Una Película de Policías: Cuando la absurdez social es una maldita realidad

Voy a ser muy directo con esta crítica, comenzando por el hecho que Alfonso Ruizpalacios es el mejor director mexicano en la actualidad; tres largometrajes, tres obras sustanciales, tres obras que sin ningún inconveniente pueden ser consideradas dentro de las mejores 100 (o hasta 50) en la historia del cine mexicano.

La maduración que ha alcanzado Ruizpalacios en tan solo siete años (Güeros se estrenó en 2014) es sencillamente impresionante, confirmando su crecimiento y estatus ahora con una obra de compleja estructura y sencilla comprensión, y que de nuevo se instala en abordar personalidades y/o personajes de claroscuros dentro de nuestro peculiar accionar social. Así pues “Una Película de Policías” concentra su genialidad no en la redención, humanización o exhibición de tan polémica y anti heroica figura (en México), sino en la exploración objetiva y en la construcción precisa de su propia identidad.

Ruizpalacios es un cabrón al atreverse, a través de dos personajes, a construir un mismo arquetipo para lograr manifestar en su totalidad el origen, accionar y consecuencias de la elección y labor de ser un policía. Y para esto se sirve de una narración, mitad documental, mitad ficción, para adentrarnos en la jungla de asfalto de la Ciudad México y la psicología de dos “antihéroes” que son representados tanto de manera ficticia como real.

Desde su fantástico prólogo y sublime secuencia de créditos, el director establece ese halo de misterio en su narración ¿Lo que estamos viendo es real, ficticio o una proyección ficticia de la realidad? El uso de dos actores no tan conocidos pero sumamente capaces y comprometidos con dicho proyecto, permite al cineasta encausar en este primer acto una fábula por demás interesante y que se mueve entre el thriller, el drama, la comedia accidentada y por supuesto el romance, este último elemento manejado bajo una indiscutible cátedra de montaje y excelencia histriónica por parte de esta tríada artística entre el director y sus actores, forjando a “La Patrulla del amor” como el eje protagonista del film.

Tomando casi la mitad de su metraje para establecer dicha “ficción”, para el segundo acto Ruizpalacios nos sumerge en las entrañas de su producción, presentándonos a sus actores y el proceso de su infiltración e inmersión en la fuerza policial. Si bien este acto intermedio es el más débil en cuanto a ritmo y narración (incluso un poco pretencioso al usar planos y momentos donde se inmiscuye el mismo crew), los testimonios documentales se vuelven necesario no solo para complementar el primer acto, sino para abordar desde más cerca la perspectiva real de una problemática que parece ajena a nuestra afectada percepción social: ¿Es el policía el origen de una corrupción o solo otro resultado de la mala praxis del insulso sistema gubernamental mexicano? Es importante recalcar que Ruizpalacios no pretende aleccionar, sino solamente ser un testigo más de esta tragedia laboral y sindical.

Por su parte los actores Raúl Briones (Club de Cuervos) y Mónica del Carmen (Nuevo Orden), dan una clase de capacidad dramática, interpretación y hasta de imitación, al abordar no solo a dos personas existentes, sino a todo el arquetipo ya mencionado y creado por Ruizpalacios desde el primer minuto.

El tercer acto es sublime. Aunque predecible (esto no es un defecto dado el tono de documental), se revela que “La patrulla del amor” y sus tripulantes son reales, así como sus experiencias, aventuras, origen y final desgracia, la cual Ruizpalacios enmarca en un gran clímax que ahora combina la realidad con la ficción, en un híbrido entre testimonios y secuencias oníricas que el director usa para encausar una ola de emociones; desde la frustración hasta el enojo, desde la confusión hasta la sorpresa frente a aquel mundo de corrupción e impunidad, Ruizpalacios y la audiencia quedan inertes como objetivos testigos de aquella fábula que traspasa la ficción para convertirse finalmente en la cruda realidad ¡Maestro!

Sobre toda esta narración no debemos olvidar el principal baluarte de este film, y ese es el montaje, mismo que fue premiado por el Festival de Berlín por su contribución artística. Y es que no puede haber mejor definición que la de aquel galardón, pues la edición es la que da la estructura, forma y brinda la escalinata de emociones a esta pieza artística, una metaficción que traspasa los límites del documental para llegar a ser uno de los manifiestos fílmicos más originales y a la vez más críticos de la filmografía nacional.

Una Película de Policías se une así a un año de ensueño para el cine nacional, donde la vena neorrealista mexicana ha tenido un resurgimiento y que a partir del que quizá sea su líder artístico al día de hoy, encuentra también una perfecta simbiosis con aquel panorama onírico, de fábula y casi surreal que es nuestro México, una selva de asfalto donde la absurdez social es una maldita realidad.

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Acerca del autor

El Fett   @El_Fett   cinescopia.com

El más realista y cabrón crítico de cine que pueda existir. Ente sin misericordia que tiene el halago de transmitir a los mortales su sentir y sabiduría en el mejor recinto sobre el séptimo arte. Cinéfilo de corazón y crítico crudo por vocación. Alter ego del Licenciado en mercadotecnia y RRPP Oscar M Rodríguez (FB) Sigueme en twitter @El_Fett


4 Comments

  • Acabo de terminar de verla y no podría estar más de acuerdo. Me recordó a Familia de Medianoche, pero mejor estructurada y con un mejor ritmo. En lo personal prefiero a Fernando Eimbcke (pese a su inconsistencia), pero Alonso Ruizpalacios va por buen camino.

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  • Ese maldito Ruizpalacios la neta sí se pasó de pretencioso en esa escena jajaja
    Pero esos detalles son los que le dan “sabor” a las películas de este tipo. Impresionante cómo esta cinta logra ser cruda pero sin caer en el hastío. El estreno de esta película no pudo ser más oportuno en días como estos, en los que la policía está metida en cada bronca… pero bueno. Como dishe el Astro Rey: “Así se siente México”

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