Watchmen 1×9 – See How They Fly
Cuando me recomendaron leer “El Conde de Montecristo”, la warsie en cuestión describió la trama como “desenredar una bola de hilo, estirarla toda y volverla a enredar”. Esto porque en ese ladrillo de libro, Dumas logró cerrar cada cabo suelto e historias secundarias para dejar satisfecho al lector. Y no es que me atreva a comparar a Damon Lindelof con uno de los grandes de la literatura pero, maldita sea, logró algo similar en el clímax de su ahora exitoso experimento televisivo “Watchmen”. La magnitud narrativa que fue manejando y que cada vez se hacía más y más compleja. Abarcar un rango de tiempo de más de 100 años, tener un montón de personajes ya conocidos y amados, así una bola de nuevos enmascarados, eran señales de que eventualmente todo se saldría de las manos de los guionistas. Esto aunado a que nueve episodios parecían ser insuficientes, me hizo tener miedo y emoción cada domingo. Pero en palabras del Dr. Ian Malcolm:
Cardiacos habían sido los tres episodios previos, cargados de revelaciones y eventos que iban jodiendo el cerebro progresivamente. Ya se anticipaba que el final iba a contar con su buena dosis de intensidad y emoción. ¿Cómo lo lograron? Calculando todo desde el inicio, sabiendo con una destreza de relojero de dónde venía y a adónde iba cada conexión. Nada estaba echado al azar y todo fue tan impactante que no sé ni por donde comenzar. Lo más sencillo sería hacerlo desde la captura del Dr. Manhattan. La Séptima Caballería, dirigida por el nefasto Senador Keene, por fin tienen al hombre azul a su merced en una jaula hecha con el litio de la batería de miles de relojes. Los líderes de Cyclops, la antigua organización supremacista blanca, se ha reunido para el magno evento del asesinato del dios y la transferencia de sus poderes a su líder. Con Laurie como testigo, ya que querían que alguien que amaba a Jon estuviera presente, Keene vuelve a ser el típico villano de cómic y explica cómo fue que supieron de la presencia de Manhattan en Tulsa y cómo la “amistad” del Jefe Judd con Angela fue meramente actuada con el fin de estar más cerca del Doctor. Infiltrado como agente de la Caballería, Looking Glass también está en medio de la acción.
Conforme esto se desarrolla, la historia de Ozymandias por fin cobra sentido. En un flashback a 1985, unas horas antes de la noche del calamar, una conserje entra a su oficina y se implanta una de las muestras de esperma que Veidt, por alguna razón, guardaba en una bóveda. Siendo Lady Trieu el fruto de esto, hereda el ego de su padre y su desquiciada idea de salvar a la humanidad. Ella se le presenta a la puerta de su base en Antártica y le revela todo acerca de su origen y del engaño de Manhattan, que no estaba en Marte sino oyendo en loop el Danubio Azul en la luna joviana Europa (¡les dije que era fan del dios Kubrick!). Por fin sabemos el mensaje completo de la nota escrita con cadáveres de clones: “Save me, Daughter”. Transcurren un par de años, pero finalmente la nave de rescate llega para llevar a Ozymandias de regreso a la Tierra y él demuestra que aún tiene condición al atrapar otra bala con la mano. Llevarlo es una manera de decirlo, más bien congelarlo en una estatua que estará adornando el jardín de Lady Trieu durante todo un año, sólo hasta que sea el momento de despertarlo para que sea testigo de cómo su hija salvará, como él, a la humanidad. En toda esta secuencia, Lindelof cierra un montón de cabos desperdigados de una manera convincente a la que sólo podemos decir “ahhh no mames, pues si”.
¿El plan de Trieu? Esperar a que la Caballería capture a Manhattan, matarlos como parte del convenio con Will Reeves, y robar para ella sus poderes. Difícil describir toda esta culminación. El plan de Trieu va viento en popa, pero no contaba con que Manhattan transportaría a Laurie, Veidt y Looking Glass a Antártica, desde donde lanzarían un arrasador ataque, con calamares congelados, que acabarían con ella de una forma acorde a su ego. Watchmen no es uno de esos cómics o películas de héroes en donde todo es color, chistes y todo al final sale bien. Manhattan muere, el plan de la Caballería y Trieu se queda a medias y nadie es capaz de robarse su poder. Los años con Angela le dieron de vuelta humanidad al hijo del relojero, que no se teletransportó a su esposa porque no quería morir solo.
La pasividad de Jon ante todo viene del cansancio que comenzó a sentir por la Tierra y su gente. El poder ver el tiempo de una manera distinta con el presente, pasado y futuro a la par, es lo que él describió como “ser un títere que puede ver las cuerdas”. Jon bien pudo evitar ser capturado, transportando a toda la Caballería a Marte antes de ser capturado, pero la visión a futuro de lo que tenía que ocurrir requería su sacrificio. Fue así como él mismo fue parte de ese destino, trayendo a la vida de Angela a su abuelo, enviando a Ozymandias a aquella prisión, sólo para que todos llegaran en el momento justo y se unieran renuentemente para evitar una catástrofe. En manos de Keene esos poderes hubieran resultado en genocidio. Con Trieu en una retorcida versión de salvación en donde la poca humanidad que hubiese quedado tendría que rendirle tributo. La frase latina a partir de la cual Moore originó la historia original, “Quis custodiet ipsos custodes?” (“¿Quién vigila a los vigilantes”) habla de lo difícil que es controlar el poder que se les otorga a tales figuras de autoridad y lo que puedan hacer con él. Vaya, también ese es el tema principal de “Batman v Superman”, pero como no tenía colores ni chistes no les gustó.
Ni Trieu ni Keene eran adecuados para cargar con las habilidades de Manhattan. ¡Maldita sea, hasta al mismo Manhattan le quedaron grandes! Por ello tenía que conocer a Angela y hacerla pasar por todo su viaje. La serie fue su historia de origen. ¿Quién más digno que ella para tener esos poderes? Ya había convivido con un ser casi omnipotente y también, gracias a las memorias de su abuelo, había sentido en carne propia la impotencia de no poder hacer nada ante los males del mundo. A Jon Osterman le faltaba experiencia, su vida no había sido difícil y eso generó su eventual pasividad ante la vida. Will Reeves tiene razón en la última línea que dice “Un hombre con esos poderes podría haber hecho mucho más”. Si Angela obtuvo esos poderes, tengan por seguro que la humanidad está salvada.
Sorprendente de principio a fin, creo que Alan Moore estaría orgulloso de la secuela que se le dio a su obra. Sólo que la verdad no se dará el gusto de verla el amargado. Cosa tan bonita que hizo Lindelof con este material, pudo equilibrar bien una excelente narrativa con grandes personajes interpretados soberbiamente. La dirección de cada capítulo se lucía en fotografía, música y hasta vestuario. Ojalá HBO siga dando más series como esta. El final que tuvo es perfecto, no necesitamos saber qué pasa cuando el pie de Angela entra al agua. Que cada quien tenga su interpretación y espero que sólo se queden con esta temporada. Aunque ya lo dijo el Dr. Manhattan: “Nada termina Adrian. Nada termina nunca”
Nota final: el único misterio que se había dejado sin resolver dentro de la serie fue el extrañísimo Lube Man u Hombre Lubricado. Pero gracias a la fuente secundaria de información de la serie Peteypedia, que contiene archivos de los personajes a manera de registros recabados por el agente Dale Petey (el Juanito Becario de Laurie) sabemos que el mismo Dale es Lube Man. La última entrada es un memo en el que nos enteramos que Dale fue despedido del FBI por faltas de conducta y que su oficina se hallaron cientos de copias del diario de Rorschach, comics y una jarra de aceite de canola. ¡Así que ya sabemos quien era ese creep!
Aunque la verdad sigo con la duda de saber por qué Daniel Dreiberg / Nite Owl está en prisión. Peteypedia explica que Dan y Laurie fueron arrestados en 1995 por seguir de vigilantes, pero no especifica por qué ella salió y se hizo agente, mientras él se quedó ahí. En fin, eso tampoco lo explicaron en Lost.
1 Comment
Hola, leí todas tus reseñas y son excelentes, así como la serie que nos dio HBO a los fans, no le pongo nigún pero ya que como mencionas todo se cerró de una manera adecuada y satisfactoria. Aunque me gustaría una segunda temporada, creo que es mejor quedarse con este cierre. Gracias a Lindelof y a todos los que participaron en ella, y a los actores por su magnífico trabajo, y a ti por las reseñas de los capítulos. Saludos.