Varda Por Agnès: Un último recorrido

Hay una frase llena de desesperación que encontré en 2015 que resuena mucho en mi cabeza porque, pues, a veces sí me dejo llevar por mis impulsos nihilistas: “mis héroes están muertos y mis enemigos están al poder”. Cuatro años después, con la gente anti-derechos bien envalentonada y las empresas priorizando el capital sobre la calidad de vida de todas, se mantiene, de cierta forma. Por otro lado, es de conocimiento general que la probabilidad de fallecer de cualquier persona después de cumplir los 75 aumenta considerablemente; es muy seguro que nuestros ídolos cinematográficos, las grandes leyendas de cine, se vayan en los próximos años. Gran parte del atractivo de una película como The Irishman recae en que es, quizás, de las últimas que veremos con ese equipo de producción y reparto (mientras, vaya, reflexiona sobre el pasado y lo que dejaron las decisiones que se toman en la juventud). Desvarío: esta nota no es sobre la última gran obra maestra de Scorsese ni para lamentarnos por el presente ni los infinitos hubieras. Es sobre la última gran obra de la genial directora, artista y feminista Agnès Varda.

Como a todo, llegué tarde a las películas de Agnès Varda, pero encontrar y disfrutar de su filmografía estos últimos años hizo algo que ninguno de sus contemporáneos pudo hacer: recordarme que también hay cuestiones, situaciones y eventos maravillosos por los que vale la pena existir. Incluso en sus películas donde incluye un componente importante de denuncia social hay una chispa de esperanza energética que cambia el enfoque y la perspectiva a futuro. Su última película, que tuvo su estreno internacional en la Berlinale, es un regalo brillante de esta visionaria directora.

A forma de master class, Varda hace un recuento detallado sobre su filmografía -desde sus cortometrajes hasta sus películas de ficción, pasando por sus anteriores documentales y sus exposiciones artísticas-, sus motivaciones para hacer cine y exposiciones artísticas, y su propósito filosófico. Con una cálida voz narrativa, Varda crea una estructura precisa para explorar y reflexionar sobre su extensa carrera, comenzando con su forma particular de hacer cine. A lo largo de este experimento fílmico, presenta fragmentos de algunas de sus obras, incluyendo Cléo de 5 a 7 (1962), La Felicidad (1965), Lions Love (1969), Uncle Yanco (1967), Una Canta, la Otra No (1977), Jane B. Par Agnès V. (1988), Sin Techo ni Ley (1985), Las Cien y Una Noches (1995), Beaches of Agnès (2008) y, claro, Visages Villages (2017).

Maravillosa y tan brillante como una casa con paredes de celuloide, Varda Por Agnès es un viaje indispensable, y una genial forma de tanto conmemorar el legado de la directora francesa como darlo a conocer entre quienes aún no han visto sus películas.

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