quieren saberlo todo, léanlo bajo su propio riesgo.

 

Una Dirección que te muestra las cosas en lugar de contarlas.

La historia arranca con Kate Cooper (una muy acertada Daisy Edgar-Jones), quien está cazando tornados con sus amigos de la universidad para un ambicioso proyecto donde buscan la manera de evitar que estos fenómenos se formen por completo. Armados de la ciencia y el buen instinto, salen en pos de una posible tormenta que está por formarse, pero cuando se acercan para dejar a la “Dorothy” (sip, es esa Dorothy), una anomalía se presenta y lo que anunciaba ser un tornado pequeño se convierte en una pesadilla que concluye con la muerte de todo el equipo, menos nuestra heroína, la cual, como han de sospechar, queda profundamente marcada.

Desde el inicio, la historia de Joseph Kosinski (que sería adaptada al guión por Mark L. Smith y estaría bajo la mano firme del nuevo director en ascenso Lee Isaac Chung) te da una bofetada para que te enfoques en la historia y empatices SI o SI con el personaje principal, lo cual no pasa en muchas producciones actuales. Si ustedes creen que luego de esta brutal introducción el ritmo va a bajar para que nos saturen de paja informativa, pues se equivocan. Chung y Smith saben a lo que vienes y no te van a permitir que te aburras, ya que unos 5 minutos más tarde, nuestra atormentada Kate ya está de vuelta al ruedo cazando tormentas.

Ya que tocamos el tema del ritmo, aquí se aprecia la suave y acertada mano del director, que divide la película en pequeños segmentos de calma y acción, pero a diferencia de la película del 96 y otras películas actuales, los momentos calmados no son para que los personajes solo parloteen y te den información de manera descarada, sino que estos se desarrollan de acuerdo a la trama y un pequeño misterio conectado a los tornados se empieza a gestar en paralelo para que todo el tiempo estés atento y no solo esperando a que otro desastre se aparezca.

La introducción de personajes es muy similar a la cinta anterior, pero aquí se atreven a ir poco más allá y retan a la audiencia a que se atreva a pensar los roles que representará cada personaje, en especial cuando hace su aparición el nuevo papi de Hollywood, Tyler Owens (Glen Powell) haciendo el único papel que le sale bien, y que no solo sacude a la protagonista con sus poderosos pectorales, sino a la audiencia con las locuras desenfrenadas por cazar a estos poderosos fenómenos climatológicos.

Mencionaba este detalle del muestra no cuentes, que es uno de los principales problemas a la hora de escribir cualquier historia, ya que aquí el director y su guionista confían en el público. Las cosas primero son mostradas como parte natural para luego formar parte de la trama y así tener una interacción directa con la historia. Otro detalle es lo bien que saben retratar la tragedia que dejan atrás estos tornados, haciendo conciencia sobre como las personas que viven esos lugares tienen que enfrentarse a cosas que podrían ser peores que los tornados mismos.

 

El Pueblo exige tornados y el César nos lo da.

Dan Mindel se encarga de fotografiar la visión de Chung para esta secuela de tornados y lo hace de manera muy correcta al entregarnos excelentes tomas amplias y panorámicas para poder apreciar el alcance de estos fenómenos meteorológicos, con el gran acierto de hacer tomas donde no se alcanza a percibir el tamaño total del llamado Dedo de Dios para aumentar esa sensación de estar ante algo coloso e inevitable.

Los efectos que lucen más que bien corren a cargo de la experimentada compañía Industrial Light & Magic, que logran su cometido al entregarnos tomas excelentes de los tornados, haciendo que luzcan no solo reales sino terribles y unas fuerzas dignas de respeto. Para concluir la música corre a cargo de Benjamin Wallfisch.

En resumidas cuentas…

Twisters es una bocanada de aire fresco en el cine comercial al saber hacer una secuela que no necesita vivir de la nostalgia y que incluso llega a superar sin mucho esfuerzo al filme original. Un filme correcto que entretiene de principio a fin sin ambiciones de ser más de lo que es: Un Blockbuster de Verano.

¡Hasta la Próxima!

 

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Acerca del autor

Arquicruz   @DunedainX   dunadanx.deviantart.com/

Arquitecto, diseñador, artista digital, crítico de cine, instructor y lo que sea que ponga alimento en el plato de mis perros y gatos.


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